Sin novedad en el frente: un presupuesto millonario, escenas desgarradoras y un despido por imprudencia

Sin novedad en el frente (1930), de Lewis Milestone
Sin novedad en el frente (1930), de Lewis Milestone

El clásico antibélico de Erich Marie Remarque se convirtió en una de las declaraciones de paz más sentidas e inolvidables sobre los efectos devastadores de la Primera Guerra Mundial. En estos días, Netflix estrena la primera adaptación de esa novela en idioma alemán, en sintonía con la voz original del protagonista, un soldado del imperio del Káiser que veía sus ilusiones de épica y patriotismo diluidas en ríos de sangre y muerte. Pero la primera de las versiones fílmicas de aquel fascinante relato íntimo y desgarrador llegó al cine en 1930 de la mano de Lewis Milestone, un director en ascenso por entonces, emigrado desde el Imperio Ruso (hoy Moldavia) hacia los Estados Unidos, formado en sus inicios bajo el ala del pionero Thomas Ince, y convertido en uno de los artífices del naciente cine bélico. Sin novedad en el frente, filmada en los albores del cine sonoro y con una sincera impronta antibélica pese a los vientos de cambio que ya soplaban en los tempranos años 30, estableció las bases de la representación de aquella contienda de trincheras y mutilaciones para el cine, preñada de sombras y contraluces, del augurio de un tiempo de hermandad y reconciliación que pronto llegaría su final.

Hoy, casi un siglo después de la publicación de la novela de Remarque, la película alemana que estrena Netflix, dirigida por Edward Berger, intenta reponer la autenticidad de aquella mirada desde el propio idioma, la recreación de aquellas sangrientas batallas, el derrotero trágico del estudiante Paul, un joven alemán imbuido de patriotismo junto a sus amigos de adolescencia, en una gesta que pretendía la marcha triunfal a París y culminó en una pesadilla de sangre y destrucción. La inaugural versión de Milestone –en 1979, Delbert Mann filmó la segunda versión de la novela para la TV, con Richard Thomas y Ernest Borgnine- también centró sus aspiraciones en el retrato crudo y desgarrador de los resultados de esa tragedia todavía reciente, inspirada en el trabajo de Remarque y con el auspicio de un estudio que intentaba asentar su prestigio en aquel temprano Hollywood. Carl Laemmle Jr., hijo del fundador de los Estudios Universal y artífice del popular ciclo de los monstruos que convirtieron a ese sello en sinónimo del cine de terror, también vislumbró en aquel texto la gestación de una película que finalmente haría historia.

El comienzo de la historia

La novela de Erich Marie Remarque, publicada en 1929, vendió dos millones y medio de copias alrededor del mundo y fue traducida a 22 idiomas, convirtiéndose en uno de los grandes éxitos literarios de la época. Por entonces, Carl Laemmle Jr. ya marcaba el pulso del estudio fundado por su padre, una de las majors más modestas, sostenida en producciones de bajo costo y en el estreno de algún gran espectáculo por temporada. Así la Universal había producido, empujada por la fascinación del joven Laemmle por el terror y lo macabro, El jorobado de Notre Dame (1923) y El fantasma de la ópera (1925), ambas con Lon Chaney. En las vísperas del que sería el ciclo más exitoso del estudio, impulsado por las versiones de Drácula con Bela Lugosi y Frankenstein con Boris Karloff, ambas de 1931, los Laemmle anhelaban una nueva producción de envergadura que situara a su compañía a la vanguardia del nuevo cine sonoro. Comprar los derechos para filmar la novela de Remarque parecía ser la oportunidad perfecta para producir una oba magistral e inolvidable sobre la reciente guerra que había marcado al mundo.

Sin novedad en el frente (1930), de Lewis Milestone
Sin novedad en el frente (1930), de Lewis Milestone

La llamada Gran Guerra había durado más de cuatro años, consumido la vida de diez millones de personas y dejado más de veinte millones de heridos. Además fue el símbolo de la guerra moderna, signada por las mutilaciones de los excombatientes, por la convivencia brutal en las trincheras, una épica cuerpo a cuerpo que mostraba el poderío de destrucción del hombre contra sí mismo. Con los restos todavía humeantes de las pérdidas, Remarque modelaba en sus novela la condición de generación perdida de aquellos protagonistas. Pero también reflexionaba sobre el fracaso de aquel ímpetu de progreso decimonónico, la crisis de los nacionalismos, la conversión de un mundo de encantamiento, “de ansia de futuro, de sueños y de libros, en la furia de los bombardeos y la desesperación”. Llevar al cine el texto era dar imágenes a esas reflexiones, a ese intento de comprender lo que había sucedido, el malogrado camino del progreso, el sinsentido de un mundo sin esperanzas.

