Murió Michael Gambon, el actor clásico y de prestigio que se hizo popular gracias a Harry Potter

Murió Michael Gambon, quien interpretó a Dumbledore en la saga Harry Potter
Murió Michael Gambon, quien interpretó a Dumbledore en la saga Harry Potter - Créditos: @Peter Kramer

De no haber sido por Ambus Dumbledore, el reconocimiento a la gran carrera en el cine y el teatro de Michael Gambon hubiese quedado reducida a un círculo mucho más pequeño, el que sigue y admira a las grandes figuras de los escenarios surgidas en el Reino Unido y forjadas en la mejor tradición clásica.

El notable intérprete irlandés, que acaba de fallecer a los 82 años, formaba parte de esa ilustre estirpe. Pero en un momento clave (y bastante avanzado) de su larga carrera recibió el inesperado toque de la varita mágica de Harry Potter. Fue elegido personalmente por Alfonso Cuarón, director de la tercera película de la serie, para ocupar el lugar que había dejado vacante en 2004 el fallecimiento de Richard Harris, el Dumbledore original, presente en los dos primeros títulos (Harry Potter y la piedra filosofal y Harry Potter y la cámara secreta).

En una declaración difundida en las primeras horas de este jueves por el representante del actor, Clair Dobbs, la viuda de Gambon y su hijo Fergis informaron que su “amado esposo y padre” murió en paz con la familia a su lado, después de sufrir una neumonía. “Estamos devastados al anunciar la pérdida de Sir Michael Gambon. Les pedimos que respeten nuestra privacidad en este momento doloroso y les agradecemos sus mensajes de apoyo y amor”, destacaron.

Con Harry Potter y el prisionero de Azkabán se inició el camino que convirtió a Gambon en el rostro definitivo del maestro de la magia y máxima autoridad de la Academia Hogwarts . Contra la opinión de la familia de Harris, que soñaba con Peter O’Toole como heredero del papel, Gambon le dio a Dumbledore una presencia actoral que estuvo siempre a la altura de la importancia del personaje dentro de la historia. La inmensa legión de fans de Potter no tardó en convertirlo en uno de sus favoritos, entre otras cosas porque el joven Harry siempre tuvo al anciano y poderoso sabio como su gran mentor.

Michael Gambon como Dumbledore en Harry Potter
Michael Gambon como Dumbledore en Harry Potter

Gambon nunca imaginó que gracias a una figura de ficción que representaba como ninguna otra valores como el saber, la prudencia, la conducta ética y el sano juicio le tocaría vivir un tiempo de aplauso incondicional y admiración popular plena completamente atípicos para un intérprete de tan rigurosa formación . Mientras veíamos en la pantalla crecer a Harry Potter y sus aventuras se hacían cada vez más complejas y oscuras, Gambon lo acompañaba detrás de la larga y blanca barba característica de Dumbledore.

No faltó a ninguna de las películas de la serie desde que llegó a ella: después de El prisionero de Azkabán participó en El cáliz de fuego, La orden del Fénix, El misterio del príncipe y los dos episodios de Las reliquias de la muerte. A través de ellas fue forjando un vínculo cada vez más estrecho con un mundo que al principio le era completamente ajeno. Cuando se supo que Cuarón lo había elegido, Gambon tuvo que admitir que nunca había leído los libros de Rowling y mucho menos había visto las dos películas iniciales. “Pero a partir de ese momento trabajar en la serie fue muy divertido y además me dio mucho dinero”, reconoció años después al diario The Independent.

Hubo por supuesto muchísimo más en la historia artística de Gambon, antes y después de Dumbledore. En el comienzo de su carrera fue decisivo el aporte de Laurence Olivier, que lo sumó al primer grupo de jóvenes actores que bajo su protección encontró en la National Theatre Company la mejor escuela formativa imaginable en esos tiempos. Gambon se integró a ese espacio, creado por el propio Olivier en 1963, y con el tiempo se convertiría en uno de sus mejores discípulos, sumando nada menos que 13 nominaciones a los premios Olivier, la distinción más importante que tiene hoy el teatro británico. Lo ganó dos veces, en 1986 y 1990.

Michael Gambon, junto a Robert Flemyng en el teatro Royal de Londres a fines de los años 80
Michael Gambon, junto a Robert Flemyng en el teatro Royal de Londres a fines de los años 80 - Créditos: @Georges De Keerle

Gambon había nacido en Dublín el 19 de octubre de 1940, hijo de una costurera y de un ingeniero que encontró trabajo en Londres durante la posguerra y se instaló con su familia en la zona de Camden Park cuando el pequeño Michael tenía seis años. Empezó su vida laboral con la idea de seguir los pasos de su padre: logró un primer título de técnico en ingeniería y encontró empleo en una poderosa fábrica de armamentos, naves y aviones. Pero tuvo un golpe de audacia, seguramente inspirado en sus primeros acercamientos al teatro vocacional, que le abrió las puertas al oficio que lo hizo famoso: decidió enviar una carta a un empresario irlandés con un relato fantasioso e imaginario de una supuesta vida temprana como actor casi aventurera, inventando entre otras cosas que acababa de ser protagonista de una obra de George Bernard Shaw.

