La Navidad no siempre es como la pintan

La Navidad no siempre es como la pintan; con galletas de jengibre, coronas con luces, pavos horneados al centro de una mesa decorada de verde, rojo y dorado, regalos, más regalos para los niños y luces de bengala. Quizá esta es la imagen de una Navidad en CDMX, pero no en todo el país es igual. La celebración de la Navidad en México es resultado de un sincretismo cultural, religioso y gastronómico que viene evolucionando desde la Conquista; por eso, cada pueblo en el país tiene sus propios rituales, tradiciones y formas de celebrar. 

Además, en cada familia se celebra de manera distinta según el contexto; así que no existe una manera de celebrar sino ¡muchas!, ¡incontables! Aquí hay algunas de estas tradiciones rituales y culturales que ocurren en algunas partes de México. ¡Ya tienes tema de conversación para la cena de Navidad!

Las distintas maneras de celebrar la Navidad en México

La fiesta de Takari, en Michoacán

Estamos en Tiríndaro, una pequeña comunidad purépecha en el municipio de Zacapu, en Michoacán, a poco menos de dos horas hacia el oeste de Morelia. Las calles están decoradas con banderines de colores, luces navideñas y veladoras encendidas. Un grupo de personas –mujeres y hombres, de todas las edades–, vestidas con los trajes típicos, sombreros largos con listones de colores y las caras cubiertas con mascadas o máscaras de madera, danzan al ritmo de la banda que recorre el pueblo tocando a todo volumen las canciones típicas de las fiestas decembrinas –no Jingle Bells, claro que no, sino canciones con tinte católico que relatan la travesía de María y José para traer al mesías a este mundo de mortales–. Así es la fiesta de Takari, una celebración católica de la Navidad en México mezclada con la tradición purépecha que aún lucha por sobrevivir. 

La fiesta de Takari empieza con las posadas, alrededor del 15 de diciembre, y se extiende hasta Navidad o incluso un poco más. La celebración se centra en el nacimiento de Jesús, pero comienza cuando los jóvenes cargueros se van a los cerros a recoger el takari –la hierba parásita a la que también se le llama heno o cabello de ángel y que crece alrededor de las milpas–, que será utilizado para elaborar el lecho del Niño Dios en los Nacimientos de la iglesia y de cada casa del pueblo. Con esta hierba también se decora la casa del carguero mayor, quien además es el encargado de transportar al Niño Dios en Navidad.

A su regreso de la travesía, a los cargueros se les recibe con banda, música, baile y, por supuesto, una cena suculenta con pozole y buñuelos. Esta fiesta se repite a diario durante 9-15 días hasta Navidad, igual que las posadas católicas –aunque estás están adornadas de tradiciones purépechas.

Las ‘posadas’ de takari culminan con una fiesta grande, celebrada en el campo del takari con una danza tradicional: la danza del toro. Para la ocasión, las mujeres visten nahuas, se trenzan el cabello con listones de colores y cargan pañuelos para “torear” en la danza a los hombres vestidos de mezclilla, botas y sombrero. 

Para el gran banquete se sirve churipo –caldo de chile rojo con carne y verduras–, corundas –tamales triangulares rellenos de carne o queso– y tamales de ceniza. Esta es una de las tradiciones más apreciadas de la Navidad en México.

La noche de rábanos, en Oaxaca

Esta celebración poco tiene que ver con arbolitos luminosos, regalos o cenas abundantes sino con rábanos y mercados de hortalizas. La noche de rábanos es un concurso de esculturas talladas en rábanos frescos, flores inmortales y totomoxtle que se celebra desde hace más de 30 años cada 23 de diciembre en el Zócalo de la ciudad de Oaxaca. 

Cada concursante decide el tema de su escultura pero abundan los Nacimientos, las vírgenes de Guadalupe, las representaciones de la Catedral de Santo Domingo y muchas escenas complejas que, además de mostrar las habilidades de quien esculpe, cuentan historias. 

Esta celebración nació en 1987, cuando el entonces presidente municipal de Oaxaca, don Francisco Vasconcelos, convocó al primer certamen de esculturas en rábanos como parte de la estrategia para impulsar la horticultura y la floricultura del estado, sobre todo en la época navideña que era época de vigilia –sin consumo de carne roja–, según cuenta Alejandro Méndez Aquino en Noche de Rábanos. (1997). Fue tan exitoso que se quedó como una tradición oaxaqueña que atrae a turistas de otras partes de México y del mundo y, aunque no está directamente relacionada con la Navidad en México, sí está adornada del espíritu de la temporada –y de las luces del arbolito que se monta en el Zócalo año con año–.

Ramadas navideñas en Yucatán y Veracruz

Se toma una rama caída de un árbol, el que sea y se adorna con cáscaras de naranja, faroles de papel, guirnaldas, esferas, cualquier cosa colorida y navideña. Es como un arbolito de Navidad, pero portátil. Luego se toma la rama decorada y se lleva a una procesión por la ciudad, cantando villancicos locales y pidiendo “el aguinaldo” –dulces, comida, dinero– en cada casa y en cada negocio en el camino. Algunos de los cánticos tradicionales rezan algo así: “Hola buenas noches, ya estamos aquí / aquí está la rama que les prometí / que les prometí venir a cantar / pero mi aguinaldo me tienen que dar / me tienen que dar con mucho cariño / como se lo dieron los reyes al niño / los reyes al niño le dieron regalos / y usted señorita me da mi aguinaldo”. 