Lewis Milestone había trabajado bajo las órdenes de Thomas Ince al servicio del comediante Harold Lloyd a comienzos de los años 20, luego obtuvo un contrato de cuatro años con el magnate Howard Hughes para filmar Two Arabian Nights en 1927, más tarde dirigió a Norma Talmadge en Noches de Nueva York y a Emil Jannings en Perfidia, ambas de 1929, y al año siguiente llegó la gran oportunidad de su vida: tomar las riendas del gran proyecto de Laemmle y llevar al cine aquella desencantada mirada sobre la guerra. El presupuesto designado por el estudio fue de US$ 1.250.000, un monto considerable para la época. Las locaciones elegidas para situar el frente de batalla eran parte de las extensiones del estudio en California, y allí se dispusieron los más de 2000 extras utilizados en los enfrentamientos. Muchos de ellos eran exsoldados alemanes y el propio Milestone recogió anécdotas y recuerdos de los combates recordados por esos actores para aportar mayor realismo a la puesta en escena. Algunos de los veteranos que vivían en la región de Los Ángeles fueron convertidos en oficiales en la película, y el director trabajó con ellos para la transformación del espíritu de camaradería en el desencanto final.

Sin novedad en el frente (1930), de Lewis Milestone.
Sin novedad en el frente (1930), de Lewis Milestone.

El actor elegido para interpretar a Paul Baumer, el joven protagonista que oficia de narrador en la novela y que se convierte en el punto de vista de la película, fue Lew Ayres, quien por la propia experiencia del rodaje se convirtió en objetor de conciencia ante el llamado a filas en la Segunda Guerra Mundial (en ese momento, en plena campaña por el alistamiento en los Estados Unidos, sus películas fueron boicoteadas en varios cines). La dirección de actores de Milestone buscaba combinar el rústico realismo de la guerra con la poesía de los diálogos de Remarque, por ello mientras los protagonistas acusaban interpretaciones más estilizadas, muchos de los personajes secundarios fueron modelados en un temprano naturalismo. Por otra parte, las decisiones de iluminación y ambientación también amalgamaban los logros del tardío cine mudo –sobre todo los ecos del expresionismo alemán que llegaba a Hollywood junto con varios emigrados- y los avances del naciente registro sonoro, crudo y silencioso para la creación de una atmósfera opresiva e inquietante.

El presupuesto destinado por la Universal le permitió al director utilizar medios técnicos de avanzada: travellings de seguimiento y panorámicas aéreas que sobrevolaban los campos de batalla o seguían a los soldados en el recorrido por las trincheras. Una grúa de cámara especial, construida según las especificaciones del director Pál Fejös para su película Broadway (1929) en la Universal, se llevó a la locación de esta producción en Irvine y se usó para las escenas de batalla. La grúa tenía su propia rampa de hormigón, instalada varios meses antes en el lugar, lo que permitió al director de fotografía Arthur Edeson filmar los travellings extendidos . También la relajada aplicación del código Hays que regía para las producciones del momento –censura que comenzó a aplicarse con más rigor a partir de 1934- permitió un tratamiento audaz de la violencia, con la exposición de muertes cruentas, pérdida de miembros y escenas de dolor que resultaban por demás desgarradoras (lo cual llevó a considerarla una de las películas más violentas de su tiempo). En virtud de las demandas de autenticidad del director, se construyeron numerosas trincheras que reproducían las condiciones de insalubridad y hacinamiento del frente alemán a tal punto que el inspector de sanidad de California debió exigir la suspensión del rodaje para controlar las normas de higiene y resguardar la salud de los extras. El futuro director Fred Zinnemann (A la hora señalada, De aquí a la eternidad) obtuvo su primera aparición en Hollywood como chofer de ambulancia francés en la película, pero fue despedido a los pocos días por imprudencia.

Sin novedad en el frente (1930), de Lewis Milestone.
Sin novedad en el frente (1930), de Lewis Milestone.

La película tuvo algunos inconvenientes en la elección de los actores. La actriz Zasu Pitts fue elegida originalmente como la señora Baumer, madre del protagonista Paul Baumer. Sin embargo, solo el público de las proyecciones de testeo pudo ver su actuación ya que en esas mismas funciones y debido a que era una conocida actriz de comedia la audiencia comenzó a reírse tras su aparición en pantalla. Debido a ello, todas sus escenas se volvieron a filmar y Pitts fue reemplazada por Beryl Mercer. En simultáneo con la versión sonora, se filmó una versión muda que se estrenó solo en aquellos cines que aún no estaban cableados para el sonido. El único vestigio de Zasu Pitts está en el trailer original de esa versión silente, en una breve escena en la que se la ve en la cama. Una de las decisiones más importantes de Milestone, que respetó la Universal, fue la persistencia del silencio en varias de las escenas más duras, evitando que la música extradiegética contrarrestara el efecto buscado. Pese a ello, en muchas de las copias estrenadas en su momento se incluía una banda sonora agregada, al estilo de las melodías en vivo del cine silente.

