De noche con el diablo: un ejercicio de estilo que entretiene y cumple con su cometido de asustar

De noche con el diablo: un ejercicio de estilo que entretiene y cumple con su cometido de asustar
De noche con el diablo: un ejercicio de estilo que entretiene y cumple con su cometido de asustar

De noche con el diablo (Late Night With The Devil, Australia/2023). Dirección: Cameron Cairnes, Colin Cairnes. Guion: Cameron Cairnes, Colin Cairnes. Fotografía: Matthew Temple. Música: Glenn Richards. Edición: Cameron Cairnes, Colin Cairnes. Elenco: David Dastmalchian, Laura Gordon, Ian Bliss, Fayssal Bazzi, Ingrid Torelli, Rhys Auteri, Georgina Haig, Josh Quong Tart, Steve Mouzakis. Duración: 93 minutos. Calificación: apta para mayores de 13 con reservas. Distribuidora: Diamond Films. Nuestra opinión: buena.

No califica como subgénero, pero sí como un recurso recurrente al que apela el cine de terror para sumar verosimilitud a lo que sea que vaya a contar: se trata de construir una ficción a partir del supuesto hallazgo de un material grabado, único testimonio de una situación terrorífica que acabó con la vida de todos o la mayoría de sus protagonistas. Los mayores podrán hablar de Canibal Holocausto en los 80, los no tanto de El proyecto Blair Witch pisando el nuevo milenio, y los más jóvenes de Actividad paranormal o Rec. Las historias eran distintas, pero la fórmula siempre es más o menos la misma. Por eso, en el caso de De noche con el diablo, sería injusto centrarse en el modo, cuando lo que importan son los resultados.

Se termina la década del 70, y la carrera del presentador Jack Delroy (David Dastmalchian) está por estrellarse antes de despegar. Su late night Night Owls no logra salir del estatus de programa de culto, cuando lo que realmente quiere es convertirse en una leyenda del género. Ni siquiera haberle dedicado un programa a su esposa, poco antes de fallecer de cáncer, le dio el espaldarazo necesario para diferenciarse. La noche de Halloween le brinda la última oportunidad a Jack para conseguir, mediante una temática satánica, romper el techo del rating. La sucesión de situaciones paranormales quedaron registradas en ese tape, que la película muestra como única prueba de lo ocurrido.

El film de los hermanos Cameron y Colin Cairnes comienza con dos aciertos. El primero es la recreación de los programas de esa época, en estética, estilo y formato. Encuadres, actuaciones, fotografía, todo remite a los inicios de los late night, hoy circunscritos a material de archivo, testimonio de una televisión que hace rato no existe más. Lo segundo es el hecho de apropiarse de una estructura tan chata y repetitiva para construir el suspenso. De noche con el diablo comienza con un conflicto totalmente alejado del terror: el precio que se debe pagar para ser exitoso en televisión, y son los peldaños de esa búsqueda los que paulatinamente llevan al protagonista a su propio descenso a los infiernos. Pequeños malestares, situaciones difíciles de explicar y el consiguiente nerviosismo de un programa en vivo, se ponen al servicio de un relato que va en aumento, hasta explotar en el último tercio.

Para que esta idea funcione es vital la presencia de David Dastmalchian, notable en el rol principal. El funcionamiento de la película gira casi exclusivamente en torno a él, desafío que cumple conforme cae en la obsesión y la locura. En contrapartida, lo más pobre de la propuesta es, paradójicamente, su desenlace. En la búsqueda de la sorpresa como desencadenante, el guion se excede en las vueltas de tuerca, traicionando en el camino, parte de los postulados propuestos en sus dos terceras partes. Algo que ya sucede cuando el supuesto registro audiovisual se corre del set televisivo para mostrar charlas de trastienda, que confunden más de lo que aportan. En conclusión, De noche con el diablo resulta en un ejercicio de estilo que, de tan bueno, le sirve incluso para escamotear los puntos más débiles de su propuesta.