Natalia Téllez usa su talento desconocido en la lucha contra el abuso sexual infantil
La actriz y conductora Natalia Téllez ha puesto su granito de arena en la lucha para prevenir el abuso sexual infantil en México, y ayudar a las víctimas a sanar sus heridas emocionales, usando un talento desconocido que, en lo personal, le proporciona mucha paz, el de ilustradora.
Próximamente estrenará Las Azules, una nueva serie de Apple TV donde tiene un papel protagónico, pero lejos de cámaras y reflectores, ella se sumerge en su estudio de pintura para dedicarse a una de sus pasiones, el dibujo. Y su trabajo en las artes plásticas la ha llevado a ilustrar el libro Sanar para crecer y trascender, de Dafna Viniegra.
Que Téllez haya participado en este proyecto no es una sorpresa. La publicación aborda la historia real de la autora y su batalla diaria contra las secuelas que le dejó el abuso sexual del que es sobreviviente, un trauma que toca muy de cerca a la actriz mexicana, más aún después de convertirse en madre de Emilia, una pequeña de dos años.
Sus ilustraciones para el libro se rigen bajo tres conceptos establecidos por la autora: ¿A quién pedir ayuda cuando has sufrido una violación en la adolescencia? ¿Cómo aliviar las heridas que deja un abuso sexual en la infancia? ¿En qué momento una mujer, casi niña, se hunde en la evasión, las drogas y el alcohol por el abandono que vive?
La exploración de Téllez por el dibujo se profundizó durante la pandemia. Es un arte que trae en las venas debido a que su padre, Guillermo Téllez Brun, es pintor y escultor. Pero fue en el período pandémico que lo potenció al grado que de hoy día sus obras la llevaron a formar parte de un material que habla del abuso infantil.
"Mi terapia máxima en la vida ha sido dibujar y pintar, es algo que siempre he hecho. Si empiezas a dibujar es como si todo el ruido de la mente se fuera. En la pandemia eso me salvó la vida. Es mi terapia y no me importa si está bien hecho o mal hecho", le compartió a Memo del Bosque en su canal de YouTube en febrero.
Varios de sus cuadros asoman un patrón en su estilo: le gusta dibujar rostros femeninos. Esta fascinación por pintar mujeres también tiene que ver con su madre, una mujer que falleció cuando ella tenía 17 años y a la cual extraña, más ahora que se convirtió en mamá y quisiera compartir con ella su presente.
“Ella ha sido un motor, una inspiración. Toda mi vida ha sido un tributo a ella. Me ha ayudado a convertirme en una mujer de la que se sentiría orgullosa. Cuando creces pareciera que los papás te hacen menos falta, pero en realidad es cuando te hacen más falta. Hay más retos adultos que quisieras hablar con ellos. Cuando tuve a mi hija, me encontré necesitando más a mi mamá”.
Pese a que a muchos de sus seguidores les interesa adquirir algunos de sus dibujos o pinturas, la actriz no los pone en venta. Comparte imágenes y videos de su trabajo por una cuestión personal que tiene que ver con la pena. A ella le pesaba mostrar lo que hacía por inseguridades que ha vencido en terapia.
No desea vender sus obras porque quiere cuidar su salud mental. A lo largo de su vida ha padecido de angustia en distintos escenarios. En el caso del arte, que considera como su refugio, no quiere verse afectada por el valor monetario que puede darle a sus piezas y ello influya en exigencias que no necesita.
“Me angustio mucho en mi cabeza y no hay nada en el mundo que me dé más miedo que mi mente. Cuando no la controlo, me puede llevar a lugares horribles. (...) El dibujo es algo de lo que hago con lo que no me importa si te gusta o no, porque lo hago para mí. Me da miedo venderlo porque siento que se ensucia y entra la angustia por saber si se vende o no”.
Pero para el libro de Dafna Viniegra accedió a compartir su trabajo fuera del estudio al tratarse de un contenido que abre los ojos y visibiliza los estragos del abuso infantil. Como mujer, como mamá de una niña y como ciudadana, Natalia Téllez aboga por un horizonte feliz para todos los niños, sin abusos ni violencias de por medio. “Nuestra única responsabilidad es ser feliz”, dice. Y esa felicidad nadie la debe arrebatar.
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