En la pretensión de ofrecer un retrato realista de la guerra, Milestone deseaba exponer el impacto del desarrollo tecnológico en el uso de los armamentos. En ese sentido, al igual que ocurrió con el temprano cine de gánsters, ametralladoras y gases se convirtieron en una novedad en la pantalla. En el incipiente cine bélico, que adquiriría mayoría de edad hacia el final de la década del 30 en el preámbulo de la Segunda Guerra Mundial, también apareció la aviación como la fuerza estelar de combate (había algunos claros antecedentes como, por ejemplo, en Alas, de 1927, dirigida por William Wellman). La presentación del lado alemán de la contienda como punto de vista permitió fortalecer la experiencia traumática de los soldados, la crisis del sentimiento de patriotismo y la cruel diferencia entre la experiencia solitaria en el frente de batalla y las especulaciones de los que permanecen en la retaguardia. Milestone prestó especial atención al regreso de Paul a casa y al recibimiento de su padre con el orgullo de quien envía a su hijo a morir por su país. Como en la letra de Remarque, la película deja en claro la paradoja del combatiente: en tanto lucha por ideales que ya no reconoce propios, se siente incomprendido en el hogar y solo reconocido entre sus iguales en las trincheras. En sintonía con esta idea, algunos ajustes debieron realizarse luego de concluido el rodaje. Por ejemplo la célebre escena del final que expone el mensaje pacifista del relato fue filmada cuando ya estaba en marcha el proceso de montaje y todos los actores habían abandonado el set. Por ello la mano que se ve no es la de ninguno de los actores sino la del propio Lewis Milestone.

Una escena del film Sin novedad en el frente (1930)
Una escena del film Sin novedad en el frente (1930)

Sin novedad en el frente fue un gran éxito de crítica y público en los Estados Unidos. Ganó el Oscar a la mejor película y al mejor director –fue el segundo de Milestone luego del de Two Arabian Nights- y fue nominada a mejor guion adaptado –allí compartieron los créditos Maxwell Anderson y George Abbott, ya que el trabajo en el guion de Milestone no fue acreditado- y a la mejor fotografía por el excelente trabajo de Arthur Edenson y la colaboración del alemán Karl Freund. Los premios y el éxito empujaron el reinado del sonoro sobre el cine silente, ya que fue la primera película sonora en ser nominada y llevarse el Oscar, pero además establecieron a la Universal como un estudio competitivo dentro de un sistema que se consolidaba como la industria cinematográfica más importante del mundo. Sin embargo, la película no corrió la misma suerte en Europa . En Alemania inicialmente pasó la censura pero sufrió el embate de agitadores en los cines y la desaprobación del Reichstag. Muchas de las proyecciones sufrían ataques con bombas fétidas o invasión de ratas para espantar a los espectadores. Finalmente el ministro del Interior nazi, Wilhelm Frick, prohibió la película con el argumento de que representaba ignominiosamente a los alemanes como cobardes. Irónicamente, en la vecina Polonia, la junta de censura de ese país proscribió la película por considerarla “pro-alemana”. Más tarde fue prohibida también en Austria, en la Italia de Mussolini y en Francia, donde el veto recién se levantó en 1963.

Hoy Sin novedad en el frente es considerada una de las primeras películas que modeló el temprano cine bélico, con escenas de batalla estremecedoras, travellings complejísimos para el momento, efectos especiales sofisticados y un retrato notable de las consecuencias del combate en los soldados. Además, el gesto de asumir el bando de los alemanes como centro sería impensable para el género unos años después con la barbarie nazi como trasfondo. La película de Milestone asume los miedos y las contradicciones de las tropas, revela la responsabilidad de las ambiciones imperiales de los Estados europeos en el inicio de la contienda y las decisiones de los Altos Mandos en el devenir del conflicto y la consecuente masacre. Por último, fue el modelo de muchas películas que vendrían después sobre la guerra, como La patrulla infernal (1957) de Stanley Kubrick, y la medida de aproximación en clave pacifista para una guerra posterior como Vietnam. Autor de novelas célebres como Tres camaradas y Tiempo de vivir, tiempo de morir –la primera adaptada por Frank Borzage en 1938 y la segunda por Douglas Sirk en 1958- Erich Marie Remarque abandonó Alemania después del éxito de su novela y el escándalo que trajo la película. Su obra fue prohibida por el nazismo por considerarla antipatriótica.