Murió la exmodelo y actriz Norma Sebré, recordada por una polémica publicidad

Murió la exmodelo y actriz Norma Sebré, recordada por una polémica publicidad
Murió la exmodelo y actriz Norma Sebré, recordada por una polémica publicidad

“Lamentamos el fallecimiento de Norma Sebré, actriz, vedette, modelo y conductora. Desarrolló una amplia trayectoria artística en nuestro país y en Europa, destacándose en teatro, cine, televisión y publicidad. Nuestras sentidas condolencias a su familia y seres queridos”. Con esas palabras, la Asociación Argentina de Actores dio a conocer el fallecimiento de una de las mujeres consideradas más bellas los años setenta.

Su nombre real era Norma Srebernich, y como muchas de las actrices de aquella época, inició su carrera como modelo de la mano del icónico un diseñador, actor, vestuarista, músico, cantante, guionista, conductor, libretista y director televisivo Jean Cartier, considerado como uno de los pioneros de la televisión argentina.

Gracias a su porte y su gracia, y haciendo gala de su cabellera leonina y su profunda mirada celeste, durante los años sesenta y setenta, protagonizó numerosas campañas publicitarias y audiovisuales, y prestó su rostro a importantes marcas locales e internacionales. Una de las más recordadas fue la publicidad de la caña quemada Carlos Gardel, que fue considerada en su momento como demasiado sensual y explícita.

Con una incipiente fama a cuestas, hizo su ingreso en el mundo de la actuación y llegó también a probarse como vedette. En televisión, participó de los ciclos Corrientes y Marrone... la esquina de la revista (1973), junto a José Marrone, Santiago Bal, Moria Casán, Patricia Dal, Thelma del Río, Juan Carlos Galván y Juanita Martínez. También acompañó a Alberto Olmedo en el recordado ciclo El chupete, que se emitió entre 1973 y 1976, y por el que pasaron, entre otros, Ernesto Bianco, Juan Carlos Calabró, Casán, Dorys del Valle, Pepe Díaz Lastra, Mariquita Gallegos, Ámbar La Fox, Claudia Lapacó, Elena Lucena, Mabel Manzotti, Tino Pascali, Pedro Quartucci, Peggy Sol y Marcos Zucker.

También supo brillar en otro de los grandes programas cómicos de la época, Humor redondo (1973) junto a Jorge Basurto, Olinda Bozán, Aldo Cammarota, Casán, Dal, Carlos Garaycochea, Katia Iaros, Juan Carlos Mesa, Pepita Muñoz, Margarita Padín e Inés Rinaldi. También participó de El mundo del Espectáculo, como en el teatro y condujo programas de interés general en la televisión por cable.

Su debut en el cine fue de la mano del director Mario Davis, en la comedia Disputas en la cama (1972), protagonizada por Tato Bores, Norman Briski y Zulma Faiad. Ese mismo año estrenaría La colimba no es la guerra, en la que compartió elenco con Ricardo Bauleo, Stella Maris Lanzani, Alberto Mazzini, Tito Mendoza, Ricardo Morán, Nené Morales y Romualdo Quiroga.

Un año más tarde, junto a Elena Sedova y Adriana Aguirre, compartió pantalla con Sandro en uno de los clásicos del Gitano, El deseo de vivir, de 1973. También en 1973 protagonizó su primer drama en la pantalla grande: La malavida, de Hugo Fregonese. Allí, trabajó con figuras de la talla de Hugo del Carril, Soledad Silveyra, Victor Laplace, Ignacio Quirós, María Vaner, María Rosa Gallo, Adrián Ghio, Iván Grondona y Jorge Rivera López.

Un año después, junto a Guillermo Brédeston protagonizó El mariscal del infierno. Luego, en España filmó Venus de fuego y se despidió del cine en 1975, a las órdenes de Hugo del Carril, en Yo maté a Facundo, una película basada en las andanzas de Santos Pérez, asesino de Facundo Quiroda. Allí, compartió elenco con Federico Luppi.

En cuanto a su vida personal, estuvo casada con César Jorge Barros Hurtado, quien llegó a desempeñarse como embajador argentino en los Estados Unidos y la entonces Unión Soviética. Mientras duró su matrimonio, se mantuvo alejada de los medios y del mundo de la moda y del espectáculo, pero al enviudar, se instaló en Madrid y retomó su carrera como modelo con gran éxito.

En 1997 volvió a pasar por el altar, en esta ocasión junto al conde Federico Zichy-Thyssen, y abandonó para siempre su carrera. Sus últimas apariciones en los medios nada tuvieron que ver con su recorrido artístico: en los años noventa, el rostro de su hija, Gabriela Oswal, se convirtió en uno de los más vistos en los programas de noticias y de interés general debido a la repercusión que alcanzó el conflicto legal con su esposo, Eduardo Wilner, por la custodia de Daniela, la hija de ambos.

La pareja vivía en Canadá cuando nació su hija, en 1990. Luego de separarse, en 1993, Oswald regresó a la Argentina junto a la pequeña, pero la justicia canadiense le otorgó a Wilner la custodia. Basándose en la Convención de la Haya y argumentando que la residencia de la menor estaba fijada en Canadá, la Corte Suprema de Justicia argentina ratificó la medida. En medio del derrotero meditático de Oswald, Sebré salió a respaldarla en varios ciclos televisivos.