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Netflix: Frutos del viento, un thriller que nunca despega

Frutos del viento, estreno de marzo en Netflix
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Frutos del viento (Windfall, Estados Unidos/2022). Dirección: Charlie McDowell. Guion: Justin Lader, Andrew Kevin Walker, sobre una idea de Jason Segel y Charlie McDowell. Fotografía: Isiah Donté Lee. Edición: David Marks. Música: Danny Bensi, Saunder Jurriaans. Elenco: Lily Collins, Jason Segel, Jesse Plemons. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: regular.

La tercera colaboración del cineasta Charlie McDowell con el guionista Justin Lader está muy por debajo de lo que supieron cosechar con esa obra distópica que fue The One I Love, la ópera prima del director protagonizada por Mark Duplass y Elisabeth Moss. Luego llegó un coqueteo poco feliz con el sci-fi con The Discovery, en el que Jason Segel y Jesse Plemons ingresaban al mundo del realizador, el cual ya parece estar definido por un rasgo insoslayable: siempre parte de un cúmulo de ideas interesantes ancladas en el thriller, pero se percibe una incapacidad para sostener la tensión durante todo el metraje.

Si bien The One I Love es la excepción a la regla, la flamante Frutos del viento es el exponente más claro de todo aquello que el tándem McDowell-Lader debería pulir. El largometraje, que ya se encuentra disponible en Netflix, está basado en una idea del cineasta y del propio Segel, quienes concibieron los primeros lineamientos de la película en plena pandemia, con la premisa de qué sucedería si el hogar más reconfortante, ese espacio que te brinda tranquilidad y seguridad, te es arrebatado por un completo extraño.

No estamos precisamente ante un tópico poco explorado, pero el equipo creativo es consciente de ello, y nos lo hace saber con sus primeras secuencias, aquellas en las que la cámara se mantiene detenida en diferentes espacios de una lujosa casa de descanso, mientras los créditos retro invaden los fotogramas con la misma contudencia con la que la banda sonora de Danny Bensi y Saunder Jurriaans hace lo propio (y más que bien, la música es uno de los aspectos más sólidos del film). Ese viaje a los thrillers hitchcockianos en el inicio es más una movida lúdica de McDowell que una aspiración, por lo cual el guiño es más que bienvenido. Los problemas aparecen cuando, en un film que se basa exclusivamente en los diálogos, no hallamos propuestas narrativas estimulantes.

Lily Collins (esposa de McDowell) viaja con su marido (el empresario sin nombre que interpreta el siempre excelente Plemons) a una casa que tienen destinada para vacacionar. Antes de su llegada, ese espacio es violentado por el personaje de Segel (quien tampoco tiene nombre), un ladrón que aprovecha la ausencia de los dueños para no solo robar algunas joyas y algo de dinero sino para descansar unas horas allí también. El arribo del matrimonio al lugar lo toma por sorpresa, pero previo a la colisión entre los protagonistas y el antagonista (roles que se van alterando con fluidez), McDowell construye una interesante secuencia en la que, con apenas unas palabras, nos dice que esa pareja a la que creíamos estable no está pasando su mejor momento, y que la esposa es la única figura consciente de esos conflictos subrepticios. La escena se convierte en una suerte de presagio, un pequeño indicio que McDowell y Lader plantan tempranamente para desarrollar a posteriori, cuando el espectador ya pudo haber perdido el interés.

Jason Segel, Lily Collins y Jesse Plemons en Frutos del viento, disponible en Netflix
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Jason Segel, Lily Collins y Jesse Plemons en Frutos del viento, disponible en Netflix (Netflix/)

Cuando el matrimonio se encuentra con el ladrón intentando huir de esa casa idílica se suscitan algunos momentos promisorios de comedia negra. Como el personaje de Plemons, para evitar que el peligro escale, decide darle una suma importante de dinero a ese intruso, deberá esperar un día para que el banco apruebe la operación. De esta forma, los tres se ven forzados a convivir en el hogar y es allí donde los pormenores del thriller se abandonan para darles espacio a diálogos un tanto superficiales y maniqueos. Frutos del viento no es sutil al intentar esbozar una crítica al capitalismo con el rol de Plemons, un empresario despiadado que McDowell utiliza como peón para sus parábolas “importantes”.

Asimismo, tampoco hay sutileza cuando Collins relata cómo es su vida de casada con ese hombre que la considera más “una esposa trofeo” que una mujer con deseos propios. Por lo tanto, y a pesar de que sí hay un enigma a resolver (¿llegará el dinero o el panorama se complicará mucho antes?), el largometraje de McDowell nunca despega y, a diferencia de lo que hizo Natalie Morales en otro género con A un click de distancia, termina siendo un film concebido en pandemia y con pocos recursos, pero sin nada sustancial para decir.