Nelson Goerner y un extraordinario viaje a través del universo de Rachmaninov: “No tuvo que aprender a tocar el piano, lo sentía”

Nelson Goerner, de regreso en Buenos Aires
Nelson Goerner, de regreso en Buenos Aires - Créditos: @Santiago Cichero

Este año marca un doble aniversario en torno a la figura de Sergei Rachmaninov: se cumplen 150 años de su nacimiento y 80 de su muerte. Por esta razón, a Nelson Goerner le parecía el momento ideal para concretar un deseo que tenía guardado desde hacía bastante tiempo, cuando por primera vez interpretó la integral de los conciertos para piano y orquesta del compositor y pianista ruso en Leipzig, junto al director Fabio Luisi. Dos décadas después de esa experiencia, puede al fin repetirla en el lugar en el que siempre había querido hacerla: Buenos Aires. La oportunidad vino de la mano del ciclo Colón en la Ciudad, y por esto el Festival Rachmaninov tendrá lugar en el Teatro Coliseo durante tres sábados consecutivos a partir de hoy.

Rachmaninov ha estado presente en los momentos más importantes de la carrera del pianista argentino y según afirma, es uno de los pilares de su repertorio. “Recuerdo como si fuera hoy el momento del primer ensayo cuando con 21 años preparé el Tercer concierto para la etapa final del Concurso Internacional de Piano de Ginebra. Era 1990, en ese momento lo tocaba por primera vez y siempre había querido prepararlo y tocarlo con orquesta, me sentía viviendo un sueño. Es un autor al que siempre vuelvo, y cuando lo estudio lo hago con muchas ganas y un inmenso amor. Yo no podría imaginarme mi repertorio sin incorporarlo, es una necesidad interior. Pienso que su legado para nosotros los pianistas es único e inconmensurable. Y me alegra que su valoración como compositor tenga el lugar hoy en día que se merecía tener desde siempre.”

Una integral de las obras de un compositor representa una manera muy especial de recorrer su proceso creativo y esto es lo que propone hacer Goerner. Esta primera fecha comienza con el Concierto para piano n° 1, Op. 1 y el Concierto para piano n°4, Op. 40 junto al poema sinfónico La roca, Op. 7. El sábado 23, lo esperan el Concierto n° 2, Op. 18 y la Sinfonía n°2, Op. 27 y, el sábado 30, finaliza con el Concierto para piano n°3, Op. 30 y las Danzas sinfónicas, Op. 45. “Presentar los conciertos en forma de ciclo es una especie de viaje en el que nos embarcamos todos: intérpretes y audiencia. Porque si bien Rachmaninov no las concibió para que se tocaran de esa forma, presentarlas así nos ofrece una visión de lo que fue la vida creadora de este hombre único. Vamos a empezar con el Opus 1, que escribió con apenas 17 años. Allí vamos a observar que junto a la gran espontaneidad y frescura también manifiesta un métier impresionante como compositor, una madurez lograda en el manejo de la orquestación y ni hablar de la parte pianística: eso es evidente siempre en Rachmaninov. Con él se da esa genialidad de los grandes pianistas que son compositores; tienen una relación tan idiomática con el instrumento que parece que nunca tuvieron que aprender a tocarlo, como si lo sintieran. Entienden la naturaleza del instrumento. Este es un compositor que explora prácticamente todas las posibilidades del piano,” explica.

El pianista se reencuentra con el público local con uno de sus compositores preferidos:
El pianista se reencuentra con el público local con uno de sus compositores preferidos: "Son muy pocos los que han podido dominarlo" - Créditos: @Santiago Cichero

Las grabaciones de Rachmaninov tocando Rachmaninov han servido de inspiración a Goerner. “Y no solo de cómo se debe tocar el piano, sino de como se debe de hacer música. Hay veces en las que uno escucha que sus conciertos son interpretados de una manera que solo busca seducir al público y no hay nada más lejano de su enfoque. Tiene una estructura rítmica de hierro e infinitas sutilezas que son imperceptibles. Lo que prevalece es la visión de la totalidad del conjunto. Son muy pocos los intérpretes que han podido dominarlo hasta tal punto. Y la otra figura que me inspira para interpretar esta música formidable es la de Horowitz: su versión del Tercer concierto sigue siendo única”, dice.

