Natalia Jiménez, la española que descubrió su pasión por el regional mexicano en un tianguis de Ciudad de México

Natalia Jiménez no olvida que fue en un tianguis donde descubrió y aprendió del regional mexicano. (Photo by John Parra/Getty Images)
Natalia Jiménez no olvida que fue en un tianguis donde descubrió y aprendió del regional mexicano. (Photo by John Parra/Getty Images)

Nunca se sabe dónde un extranjero recién llegado a la Ciudad de México puede aprender sobre la cultura nacional. En ocasiones la mejor información está a la vuelta de la esquina en plena vía pública con los tianguis, templos populares del conocimiento que instruyeron a Natalia Jiménez sobre la música mexicana.

Fue en 2001 cuando la cantautora española firmó con Sony Music para convertirse en la voz de La Quinta Estación. Ese contrato trajo consigo la oportunidad de dejar España para instalarse en México, país en el cual despegó la agrupación con proyección hacia la comunidad latina de Estados Unidos.

Aterrizada por completo en nuestra nación, Natalia salió a recorrer las calles de la colonia donde se avecindó, la Colonia del Valle, en la alcaldía Benito Juárez. Durante sus recorridos se cautivó con el mercado sobre ruedas que se ponía a la altura de Avenida Universidad. Pero el atractivo que la atrapó no fue la fruta o la verdura, o los puestos de comida variada, sino los locales que vendían cd 's de música.

“Cuando llegué a México vivía en la Del Valle y ahí, en Avenida Universidad, antes había un tianguis que ahora ya no está. Antes había un tianguis enfrente de un periódico que es muy famoso (Reforma) que tenía las carpitas azules. Yo iba a darme una vuelta, me metía allí y empecé a escuchar música de dos tipos que no había escuchado nunca en España”, narra en entrevista con Jessie Cervantes en Jessie en Exa.

Esos tipos que atrajeron sus oídos fueron Marco Antonio Solís y Juan Gabriel. No fueron los únicos. Con sus asistencias frecuentes al tianguis descubrió a más intérpretes, sonidos y canciones del regional mexicano que le gustaban. En ocasiones preguntaba a los vendedores de discos por información de esos artistas y otras tantas a su equipo de trabajo.

“No había escuchado nunca a Marco Antonio Solís, no había escuchado a Los Tigres del Norte, a Juan Gabriel. Cuando yo escuchaba eso, iba y le preguntaba a mis músicos, les decía “oye, tío, escuché una canción que iba más o menos como ‘Tatuajes de mi…’”. “Ah, es Joan Sebastian, es buenísimo”, me decían. Entonces me ponía a buscarlo y bajaba la música. Fue allí (donde aprendí)”.

Las voces masculinas que escuchó en el tianguis fueron guiándola hacia una intérprete mexicana que la enamoró en cuanto sintió en el alma el golpe de voz con que entonaba el desgarro de un amor o un desamor. A Natalia le cambió el mundo sonoro nacional cuando oyó a Lola Beltrán.

“¡Tenía un vozarrón! Era guapísima, era un viejononón, era maravillosa. (...) Me empecé a enamorar de la idea de poder interpretar esa música”. Indagó sobre el pasado de Lola Beltrán, cómo eran los vestuarios de su época, qué letras se cantaban. Su interés por saber más la llevó también a Lucha Villa.

Con Lucha Villa, además de repasar su repertorio musical como intérprete, se tomó el tiempo de ver las películas en que actuó. Al igual que lo hizo con Beltrán, analizó sus atuendos, su presencia, su entonación. Ellas dos fueron sus primeros hallazgos e influencias del regional mexicano en voces femeninas.

Quedó tan impregnada de la música vernácula que ahora definió su nuevo y próximo proyecto, Gala mexicana, un show exclusivo para el mes de septiembre y que fijará anualmente mediante una gira por el país durante los 30 días que comprende ese mes. El espectáculo constará de puras canciones allegadas al regional. El punto de partida será este 2024.

Natalia tiene aprecio por el sonido musical de México. Guarda con cariño el recuerdo del momento y el lugar en que se le reveló por primera vez un universo inexplorado que hoy día le apasiona. El tianguis y las caminatas para ir a escuchar diversos artistas en los puestos de discos le dieron una educación que jamás imaginó y que actualmente la tiene como una de las exponentes extranjeras que canta con honor las letras rancheras, algo que hizo previamente Rocío Dúrcal.

Respecto al legado de Durcal como intérprete de música mexicana, Jiménez lo tiene muy presente. A pesar de estudiar preparatoria en el mismo colegio que Shaila Dúrcal en Madrid, ironías de la vida, se conocieron e interactuaron hasta que coincidieron en México. “Ella (Rocío) fue una influencia posterior”, precisa la cantante. No olvida y defiende que fue en la Colonia del Valle donde primero se empapó de la cultura nacional con Marco Antonio Solís, Juan Gabriel, Joan Sebastian y Lola Beltrán.

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