No deberías comprar maíz en lata y te explico por qué
Vivimos en una época llena de contradicciones: por un lado, se nos pide que comamos sano -cada vez más-. Recibimos constantemente mensajes que nos recuerdan que las frutas y verduras deben ser la base de nuestra alimentación. Es decir, que apostemos por la dieta mediterránea en todo su esplendor. Pero, al mismo tiempo, vivimos en una vorágine de tiempos rápidos en los que disponemos del tiempo justito para cocinar. Y ahí es donde vienen los problemas. ¿Cómo cuidar nuestra alimentación si no somos capaces de sacar un ratito para cocinar y nos resulta mucho más sencillo tirar de alimentos procesados?
Afortunadamente, el desarrollo de la industria alimentaria nos ha facilitado mucho las cosas: tenemos desde ensaladas completas -listas para consumir- en bolsas a verduras empaquetadas para ser calentadas en el microondas. También disponemos de una gran variedad de ingredientes que pueden presentarse en frascos, tarros o latas. En esta lista hay desde remolacha a espárragos. O guisantes o maíz dulce, aunque en este último caso conviene evaluar todas las posibilidades a nuestro alcance.
Hace unos años comenzó a ponerse en entredicho el gran número de conservantes artificiales utilizados en la industria (y que pueden reconocerse por la fórmula de la letra "e" seguida de una serie de números), muchos fabricantes de conservas vegetales sacaron pecho explicando que en su maíz dulce, por ejemplo, solo empleaban sal y azúcar. Y justo ahí estaba el problema: lo que parecía una solución solo lo era de forma parcial.
El maíz dulce en lata está sumergido en un líquido "de gobierno" creado para conservarlo en plenitud de cualidades hasta que sea consumido. El problema es cuando ese líquido de conservación incluye agua y sal para evitar la oxidación y evitar el crecimiento bacteriano. La función deshidratadora de agua y azúcar disminuye la cantidad de agua disponible para que las bacterias se reproduzcan y esto ha hecho que, desde tiempos inmemoriales, se hayan utilizado como conservantes.
En el caso del maíz en lata, muchos fabricantes juntan, efectivamente, sal y azúcar para hacer la conserva. Esto hace que, cuando lo consumimos en este formato, estamos añadiendo un aporte de ambos ingredientes a nuestra dieta. En los últimos años, hay empresas que, aprovechando el azúcar presente de manera natural en el maíz, lo han eliminado de la ecuación, pero aun así la sal sigue presente.
¿Qué podemos hacer para eliminar este extra de sal y azúcar en su mayor parte? Lo recomendable es abrir la lata, desechar el líquido y enjuagar el producto bajo el grifo durante unos segundos. De esta manera eliminaremos gran parte, aunque no el total, de ambos conservantes. ¡Ah! Y de paso haremos que el maíz recupere su sabor natural (el líquido de gobierno siempre da un regustillo que enmascara las propiedaes del producto). No son pocas las veces en las que maíz dulce de una lata sin aclarar ha arruinado una ensalada...
Pero, ¿hay alguna alternativa para consumir maíz dulce sin que tengamos que tragarnos azúcar y sodio sin necesidad? La hay. Una opción inteligente y más saludable es la del maíz congelado: en estos casos, nos encontramos que en la lista de ingredientes es maíz. Únicamente. Se trata de paquetes más grandes pero que pueden dividirse en porciones. En estos casos, basta con sacar lo que se vaya a consumir en cada momento.
Por supuesto, otra forma interesante -la mejor- es comprar una mazorca de maíz y sacarle los granos manualmente pero, como hemos dicho al principio, esto es quizá más complicado en los agitados tiempos que corren. Hasta que dispongamos de ese tiempo, mejor comprar el maíz dulce congelado y olvidarnos de las latas.