Como las posadas, las ramadas suceden desde el 16 hasta el 24 de diciembre por la noche y, al final de la procesión, se arma la fiesta en una casa distinta cada noche, con piñata, comida y ponche; como los festejos tradicionales de Navidad en México.

Las ramadas navideñas se han celebrado en Yucatán desde el siglo XVI, según la Arquidiócesis de Yucatán, cuando la evangelización durante la Conquista nos trajo las posadas para recordar el pasaje de la biblia que habla sobre la peregrinación de María y José en las vísperas del nacimiento de Cristo, pidiendo posada en cada casa. 

La rama –o “ramada”– también se celebra e Veracruz, Oaxaca, Tabasco, Campeche y Quintana Roo. Según el cronista veracruzano Paco Píldora, las ramas tienen un origen prehispánico que, al mezclarse con las posadas católicas que nos dejó la Conquista, resultó en la actual tradición de la ramada. “Se originaron en la región rural, fueron conformadas con tradiciones indígenas, españolas y afrocubanas —escribió—. Los indígenas, por ejemplo, realizaban una festividad cada año que coincidía con las fiestas decembrinas de ahora; ésta era representada por una rama llamada “versúchil”, identificada como la renovación de la naturaleza. Se hacía con una rama seca de huizache, que es un árbol mexicano y su nombre, náhuatl, significa ‘huele a miel’. La rama se pintaba de blanco y se adornaba con cadenas y escarolas de papel amate”.

También a veces, además de la rama, se hace un altar ambulante: una cajita con las ramas, naranjas, palmas y papel de colores en la que se coloca una imagen de la Virgen María o del Niño Dios y una pequeña vela. Tras la procesión, se ofrece “el aguinaldo”, que suelen ser buñuelos con miel de caña, toritos y otras delicias veracruzanas.

Navidad en México
Navidad en México

Foto: Canva

La búsqueda de la Flor Sagrada, en Chiapas

Esta es una tradición que también se remonta a tiempos prehispánicos, aunque terminó por mezclarse con la tradición católica. En Chiapa de Corzo, al sur de la capital chiapaneca, cada diciembre un grupo de hombres salen a las altas montañas en busca de la ‘flor sagrada’ –también llamada indiyularilo– que representa la esperanza de un mejor futuro. Con esta flor blanca, de hojas largas y anchas y varas de un metro de largo, adornan el templo de Santo Domingo para la celebración del nacimiento del niño Jesús en la noche del 24 de diciembre. 

La romería dura entre cinco y nueve días. Cada hombre carga entre cinco y seis docenas de flores y entre casi 500 cargadores logran la misión: llenar de la flor sagrada el templo. Al final de la travesía, después de más de 70 kilómetros recorridos –más de la mitad a pie–, se festeja a los peregrinos con música, café, pan y tamales.

Según cuentan los hombres floreros –quienes comienzan desde niños y hasta que cumplen 50 ó 60 años–, esta tradición no siempre estuvo relacionada con la Navidad, sino que antes se consideraba una forma de disciplinar a los varones jóvenes, para fortalecerlos física y espiritualmente; aunque ahora se acostumbra cargar una imagen del Niño Dios, “el niño florero” y celebrar su nacimiento al final de la jornada, en la Nochebuena, como dicta la tradición de la Navidad en México.

Foto: Canva

Navidad en México: qué se come en cada estado

Pavo al horno, lomo de pierna o cerdo, bacalao, ensalada navideña (de manzana), romeritos, pasta y, por supuesto, ¡ponche! Esos son los platillos navideños favoritos de las personas en México, según la encuesta ‘Diciembre’ que publicó en 2019 el Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México (UVM). Sin embargo, cada estado tiene sus propios antojitos navideños típicos. Estos son algunos de los platos tradicionales que se comen en cada estado de México.

En Nuevo León hay tamales borrachos –de cerdo con chiles rojos y especias, aunque algunas familias los hacen de cabrito, según el chef Guillermo González Beristáin–, cabrito al pastor, cortes de carne, 

En Yucatán se estila el pavo estilo yucateco, sancochado en fuego de leña y adobado con recado de achiote y lo que no puede faltar, según el chef David Cetina, es la cochinita pibil en panuchos. Además, hay salbutes de pavo, sandwichones y espagueti rojo.

En Puebla son típicos los chipotles navideños: rellenos de queso fresco, capeados y fritos; además de la ensalada de Nochebuena, hecha con jícama, manzana, naranja, mandarina, cacahuate y betabel; y los ayocotes, que, aunque son una comida cotidiana, no faltan en la mesa de Navidad.

En Michoacán se sirven corundas y uchepos (tamalitos de elote tierno), carnitas y pozole. Se acostumbra, además, el atole blanco y el minguichi –un guiso de queso Cotija añejo con chile serrano y crema–.

