Music Wins tuvo una oferta diversa y dejó un balance positivo

Metronomy
Metronomy, una de las grandes apuestas del festival Music Wins

El Music Wins, último gran festival con visitas internacionales de 2022, ofreció una cartelera inusualmente pareja hacia arriba en lo que a nombres, estilos y performances respecta, pero la entrada quedó definitivamente paga con la presentación de Metronomy . Los ingleses subieron al escenario Music a las 20.30 del sábado y empezaron con “Love Factory” un set inclasificable en cuanto a géneros pero homogéneo en intensidad: su magia radica en llegar y mantenerse en un estado de entusiasmo permanente entrando por mil flancos diferentes. Su versatilidad fue de lo más memorable que se vio en el Club Ciudad: la misma banda es capaz de encarar una versión de la era de Internet de la música disco como “The Bay” y cerrar ese mismo show con una furia protopunk al estilo Stooges con “You Could Easily Have Me”. O meterse en una recreación propia del ítalo disco con “Boy Racers” y bajar a las amenidades del pop melódico, veraniego y rasgueado con “Things Will Be Fine”. O reencarnar a B-52′s con la línea lúdica de teclado de “Corinne” para después meterse con la reformulación de la música negra bailable que intentó el rock angloparlante en los 70 (“Salted Caramel Ice Cream”, su sesión espiritista de los Stones de “Miss You” y “Call Me” de Blondie). Ayuda también que el frontman Joseph Mount tenga sobrada ayuda a la hora de arengar: toda la banda es un dínamo, empezando por el carisma de la baterista Anna Prior, el evidente disfrute de la bajista Olugbenga Adelekan y la inimputabilidad del tecladista Oscar Cash, que hasta se permitió un “¿qué mirás bobo?” en un español rengo.

Chet Faker
Chet Faker

Antes que ellos tuvo lugar otro de los puntos altos del festival: el concierto de Chet Faker, organismo musical unicelular de Nick Murphy. El músico vino a la Argentina solo (sin crew, sin manager, sin músicos: solo) y así se lo vio sobre el escenario: cantando y tocando el teclado sobre pistas, formato que en casi cualquier otro artista podría haber resultado chocante, pero que en el australiano fluye con naturalidad. Algo ancestral, casi gospel, se saboreó en su set que coincidió con la caída del sol: aunque se le suele pegar la etiqueta de trip hop y no es esto un acto de injusticia, Murphy también condensa el groove funky de Stevie Wonder (“Get High”), se inserta sigilosamente en la tradición R&B (su cover de “No Diggity” de Blackstreet) o cae en un profundo trance místico (“Talk is Cheap”). Era él y su alma sobre las tablas, pero fue imposible sacarle la vista de encima.

The Magnetic Fields
The Magnetic Fields

Otra presentación destacable fue la de The Magnetic Fields, más temprano en el escenario Wins, aunque con la salvedad de que actuar en un estadio al aire libre, en un stage gigantesco y de día conspiró contra los climas que su música intentaba construir. Quien conozca su obra podía sospecharlo, pero vale decir que Stephin Merritt es lo contrario a un frontman, sin que esto represente en sí un defecto: sentado, de chomba y boina, se limitó a anunciar los nombres de las canciones que iba tocando y a soltar un “thank you” ocasional. Con una lista que privilegió -para sorpresa de nadie- el magnífico 69 Love Songs de 1999 (seis canciones de aquel álbum sonaron en Buenos Aires, incluido el cierre con “A Chicken With Its Head Cut Off”) y un seteo de dos acústicas, cello, teclado y ukelele que -de nuevo- atentó contra su parada en un megafestival, la sensación general fue la de querer verlo otra vez lo antes posible, en un recinto más adecuado.

Algo más difícil de digerir fue el show de Devendra Banhart. El rasgo que hizo de la actuación de Metronomy un pico del evento fue el que dejó en deuda al venezolano-estadounidense: los matices (en este caso: la falta de ellos). Casi todo su concierto rondó un estilo que abrevaba un poco en la bossa, otro poco en el yacht rock setentoso y otro tanto en el folk, y debido a eso los “exabruptos” como el riff aporreante a la Television de “Let’s See”, la versión armonizada de “Helpless” de Crosby Stills Nash & Young o la exuberancia de “Carmencita” se celebraron especialmente. Las visuales, con unas olas módicas meciéndose contra unas rocas, definieron el mood a la perfección.

Devendra Banhart
Devendra Banhart

Mientras tanto, El Zar estrenaba canciones (“Bandido”) en el escenario de la isla y deleitaba con su soft funk a un grupo nutrido de gente joven y linda. Una audiencia casi idéntica se acercó al mismo lugar más tarde, a disfrutar del pop vintage de Mi Amigo Invencible mientras los franceses de The Blaze ponían al resto de los asistentes a bailar con un largo DJ set. Los madrugadores se llevaron buenas impresiones de Alvvays, Crumb y !!! y de varios artistas nacionales. El clima acompañó, la oferta fue diversa y el balance, positivo.