Cuando los músculos rectos del abdomen se separan y no es por el embarazo
A lo largo de la vida diferentes circunstancias pueden hacer que se forme un espacio en el centro de los músculos del abdomen que se conoce como diástasis abdominal o diástasis de recto. Esta condición consiste en la separación excesiva entre la parte derecha y la parte izquierda del músculo recto abdominal (los cuadraditos), que se ensancha y se aleja de la línea central (denominada línea alba) que divide el cuerpo.
Este músculo abdominal está hecho de un tejido poco elástico pero muy resistente que, por un lado, hace que su rotura sea muy difícil. Sin embargo, cuando esto sucede, no permite volver fácilmente a su estado inicial. "Cuando el abdomen adquiere un aspecto flácido y descolgado y sobresale con y sin esfuerzos, puede que tengas una diástasis abdominal, explica la doctora Leyre Navarro Echeverría, de la Unidad de Suelo Pélvico del Servicio de Ginecología del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela. La mayoría de las veces es un problema meramente estético, pero en ocasiones puede ir acompañado de problemas funcionales". Por eso conviene mirarlo y buscar las causas, para tratarlo del modo adecuado.
Se suele asociar al embarazo pero hay otros factores pueden determinar la aparición de la diástasis abdominal como la obesidad, el esfuerzo excesivo (debido a la actividad física intensa sin una buena gestión de ese control de presiones) o incluso una forma de diástasis congénita. Por lo tanto, los hombres también están sujetos a esta condición. De hecho, es muy frecuente la diástasis abdominal en hombres con la conocida “barriga cervecera” y en los que se pasan con el entrenamiento.
Además, las personas con tos crónica (broncopatías) y las que toman corticoides de manera habitual son más propensas a tener diástasis de rectos. Y ojo porque hay más razones como un patrón respiratorio incorrecto, una mala higiene postural o las intervenciones quirúrgicas en la zona del abdomen. También ciertos cambios hormonales debilitan el tejido conectivo y pueden provocar esta separación de rectos del abdomen. Y sí, por supuesto, el embarazo se encuentra entre las causas más comunes de diástasis, ya que durante el estado de gestación el músculo del recto abdominal se expande hacia afuera y se distiende.
De hecho el embarazo es la primera causa natural y fisiológica de la diástasis. Se estima que hay una prevalencia de diástasis abdominal de un 27 por ciento en el segundo trimestre, que aumenta a un 66 por cieno en el tercero, persistiendo hasta casi 12 meses tras el parto. "Tras dar a luz, en la mayoría de los casos, el cuerpo poco a poco se recupera y los rectos vuelven a su sitio pero cuando esto no ocurre se convierte en una patología a la que hay que atender y buscar soluciones”,
Queda claro pues que tanto hombres como mujeres pueden sufrir diástasis abdominal y que esta separación entre los rectos se puede producir por movimientos que ejerzan una presión en la zona, por estreñimiento, por tos crónica, por sobrepeso u obesidad, como hemos visto.
En principio, la diástasis abdominal no es dolorosa y a veces no se ve, por lo que quienes la sufren no son conscientes del problema. En muchas otras ocasiones sí que suele apreciarse cuando la persona está de pie (bipedestación) o al flexionar el abdomen, pero desaparece al tumbarse. A veces también puede aparecer un bulto (tumoración) en la línea media, por encima del ombligo; se trataría de una hernia umbilical debido a la debilidad de la zona.
No siempre es fácil de reconocer porque existen diferentes tipos de diástasis abdominal: Unas más visibles al ser muy grandes a lo ancho, pero poco profundas. Otras pueden ser muy profundas, pero más cortitas a lo ancho. Otras por encima del ombligo, o por debajo, diástasis completa o alrededor del ombligo…
Aunque como apuntaba, la diástasis no siempre tiene por qué causar dolor, dependiendo de por dónde y cuánto se haya lesionado el tejido conectivo, puede generar un tipo de síntomas u otros.
Cuando la separación de la línea alba supera los 2,5 cm, la situación puede tener no solo complicaciones estéticas, sino también en términos de salud. Las alteraciones más comunes provocadas por la distensión excesiva del músculo abdominal destacan:
Un debilitamiento de la fuerza abdominal y la tonicidad, que puede desencadenar en dolor de espalda, especialmente en la región lumbar por falta de estabilidad de la musculatura. También puede molestias en la pelvis o en la cadera.
Inflamación abdominal y malas digestiones.
Problemas para controlar la orina por la debilidad de la musculatura del suelo pélvico. La incontinencia aparece también al hacer esfuerzos involuntarios, como toser o estornudar.
Puede aumentar el riesgo de contraer una hernia.
En casos muy extremos puede haber prolapso de órganos pélvicos a través de la vagina. Cuando los músculos y tejidos pélvicos no pueden soportar als órganos dado que se han debilitado o dañado, puede que uno o más órganos pélvicos caigan o presionen dentro o fuera de la vagina.
Antes de llegar a estos extremos, hay señales como la flacidez excesiva en la barriga, el estreñimiento o la dificultad para levantar objetos o realizar actividades del día a día, como caminar, que podrían ayudar a reconocer que existe un problema en los músculos del abdomen. Además, se puede tener una mala postura, sensación de barriga hinchada o de piel gelatinosa.
Aunque una diástasis debe ser cuantificada y diagnosticada vía ecografía y con test ortopédicos por fisioterapeutas especialistas, si estás preocupado y quieres salir de dudas, se puede identificar de forma fácil mediante una pequeña prueba casera previa a la consulta. La manera de saberlo es tumbándote boca arriba con las rodillas flexionadas. A continuación pones una mano detrás de la cabeza y la otra mano sobre tu abdomen, longitudinal al cuerpo. Levantas la cabeza y haces un poco de presión con las yemas de los dedos. Cuando hay diástasis, se nota una hendidura, los rectos abdominales se tensan con el esfuerzo y se evidencia la separación entre ellos, que se pueden palpar a ambos lados. Además, también es muy característico de esta lesión, al levantar la cabeza el abdomen se eleva también como haciendo una cresta.
No obstante, debes confirmarlo con un examen físico realizado por un profesional, también se pueden utilizar estudios de imagen para ver si hay una hernia simultánea y medir la separación de los músculos rectos. En función del grado de separación entre rectos y la calidad de la musculatura, se deberá abordar de un modo u otro su recuperación y adaptar un programa de ejercicios específicos.
Hay que tener en cuenta que el entrenamiento y la fisioterapia por si solas no serán efectivas si no hay una buena calidad del tejido. Por ello, es necesario mejorar la atrofia y cuidar la nutrición (incluso con dietas personalizadas enfocadas a la recuperación del colágeno) para conseguir la completa recuperación.
Y es que con unos tejidos de mala calidad, esto hará que la recuperación de la diástasis abdominal sea más lenta. Se puede tener peor calidad en los tejidos debido a malos hábitos de vida y alimenticios, al tabaquismo, a las alteraciones de la tiroides, haber pasado por quimio o radioterapia, haber sido usuaria de métodos anticonceptivos hormonales durante más de 10 años o haberse sometido a procesos y tratamientos de fertilidad.
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