Netflix: en Wellmanía, la comediante Celeste Barber la emprende contra los imposibles estándares de belleza de las famosas

Celeste Barber, la comediante australiana que se hizo famosa parodiando a las celebridades en Instagram
Celeste Barber, la comediante australiana que se hizo famosa parodiando a las celebridades en Instagram

La comediante australiana Celeste Barber hizo pie en el humor con una estrategia nacida de nuestros tiempos: comenzó a parodiar en su cuenta de Instagram fotos de modelos, actrices y celebridades usando su propio cuerpo como materia de la comparación. Lo que en el original resultaba un ejemplo de imposible perfección, en la exposición de su figura en poses absurdas y extravagantes, consagradas al fracaso de esa aspiración, se deslizaba una mirada crítica envuelta en la burla más inocente. El hashtag #celestechallengeaccepted y la propia red social le permitieron llegar cada vez a más seguidores y recientemente su estilo de humor trepó al mainstream tras convertirse en la protagonista de la serie Wellmanía, que ya desembarcó en Netflix. Su fama en redes se complementó con su éxito en el stand up dentro y fuera de su país, y el salto a la ficción implicó una expansión de esa estrategia humorística sin traicionar sus humildes orígenes.

Celeste Barber en Wellmanía (Netflix).
Celeste Barber en Wellmanía (Netflix).

De Australia al mundo

En 2017, la actriz tenía un espectáculo de comedia en vivo en el que ponía frente a su audiencia dos fotografías en las que aparecían mujeres con cierto grado de desnudez. El público debía determinar a quien se le había permitido mantener la foto en su perfil y a quien no, y por ende el que acertaba tenía permitido beber mientras que el perdedor no. Todo se reducía, concluía Barber, a la apariencia: “una de ellas era una modelo sexy y la otra, bueno, era yo”. Así la comediante pasó de 1,8 millones de seguidores en ese año a 9,5 millones en el presente, siempre comparando fotografías de celebridades con las propias y luego filmándose en situaciones que evocaban producciones en video de las famosas más populares. Mientras Kate Upton, Nicole Kidman o alguna de las Kardashian sostenían un racimo de uvas y mostraban sus abdominales trabajados, o vestían una remera mojada que dejaba traslucir su silueta, Celeste recreaba la misma escena desbordando el sentido del ridículo al trocar las uvas por una botella de vino o sumergir la prenda húmeda en el fondo de una pileta. Algunas modelos como Cindy Crawford respondían a la parodia de su comercial de Pepsi con emojis de risas, otras como Emily Ratajkowski con un rápido bloqueo de la cuenta de Barber. Eran las reglas del juego.

Lo cierto es que la historia que comenzó en 2015 como una broma con su hermana sobre los falsos ideales que proyectaban las celebridades en público derivó en la viralización meteórica de sus posteos y convirtió esa complicidad fraternal en un retrato impiadoso sobre la representación de la mujer en la cultura contemporánea. Un tímido comentario sobre el sexismo en los medios masivos desembocó en producciones cada vez más sofisticadas que exploraban el abismo insuperable entre las “expectativas " que generaba la cultura sobre los cuerpos de las mujeres y la “realidad” con la que debían lidiar día a día sin mortificarse. El triunfo en Instagram impulsó su trabajo como actriz, hasta entonces recluida en papeles menores en algunas series australianas como Home & Away y How Not To Behave, y la llevó a integrar el elenco de The Letdown (2016), ficción sobre un grupo de mujeres y sus dificultades para lidiar con la maternidad.

Uno de los posteos de Barber en Instagram.
Uno de los posteos de Barber en Instagram.

Pese a ese aparente ascenso que supuso la serie protagonizada por Alison Bell bajo el paraguas de Netflix, el humor de Barber encontró una mejor concreción en sus propias rutinas cómicas sobre el mundo de apariencias que parecía definir a la moda desde los 90 y ahora al universo de las redes sociales. Hacia fines de la década del 2010 también escribió una guía para ser la “anti it-girl” y obtuvo reconocimiento con sus giras de comedia en varios países de Europa. Este año finalmente ha llegado su salto decisivo: tomar como blanco del humor a la actual promoción del bienestar como exigencia dominante. Wellmanía apunta a ese universo, integrado por spas y dietas estrictas, ejes de la cruzada de la crítica gastronómica que interpreta Barber en su ansiado retorno a Nueva York. La serie explora no solo las diferencias entre Australia y Estados Unidos en términos de fama y gestación de celebridades, sino también la idea del wellness como algo más que una preocupación por la salud y la alimentación, un verdadero negocio detrás de una tiranía del bienestar.

