La Niña de Oro: una fiscal y la búsqueda de justicia

CIUDAD DE MÉXICO, mayo 11 (EL UNIVERSAL).- El escritor argentino Pablo Maurette quería que su segunda novela, La Niña de Oro (Anagrama, 2024), que es la primera novela policiaca que escribe, fuera absolutamente latinoamericana, desde el contexto económico, judicial y cultural, hasta la estructura y las características del género y las sombras de la impunidad y la injusticia que determina el sistema judicial de Argentina, Colombia o México, donde los sistemas legales los lleva una fiscalía; por eso él creó como protagonista a una fiscal mujer que, pese a toda la realidad, sólo quiere hacer bien su trabajo, resolver un crimen, acabar con la impunidad y hacer justicia.

"Me parecía que tenía que estar centrada la novela en la fiscalía, y lo que más me interesaba era la relación entre la fiscalía y la policía, que es una relación muy complicada, atravesada por cuestiones impenetrables para las dos partes, está la dinámica de la fiscalía y la de la policía que de pronto se encuentran y tratan de trabajar juntos, eso para mí tenía que estar muy presente y es algo que no aparece a menudo en la novela anglosajona", señala en entrevista Pablo Maurette (Buenos Aires, 1979).

Una novela muy latinoamericana, muy argentina, incluso muy porteña, dice el también guionista de cine y profesor en la Florida State University, que sitúa su historia en 1999, en las vísperas de las navidades de 2000, al final del milenio, tiempo en el que aparece asesinado en su casa de Buenos Aires el profesor Aníbal Doliner, las pistas apuntan a un chico prostituto albino apodado "Copito", pero luego entra en el juego un brujo africano e incluso aparece una edición de 1758 del Sistema de la naturaleza, de Carlos Linneo, el llamado "Padre de la Taxonomía".

En el desarrollo de esa investigación a Pablo Maurette le parecía muy importante "para una novela policial latinoamericana, el tema de la impunidad. En la Argentina es un tema muy presente, la gran sombra que oscurece al sistema legal es la sombra de la impunidad", y esa sombra tan latinoamericana es lo que también distingue a su novela policiaca de la novela policiaca anglosajona.

"No es que en los países anglosajones no haya impunidad, obviamente la hay, pero en el policial anglosajón en general hay justicia, el malo muere o va preso, pero tiene que haber justicia, tiene que ganar el bien, tiene que reordenarse el mundo. Esa es la idea del policía: el mundo se desordena por un crimen y se vuelve a ordenar. Y eso no funcionaba para mí bien en un policial latinoamericano, no funciona en nuestra realidad, tenía que tener un rol, si no la incertidumbre, sí la impunidad".

Maurette asegura que en nuestros sistemas legales es la fiscalía la que lleva adelante la investigación de un crimen, entonces solemos tener un sistema de injusticia y un sistema de impunidad.

Y si bien La Niña de Oro no es una novela de denuncia, sí es una novela que pinta el paisaje de esa Argentina de 1999, que es la que Pablo más conoce, la que dejó hace 20 años, aunque vuelve cada año —radica entre EU e Italia.

"La novela transcurre en el año 99, en la década del 90 fue dominada por un gobierno en particular que multiplicó la marginalidad, los asentamientos marginales que nosotros llamamos 'villas miserias', toda una generación de chicos que quedaron fuera del camino al progreso, por llamarlo de alguna manera, y no se ha vuelto atrás de eso. Desde ese año hasta ahora es cada vez peor", apunta Maurette.

Y en medio de esa realidad tan latinoamericana está su protagonista, Silvia Rey, la secretaria de fiscal que contrario a las novelas policiacas anglosajonas, ella es muy optimista. "Me interesaba que fuera un personaje no cínico, no torturado, una persona optimista, que quiere a toda costa hacer bien su trabajo, eso para mí es el único grado de heroísmo verosímil en nuestras culturas".

El personaje surgió de manera muy orgánica como mujer porque una fiscal en Buenos Aires le enseñó y explicó cómo funciona el sistema; él se propuso, simplemente, que fuera una persona inteligente y sensible. Y surgió Silvia Rey, con quien se encariñó tanto que sabe que volverá en otra novela.

Para Maurette, la literatura sólo puede ser verdadera o falsa, aunque sea ficción. Dice que lo máximo a lo que puede llegar el escritor es a construir una verdad en forma de ficción, "creo que la única manera de aspirar a eso es que surja de intereses y fascinaciones y fijaciones y obsesiones genuinas en el escritor", concluye el narrador que participará en la Feria Internacional del Libro Universitario, en Xalapa.