En Oaxaca puedes encontrar biuses –pequeños pedazos de carne y grasa de cerdo fritos en un cazo con manteca–, tamales –de puerco, de frijol, de elote, de mole–, gallinita adobada, barbacoa de borrego, pozole, guajolote en mole negro, nicuatole, atoles, buñuelos, etc.

En CDMX: bacalao, romeritos, pavo, pierna de cerdo rellena y ensalada de manzana, los platillos clásicos de la Navidad en México.

En Veracruz hay huachinango a la veracruzana (muy parecido al bacalao a la vizcaína), birria, tamales, menudo, buñuelos de jaiba, buñuelos de arroz, 

En Sonora, sobre todo al norte, puedes encontrar guacabaqui, un cocido de frijol con hueso y carne de res o cerdo al que los yaquis consideran un platillo ceremonial. En otras partes encuentras menudo, pozole y los clásicos tamales de chile colorado y carne de puerco. 

En Chiapas se acostumbra comer dulce de calabaza como parte de un ritual tzotzil que consiste en remembrar el embarazo de la Virgen María comiendo frente al atrio de la iglesia durante nueve mañanas seguidas hasta el día de Navidad.

En Guerrero se sirve pozole verde –estilo Guerrero–, barbacoa de res, pollo relleno y tamales.

En Colima, tamales de pata de mula, de frijol o de ceniza; también hay pozole, birria y hasta carnita asada. 

En Zacatecas también hay pozole, rojo o verde, y tamales de queso o de chicharrón prensado y buñuelos. 

En Tamaulipas hay carne a la tampiqieña, enchiladas tultecas, jaiba rellena, cabrito, discada, cortadillo –un guiso de carne de res y jitomate–, borrego al ataúd –asado lentamente en una caja de madera a la que llaman ataúd–, carne seca e incluso algunos platillos con venado y jabalí.

Tabasco: camarones al coco, mojarra frita, empanadas de queso, carne con chaya, tamales de frijol negro, etc. 

El menú del Estado de México es muy parecido al de CDMX, aunque es común encontrar mixiotes y tamales en la mesa navideña.

Jalisco: menudo, birria, pozole, carne en su jugo, caldo michi –una especie de sopita de pescado– y para el postre: jericallas –una especie de natilla–.

Entre Baja California y Baja California Sur varían mucho los platillos típicos de Navidad pero puedes encontrar desde taquitos de langosta hasta comida china, birria, tamales, tacos de pescado, crema de abulón y mucha comida del mar.

En Guanajuato reinan los romeritos, el bacalao y el pavo, aunque en algunas casas también se sirven enchiladas mineras.

En Hidalgo, además de romeritos y pavo, en Navidad también se sirve mole con guajolote, tamales, mixiotes y barbacoa.

Nayarit: tamales, menudo, birria de pollo, pozole y carnes asadas. De postre: plátano pancle –deshidratado y endulzado on piloncillo, cocadas y jericallas.

Quintana Roo: camarones a la plancha, tamalitos, pavo relleno… De postre: turrón de jijón y flan casero.

Campeche: queso relleno, manitas de cangrejo, pavo asado y pan de cazón –que son como una especie de enchiladas de cazón con salsa roja–, camarones al coco, poc chuc, joroches –que son como tamalitos rellenos de cazón y salseados– y, de postre, pastel de coco.

Tlaxcala: tlacoyitos de frijol, chileatole, atole de amaranto, buñuelos de requesón, tamales de piñón y muéganos huamantlecos son algunos de los platos típicos de Tlaxcala en Navidad.

Durango: menudo, gorditas, pipián, gallinita borracha –un plato muy típico– o barbacoa de olla –que generalmente es de res–.

Coahuila: cabrito, carne asada, tamales, pozole, discada y barbacoa lagunera –de borrego o de res–. 

Morelos: No pueden faltar los taquitos de cecina de Yecapixtla, aunque, al estar tan cerca de CDMX, los platillos típicos de Navidad son muy parecidos. 

Querétaro: En algunos lugares puedes encontrar chivito trapeado (que es como una birria de chivo); además de enchiladas queretanas y gorditas de migajas (de maíz martajado y rellenas de chicharrón prensado o queso enchilado hecho migaja). Para beber: charepe (una bebida a hecha de pulque, piloncillo, anís, canela y clavo).

En Sinaloa: ¡carnita asada! También barbacoa, frijoles puercos, tamales, patés –de camarón o marlin–, menudo y pozole. De postre: buñuelos y arroz con leche.

Chamorro y tamales son de los platos más típicos en San Luis Potosí; además del pavo, la pierna al horno, el bacalao y los romeritos.

En Chihuahua puedes encontrar camarones, trucha arcoiris, pavo con salsa de chile chilaca, carne asada y tamalitos. De postre: nieve de pinole con salsa de arí –una resina que producen las hormigas serranas en el árbol llamado samo y considerado un manjar chihuahuense–.

En Aguascalientes hay mondongo –como menudo–, cabrito al horno, carne tatemada, gorditas rellenas y chile aguascalientes, que es muy parecido al chile en nogada.