Ni la decadencia ni los millones de Carlos Slim: nada pudo separar a "La Tigresa" del Teatro Fru Fru

Teatro Fru Fru en Calle de Donceles, Ciudad de México. (Fotografía de Juan Carlos Fonseca Mata/Wikipedia CC BY-SA 4.0)
Teatro Fru Fru en Calle de Donceles, Ciudad de México. (Fotografía de Juan Carlos Fonseca Mata/Wikipedia CC BY-SA 4.0)

Irma Serrano, "La Tigresa", ha fallecido a los 89 años de edad. Tras su velorio en su natal Chiapas, donde vivió alejada del ojo público (salvo su último cumpleaños en diciembre pasado), el cuerpo de la actriz regresará a Ciudad de México, a su amado Teatro Fru Fru, ese recinto que al igual que ella ha sido un disruptor en la conservadora sociedad mexicana.

Vecina en algunas de las colonias de mayor plusvalía de la capital mexicana (Polanco, Lomas de Chapultepec o El Pedregal), sin duda el teatro Fru Fru es uno de los inmuebles más icónicos en la vida de "La Tigresa": espacio de numerosos espectáculos, locaciones y producciones, por el han pasado Isela Vega, Alejandro Jodorowsky, Mon Laferte, Sam Smith, entre otros.

Inaugurado el 1 de enero de 1899 bajo el nombre de Teatro Renacimiento, está ubicado en la antigua calle Puerta Falsa de San Andrés, hoy Donceles 24, a unas cuadras del Zócalo capitalino o del Palacio de Bellas Artes. Nació como uno de los más modernos en la época del Porfiriato al ser el primero en contar con electricidad.

Hacia 1906 el empresario Francisco Cardona adquirió el teatro y lo renombró en honor a su esposa, Virginia Fábregas, llamada la reina del teatro en México o también conocida como la Sarah Bernhardt mexicana, por la maestría de sus interpretaciones que hasta la propia Carmen Romero Rubio, esposa del presidente Porfirio Díaz, le aplaudía. Una vez propietaria del teatro, en ese escenario se mostró más plena, brillante y bella.

La fortuna le sonrió a Fábregas un par de años más pero la irrupción del cine mermó su economía, que también afectó en la gestión del recinto hasta que cerró intermitentemente y poco a poco cayó en el olvido por décadas.

Pero en 1973 Irma Serrano se hizo de la propiedad en una subasta de la cementera Anáhuac, aunque los detalles de dicha transacción quizá solo los supo la actriz que para esa época ya era una reconocida intérprete de música ranchera y de algunos trabajos cinematográficos al lado de David Reynos, Lucha Villa, Luis Aguilar, Emilio Fernández, Antonio Aguilar, entre otros. Tras una remodelación y nuevo bautizo, "La Tigresa" abrió las puertas del nuevo Teatro Fru Fru.

Al adquirirlo, no solo renovó su apariencia sino también la cartelera, dejando atrás las presentaciones clásicas como La dama de las camelias que protagonizó Fábregas por otras más atrevidas como A calzón amarrado, Lucrecia Borgia o Naná. Obras con temáticas de sexo, homosexualidad, relaciones lésbicas o desnudos fueron montadas y protagonizadas por la misma Irma, y generaron gran atracción.

A principios de los 80, se presentó el concepto Teatro de Medianoche, creado por el productor y director Pablo Leder, con obras dirigidas a un público estrictamente adulto, situación que terminó por consagrar la fama del recinto de polémico y transgresor, aunque los montajes teatrales se destacaron por una gran calidad en producción.

Pero el que fue alguna vez el orgullo de "La Tigresa", su posesión más valiosa, también le provocó grandes dolores de cabeza, como ocurrió a inicios de la década de los 90 cuando el Fru Fru funcionó como centro nocturno en distintas temporadas para mantenerse a flote.

A lo largo de los años Serrano también enfrentó varias disputas legales con diferentes arrendatarios, como fue el caso del actor Jorge Ortiz de Pinedo, con quien mantuvo un pleito de años por las diferencias en torno a la forma en que el también productor manejaba el teatro. "Lo habían dejado en ruinas y convertido en un antro. Estaba todo pintado de negro, parecía que hacían culto al diablo. Se habían llevado las butacas y no tenía ni salida de emergencia", acusó.

Tras recuperar el inmueble, "La Tigresa" no escatimó en la remodelación de 2001: terciopelo carmesí, bronces dorados, paredes de espejos, suntuosas arañas de cristal; un amplio lobby con piano y bar, esculturas —muchas de ellas de motivo religioso—, jarrones; escaleras alfombradas, columnas dóricas y antorchas atenienses, palcos color grana y dorado, mesas de ónix tipo arcoiris y sillas aterciopeladas, de acuerdo con la crónica de la reapertura del nuevo Fru Fru. "No podía dejar morir este lugar ya que le tengo el mismo cariño que a mi mamá o a mi papá", dijo la actriz.

Las leyendas sobre algunas actividades paranormales también han formado parte de las excusas para que el centenario teatro (124 años) una vez más esté en el semiabandono.

Algunos señalaban a la misma Irma Serrano de dedicarse a hacer rituales de magia negra y satanismo relacionados con una cabra con la finalidad de asegurar el éxito de cada obra (ella misma se llamó bruja en 2004); que la vibra negativa del lugar se debía a que tras el terremoto de 1985 en Ciudad de México, el teatro funcionó como una especie de morgue a donde acudían familiares o amigos a reconocer a sus víctimas y los espíritus han quedado ahí. Una historia más apuntaba a que los inquilinos, actores o trabajadores olvidaban pagar el tributo a la figura de Fausto con una charola colocada en el lugar. "Nos dijeron que era mejor prevenir que lamentar, entonces yo, por si las dudas, mejor le dejaba su dulce antes de cada función", dijo el actor Cristian Hernández a Más por más en 2017.

Patricio Zambrano, amigo de "La Tigresa", refiere otra versión.

En una plática con Fernando Lozano a inicios de este 2023, el exaspirante a gobernador de Nuevo León, dijo que el abandono del Teatro Fru Fru se debió a las decisiones de ahora fallecida actriz. "El error de Irma fue haber construido dos edificios gigantes, porque el Fru Fru está en un pozo, y entonces le quedaba toda la parte de arriba, y como tenía tanto dinero, hizo dos edificios, tenía 120 departamentos arriba; con el tiempo, ya no le dio mantenimiento, se aburrió, con los temblores, el teatro se empezó a resquebrajar, el escenario giratorio se enchuecó, ya no jalaba. Se metió en problemas por eso y perdió valor el teatro".

Zambrano aseguró que el mismo Carlos Slim, uno de los hombres más ricos de México y el mundo, quiso adquirir el teatro por 7 millones de dólares. "Sí se los agarro en 10, pero me tiene que prometer que esto seguirá siendo teatro", le habría dicho Serrano al empresario quien, según la anécdota, se negó a prometerlo. La transacción, evidentemente, no ocurrió.

Qué suceda ahora con el legendario teatro, queda en duda. Lo único cierto, o eso creemos, es que volverá a brillar pronto para recibir a su dueña, a Irma Serrano, y despedirla entre terciopelo y tonos dorados.

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