Ha nacido una nueva generación de Club Kids, y son más jóvenes de lo que crees
NUEVA YORK — En una reciente fiesta de baile en Brooklyn, Berk Sawyer, con zapatos Nike y un bodi blanco cubierto de iconos urbanos, como palomas y un puesto de perritos calientes, movía la cabeza al ritmo de un bajo pesado. De vez en cuando, rebotaba con tanta fuerza que caía al suelo.
Por suerte, a sus 13 meses y 60 centímetros de estatura, Berk nunca estuvo demasiado lejos del suelo.
Berk se escapaba de su madre, Rena Deitz, en St. James Joy, una animada fiesta para todas las edades en el barrio de Clinton Hill, en Brooklyn.
Alrededor de él, había niños pequeños con sus padres por toda la calle flanqueada de edificios de piedra rojiza. Algunos tomaban cervezas, otros tomaban pecho. Como indicaba el nombre de la fiesta (alegría es la traducción de “joy”), la alegría se extendía por la línea de conga y en los giros de las parejas que bailaban salsa.
“Es uno de los pocos sitios donde se puede venir a bailar con un bebé”, comentó Deitz, de 36 años, que solía buscar vida nocturna antes de ser madre, y añadió: “Ayuda a satisfacer una necesidad”.
St. James Joy es una de las pocas fiestas de baile de Nueva York donde fanáticos de la música house y bebés encuentran juntos una dosis de vida social a plena luz del día, antes de acostarse. Es una tradición de la ciudad que ha crecido en los últimos años. En las fiestas de baile multigeneracionales, los asistentes pueden escuchar música de DJ neoyorquinos veteranos reproducida en altavoces potentes, sin remixes de “Baby Shark”. Es una alternativa para que los padres cansados encuentren desahogo en una pista de baile mientras queman energía con sus hijos. Y este verano no han faltado opciones.
Ese día en St. James Joy, Justin Carter, un DJ, bailaba con su hija Navy en hombros, y el tutú de la niña se asomaba por ambos lados de su cabeza.
“Es increíble que vivamos en esta época en Nueva York en la que hay buenas opciones donde llevar a los niños”, dijo Carter, que estaba allí con su mujer y sus otros dos hijos, y añadió: “Es una fiesta que también es divertida para los adultos”.
Carter es cofundador y DJ residente del club Nowadays, en el barrio de Ridgewood, Queens, que organiza su fiesta semanal Mister Sunday en una pista de baile al aire libre en los meses más cálidos.
Dice que sus hijos han crecido en la vida nocturna desde que estaban en el vientre materno. A los pocos días de nacer, el mayor fue a Mister Sunday, que empezó hace más de 15 años como una fiesta llamada Mister Saturday Night.
“Considero que es una cultura viva importante”, aseguró Carter. “Creo que los espacios de fiesta son instituciones culturales vitales, y es una parte tan importante de mi vida que quiero que mis hijos estén allí”.
Norman McHugh, conocido como DJ Stormin’ Norman, organizó una fiesta en 2008 para satisfacer una necesidad similar en Harlem.
Encontró un lugar en Morningside Park donde él y sus amigos podían montar tocadiscos y llevar a sus hijos. Con un permiso del parque, nació Sundae Sermon.
“Después de casi tres meses de promoción, teníamos cerca de 50 personas, y quizá la mitad de ellas eran nuestros hijos”, aseguró McHugh. “Realmente había una energía encantadora”.
Más tarde, esta fiesta popular se trasladó a St. Nicholas Park y, finalmente, al bulevar Frederick Douglass. Ha llegado a reunir hasta a 10.000 personas, sin dejar de ofrecer un espacio para que los niños corran, y ha contado con la presencia de prestigiosos DJ, entre ellos ganadores del Grammy como Louie Vega.
“Es un festival para toda la familia”, comentó McHugh.
Cuando Erika Hirano se convirtió en madre, buscó ambientes de baile más sanos y “menos de club”. Empezó a llevar a su hija Seika a Soul Summit, una fiesta de baile en Fort Greene Park, cuando solo tenía un año. “Forma parte de su ADN”, afirmó Hirano. “Es como memoria muscular”.
Sin embargo, las fiestas más recientes se han vuelto multigeneracionales de manera más accidental.
Billy De Lace ayudó a poner en marcha RebootNYC porque quería crear una fiesta de baile al aire libre para animar a la gente durante la pandemia de COVID-19.
Acotó una zona de McCarren Park, en el barrio Williamsburg de Brooklyn, colocó aros de hula hula a dos metros de distancia entre sí y encendió los altavoces. El evento se convirtió en Reboot, una fiesta itinerante con audífonos de discoteca silenciosos en espacios públicos de Brooklyn en la que fiesteros de todas las edades colorean en estaciones de dibujo o saltan en la pista de baile.
“Los adultos son nefastos”, dijo. “Cuando hay niños, la energía de la gente se regula. La gente se relaja un poco”.
En cada evento, dibuja un círculo con tiza para designar la pista de baile y pide a la gente que deje sus teléfonos fuera de él. Niños designados por De Lace se encargan de vigilar que se cumpla la prohibición de usar dispositivos móviles de manera estricta, aunque con actitud amable o pícara.
Mickey Pérez y César Toribio, ambos DJ y mejores amigos, pusieron en marcha Public Service en mayo de 2021 para ayudar a la gente a liberarse de la claustrofobia de la pandemia, inspirados en parte por St. James Joy.
Ahora, sus fiestas atraen a unas 300 personas. Las abuelas bailan al son de rumba afrocubana, música disco, hip-hop y house antiguo; niños de 9 años saltan y mueven la cabeza; niñas pequeñas se balancean de un lado a otro. No es raro que los transeúntes se sientan atraídos por el ritmo del bajo y se unan al grupo de bailadores.
“Tocar para este tipo de público, de todas las edades y condiciones sociales, cultiva su propio sonido”, concluyó Pérez.
c.2024 The New York Times Company