Las contradicciones del culto del bienestar

Creada por Brigid Delaney a partir de su libro, Wellmanía cuenta la historia de Liv Healy (Barber), una reputada crítica gastronómica que vive en Nueva York desde hace varios años escapando de la provinciana Sidney, ciudad donde quedó su familia. En el primer episodio le ofrecen convertirse en jurado de una especie de MasterChef neoyorquino, para lo cual debe impulsar su perfil en redes y ofrecer nuevos aires a su personaje público. Sin embargo, en las preliminares de esa elección, decide hacer un viaje relámpago a su ciudad natal para festejar el cumpleaños de Amy (JJ Fong), su mejor amiga desde la infancia. Lo que sigue es el periplo australiano de Liv, que comienza con atracones en fiestas, peleas con toda su familia y amigos, hasta coronar su desgraciado derrotero con un desmayo que concluye en la retención de su visa para volver a los Estados Unidos hasta que no se ponga en forma.

Celeste Barber en Wellmanía (Netflix).
Celeste Barber en Wellmanía (Netflix).

Liv tiene tanto de la creación de Delaney como del mismo personaje popularizado por Barber, cuya presencia se modela en el desacato a todas las exigencias de control que se impongan sobre su salud o su profesión. La actriz estuvo a bordo del proyecto desde el comienzo: había leído el libro hacía un tiempo y había imaginado la perfecta sincronía que ofrecía con su universo. Luego llegó Netflix y Barber se apuntó como protagonista y productora ejecutiva, y ensayó la colaboración con Delaney, periodista de la versión australiana de The Guardian, aportando justicia en esa distinción entre los que supone la salud y lo que remite al negocio. La primera estrategia de Liv tras la revocación de su permiso para volver a Nueva York es inscribirse en un spa de métodos no demasiado ortodoxos. Ayunos y tratamientos de shock para perder peso y recomponer sus valores excedidos la conducen a una maratón delirante donde el pub y la desobediencia a las reglas se convierten en la mejor escapatoria.

Concebida como un tornado en fiestas y reuniones sociales, Liv también esboza las contradicciones del rito casi religioso del bienestar, dispuesta a asistir al gimnasio, cronometrar sus consumos cárnicos y aspirar a una vida monacal mientras sus instintos la traicionan, pasando una noche de rotation mientras persigue a un chef neoyorquino convertido al veganismo. Para Liv, la necesidad de regresar es también un intento de eludir su historia familiar en Australia, a la que viste de provincianismo en un gesto cruel de supervivencia. Por ello el recibimiento no es del todo feliz en su país, ya que su hermano está resentido por su desinterés, su madre dolida por su arrogancia, amigos y colegas hartos de sus comentarios hirientes y su comportamiento caótico, y la tarea de restituir su salud deteriorada no es solo cuestión de abdominales y batidos de fruta sino el intento de recomponer los vínculos heridos y aquella pertenencia tan negada.

Bella Hadid vs. Barber: otra de sus producciones en redes sociales.
Bella Hadid vs. Barber: otra de sus producciones en redes sociales.

Con Wellmanía, Barber confirma que aquella perspicacia a la hora de vislumbrar en la cultura de Instagram la explotación de las ansiedades contemporáneas para cumplir con expectativas imposibles sigue con la misma energía. Su personaje enfrenta sus propias contradicciones, los límites que le impone su cuerpo, las tensiones entre los ideales que exige la fama y el costo que implica satisfacer todo ego desmedido. Y al mismo tiempo recorre todas las aristas de la comedia, la posibilidad de exponer mediante el humor aquellos aspectos de una cultura con la que lidiamos día a día sin una clara conciencia de sus consecuencias.