El hombre se creyó el cuento y le ofreció a Gambon su primer papel profesional en 1962, un pequeño personaje (apenas una línea) en una puesta de Otelo, cuyo elenco estaba por iniciar una gira europea. La vida del actor, desde aquel primer contacto con el mundo de Shakespeare, también estuvo marcada por esas curiosas muestras de “creatividad”. Con ingenio, temperamento jovial y un humor bien británico, compartió con el mundo, cuando ya era un actor famoso, varias muestras de ese rico anecdotario. Durante muchos años mostró a otros actores una fotografía firmada por Robert De Niro que el propio Gambon había rubricado apócrifamente, antes de conocer al actor estadounidense. De Niro tomó tan bien la broma que años después lo sumó al elenco de una de las películas que dirigió, El buen pastor (2006). Y en un episodio de The Late Late Show en Irlanda, Gambon reveló que había convencido a su propia madre de que era amigo del Papa.

Michael Gambon en la serie The singing detective
Michael Gambon en la serie The singing detective

Fortalecido por aquella experiencia inicial tan osada, Gambon capturó la atención de Olivier un año después con el monólogo de Ricardo III que le permitió sumarse a ese primer elenco de alumnos elegidos personalmente por la gran figura del teatro británico. Se sumó al grupo de talentosos jóvenes (entre los cuales estaban Peter O’Toole, Frank Finlay y Derek Jacobi) que de la mano de Olivier hizo varias temporadas de clásicos shakesperianos en el histórico teatro Old Vic y luego pasó al cine. También fue Olivier quien le dio esa primera oportunidad en su Otello de 1965, donde Gambon hizo tres pequeñas apariciones.

El rápido crecimiento de la figura de Gambon se extendió a la televisión británica, que por entonces era hogar de muchísimas adaptaciones de textos clásicos. Al ver una de ellas (The Borderers), en la que personificaba al líder de un clan escocés en tiempos isabelinos, recibió una propuesta de los productores de las películas de James Bond, que estaban buscando un reemplazante después de la fallida aparición de George Lazenby en Al servicio secreto de su Majestad (1969). Fue el propio Gambon quien descartó de plano ese interés. “Les dije que no era suficientemente lindo, estaba demasiado gordo y además tenía la dentadura de un caballo”, recordó más tarde con su característico humor.

El actor junto a Emily Watson y Richard E. Grant, en una escena de Gosford Park
El actor junto a Emily Watson y Richard E. Grant, en una escena de Gosford Park - Créditos: @Getty Images

El destino de Gambon en los escenarios estaba lejos de allí. Su figura corpulenta jamás pasaba inadvertida, sobre todo en sus brillantes apariciones teatrales. Tenía además a su favor una voz extraordinariamente persuasiva, poderosa y muy adecuada para los textos clásicos. El público comenzó a distinguirlo sobre todo a través de personajes en los que mostraba en la postura, la expresión y la palabra un aire de aristocrático desdén. Aparecía en esa línea como un genuino heredero de George Sanders, aunque de un modo más enérgico y menos elegante.

De a poco, junto a la distinguida carrera teatral que llevaba adelante, se ganó un lugar en el cine y en algunas grandes producciones fílmicas para la televisión. Podía ser el héroe de alguna aventura policial (sobre todo a través de sus apariciones en The Singing Detective o como un memorable comisario Maigret) o un memorable villano, como el barbado e imponente gángster que maltrataba a Helen Mirren en El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante (1989).

Como tantos otros actores británicos de prestigio, Hollywood confió en él para sumar solidez y consistencia a los elencos de algunas producciones actuales o de época. Filmó a las órdenes de Michael Mann (El informante), Tim Burton (La leyenda del jinete sin cabeza), Kevin Costner (Pacto de justicia), Dustin Hoffman (Rigoletto en apuros) y Wes Anderson (Vida acuática). Brilló también junto a Robert Altman (notable su aparición como poderoso industrial en la trama policial de Gosford Park), Istvan Szabo (Conociendo a Julia) y Stephen Frears (Victoria y Abdul). Muchos recuerdan también sus papeles en producciones sobre momentos clave en la historia del siglo XX: fue Jorge V de Inglaterra en El discurso del rey y le dio el perfil definitivo en la pantalla al retrato del presidente Lyndon Johnson en el telefilm de HBO Camino a la guerra.

El enorme rango de posibilidades actorales que su talento le ofrecía quedó a la vista en algunas de las apariciones destacadas del tramo final de su carrera: el narrador de la comedia de los hermanos Coen ¡Salve, César!, la voz del tío Pastuzo en las dos películas de Paddington y el empresario británico que se animaba a contratar a una decadente Judy Garland en la película que le dio a Renée Zellweger el Oscar. Judy fue su última gran aparición en el cine. Todo eso ocurrió en la década pasada, cuando Gambon era convocado con frecuencia para hacer cine y a la vez enfrentaba problemas de salud que lo obligaron, muy a su pesar, a dejar el teatro para siempre. Se dio cuenta que no le quedaba otra opción que el adiós a los escenarios por las dificultades en la memoria que le impedían retener textos muy largos. No quería terminar su carrera dependiendo de un asistente que le pasara letra a través de un audífono. Prefirió despedirse antes.

Casado con Anne Miller desde 1962, tuvo un hijo. Aunque nunca se divorciaron, en años posteriores tuvo otra pareja, la escenógrafa Philippa Hart, 25 años menor que él, con la que tuvo dos hijos. “Trajo una alegría inconmensurable a los fanáticos de Harry Potter de todo el mundo con su humor, amabilidad y gracia. Siempre mantendremos su recuerdo en nuestros corazones”, se lee ahora en la cuenta oficial de X (ex Twitter) que lleva el nombre del famoso mago. La imponente figura de Dumbledore siempre estará a la altura del gran actor que la personificó.