Para Goerner, la interpretación es una especie de fusión entre dos mundos, el del compositor y el del intérprete. “Por eso puedo decir que de alguna manera me apropio de las obras, las hago mías. El mismo Rachmaninov afirmó en una entrevista que él estaba muy abierto a formas distintas de interpretar su música. No se erigía en juez. Y yo sigo encontrándole retos siempre. Muy erróneamente se cree que es una música fácil porque su segundo y su tercer concierto tienen esa inmediatez emotiva que hacen que el público los haya adoptado enseguida. Hay algunos pseudointelectuales y snobs que lo tienen catalogado como un compositor de menor jerarquía y eso es algo que me ha irritado siempre. Para mí, la inmediatez emotiva no es un pecado, más bien la veo como una virtud. Una virtud de sinceridad. Rachmaninov no es un compositor que sigue la moda de su tiempo, el escribe con una voz interna que potente y muy original. Y esa voz precisamente como es sincera en cuanto a todo lo que expresa, le llega al público”.

La relación entre Goerner y la Filarmónica de Buenos Aires se remonta a cuando él tenía 17 años. La describe como de absoluta complicidad y cariño. “Hace apenas unas semanas estuvimos compartiendo juntos el Festival Argerich y hemos tocado infinidad de veces juntos, así que las sesiones de trabajo son un placer. Con Dinić si es la primera vez que nos encontramos, pero estamos haciendo un trabajo intenso y eso me llena de expectativa. Además, tocar junto a la Filarmónica me da la posibilidad de cumplir esa necesidad que siempre tengo de volver a la Argentina. Cuando planifico mi agenda tiene que estar este momento, es algo que espero con ansiedad y anticipación. Significa el reencuentro con un público con el cual he forjado una relación hermosa que me ha llenado de satisfacciones y también está la ilusión de conquistar amigos nuevos,” afirma.

Goerner junto a Martha Argerich en julio último, en el Colón, donde tocaron un concierto a dos pianos
Goerner junto a Martha Argerich en julio último, en el Colón, donde tocaron un concierto a dos pianos - Créditos: @ARNALDO COLOMBAROLI

Un festival, tres conciertos, tres sábados seguidos y una programación pensada para apreciar las obras de quien está considerado uno de los pianistas que marcaron el siglo XX. “El criterio para ordenar los conciertos es justamente para apreciar los contrastes que existen entre ellos. En esta primera fecha, en donde interpretamos juntos el primero y cuarto, es donde vamos a verlo con mayor fuerza. Porque en el cuarto concierto, con relación a los primeros, no es el mismo Rachmaninov. A pesar de que sigue siendo fiel a sus ideales y es por momentos reconocible en algunos temas melódicos, la escritura es completamente diferente. Es una música compleja para entrarle, por momentos muy loca, con elementos sarcásticos. No tiene la inmediatez de los anteriores. El compositor está en este momento en una situación de apertura en cuanto a la incorporación de elementos que conoce en los Estados Unidos, como por ejemplo el jazz, y las hace suyas. Y eso es lo que hace que tenga la fuerza que tiene. A pesar de que para muchos el tercer concierto es el más difícil, para mí este cuarto tiene una complejidad añadida que es la interacción entre el piano y la orquesta y desde ese punto de vista lo convierte en el más difícil de los cuatro.”

Festival Rachmaninov. Nelson Goerner, piano. Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, dirigida por Srba Dinić. Hoy, el sábado 23 y el sábado 30, a las 20. En el Teatro Coliseo, Marcelo T. de Alvear 1125. Entradas desde 6000 pesos.