Mustique: de infierno plagado de mosquitos a isla de lujo escondite de la realeza

North America, West Indies, Lesser Antilles, Caribbean, Island in Saint Vincent and the Grenadines, Mustique,. (Photo by: Dukas/Universal Images Group via Getty Images)
Mustique era un nido de ratas e insectos sin luz ni agua potable (Photo by: Dukas/Universal Images Group via Getty Images)

Situada al norte de Venezuela, Mustique es hoy en día una de las islas más caras y exclusivas del planeta. Esta isla del Caribe es un auténtico paraíso al alcance de unos pocos, solo los millonarios y los ‘royal’ son asiduos a sus lujos y todo gracias a un Lord inglés y a la campechana princesa Margarita.

El noble inglés llamado Lord Colin Glenconner falleció en 2010 en Santa Lucía, otra isla caribeña, pero su nombre es muy conocido entre la jet set mundial y es que, gracias a su esfuerzo y su visión de futuro, la isla de Mustique es hoy en día lo que es.

Cuando él compró Mustique en el año 1958 lo hizo a ciegas, ¡literalmente! Le hablaron de un pedazo de tierra, una isla, en el Caribe y quiso comprarla sin ni siquiera haberla visto. Por aquel entonces su precio era elevado, 49.000€, pero si comparamos esto con el precio que actualmente alcanzaría, eso se queda en migajas, desde luego.

Pero ojo, que Lord Glenconner no compró una isla de super lujo sino un sitio virgen y sin ningún tipo de prestación. De hecho estoy segura de que en su primer viaje al lugar, se arrepintió de haber comprado Mustique y es que lo que se encontró, nada tenía que ver con sus expectativas.

Él pensó, según su mujer relató a ‘DailyMail’ que compraba una isla con hermosa vegetación y quizá fauna exótica, un lugar en el que podría relajarse y vivir la vida además de sacarle rentabilidad con algún negocio pero lo que allí había era tierra seca y una humedad asfixiante que atraía a miles de mosquitos.

Mustique
Lord Glenconner Colin Tennant, the founder of the island of Mustique. | Location: St.Lucia. (Photo by David Howells/Corbis via Getty Images)

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El sitio era prácticamente inhabitable y menos aún para la gente refinada que hoy en día disfruta del elitista trato y el sinfín de comodidades de la isla. En aquel entonces, cuando Glenconner vio esa tierra poco fértil y llena de insectos pensó que lo mejor sería plantar algodón y olvidarse, es decir, convertir Mustique en un cultivo y vender el algodón.

Lord Glenconner tuvo que estar viviendo allí mientras todo el cultivo se preparaba y lo hizo sin luz, porque no había electricidad, sin agua potable (¡no podía ni beber ni ducharse!) pero recibía cubos de agua que traían de otros lugares para poder subsistir con lo mínimo a pesar de su condición de noble inglés.

Lo peor estaba por llegar, cuando la supervivencia ya era un problema, el cultivo de algodón fue el peor quebradero de cabeza posible. Tras plantarlo en 1.300 acres esperando que se obrara el milagro, el cultivo no logró prosperar porque la tierra no era fértil y Lord Glenconner desistió por completo.

No en vano esa isla llevaba 5 años en venta antes de que él se lanzara a la aventura pero, como había invertido parte de su capital en ella se resistió a tirar la toalla y empezó a intentar remodelarla. Dos años después empezaba a ser habitable aunque ratas y mosquitos estaban por todas partes campando a sus anchas y el tema de la ducha y del agua potable, seguía siendo un espejismo.

Por obra del destino, la suerte de Glenconner cambió cuando en 1960 el yate de lujo de la Princesa Margarita atracó en Mustique porque les habían llegado voces de que un Lord inglés la estaba intentando remodelar.

Margarita y su esposo Tony dejaron que el Lord y su esposa se ducharan en su yate y los cuatro disfrutaron de una agradable cena que acabó en un regalo de bodas para Margarita que sentaría un precedente en la isla.

Glenconner le regaló a la princesa una parcela en Mustique y ella aceptó, desde aquel momento sus visitas serían frecuentes ya que a ella no le importaba la fauna silvestre del lugar con tal de desconectar rodeada de naturaleza salvaje y sin ningún tipo de lujo, comiendo latas de conservas y peces recién pescados.

La voz se corrió como la pólvora y Margarita fue quien puso la isla en el mapa. Sillas de plástico y una pequeña casita que el dueño construyó en la parcela de la ‘royal’ eran las máximas comodidades de dicho lugar sin embargo, ella era feliz en Mustique.

MUSTIQUE - JANUARY 01: Princess Margaret shows her sister, Queen Elizabeth ll around the island during the Queen and Prince Philip's visit to Mustique in 1977 in Mustique. (Photo Anwar Hussein/Getty Images).
La princesa Margarita le enseñó la isla a su hermana, la reina Isabel II, en 1977 (Photo Anwar Hussein/Getty Images).

Los años pasaron y en 1972 la casita de Margarita ya tenía pies y cabeza, pero no fue hasta 1977 cuando Mustique despegó hacia el lujo con la visita del duque de Edimburgo y la reina Isabel II. Allí hicieron snorkel con tiburones y ya había luz, agua y algunas casas construidas.

Desde que la reina puso un pie allí, todo el mundo quería una casa en Mustique, bueno, cuando digo todo el mundo me refiero a los súper millonarios. Así, artistas tan famosos como Brian Adams, Mick Jagger o David Bowie se apresuraron a construirse sus propias mansiones en el paraíso.

Mustique es, desde hace ya 45 años un lugar privado en el que las celebridades disfrutan de privacidad, lujo y sobre todo tranquilidad. De hecho la familia real británica, en gran parte responsable del éxito de la isla, sigue escapándose a Mustique cuando necesitan desconectar del mundanal ruido.

Lejos quedan las ratas y la precariedad, a día de hoy la isla tiene dos hoteles, dos restaurantes, un supermercado y dos tiendas, eso sí, a precios desorbitados acorde con el nivel adquisitivo de sus visitantes, eso sí, hay dos reglas: no ser ostentoso y no llevar cámaras profesionales, para evitar filtración de imágenes de los famosos allí hospedados.

Los precios por noche superan los 6.000€ y lo más curioso de todo es que Colin Glenconner le dejó toda su fortuna y la propiedad de Mustique a un joven de servicio en vez de a su esposa y familia pero esa, es otra historia que pronto os voy a contar.

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