Fue la última novia de “El Zorro”, habló con él antes de su trágico final y revela un dato jamás contado: “Lo quiero dejar en claro”
“Quiero dejar bien claro de una vez por todas que Guy Williams murió el 1° de mayo de 1989 y no el 30 de abril como repiten todos. Yo esa noche del 30 estuve hablando por teléfono con él desde las diez de la noche hasta las doce que se fue a dormir”, detalla, a LA NACIÓN, Aracelli Lisazo, una de las novias que tuvo El Zorro en la Argentina.
De inmediato agrega como para que no queden dudas: “Al otro día quedó en llamarme a casa de mi mamá en Los Toldos porque era mi cumpleaños, para anunciarle que nos íbamos a casar ahí en el pueblo. Me sorprendió que no lo hiciera; pensé que quizás había tenido un problema, pero nunca que estaría muerto”.
Aracelli hace una pausa y brinda detalles precisos acerca de sus dichos: “Yo no hablo a través de especulaciones. Sé que él salió con otras mujeres aquí en el país, no soy infantil, pero con ninguna de ellas convivió bajo el mismo techo. Fui la única con la que compartió un hogar, que en definitiva era lo que deseaba, no miento. Recuerdo que me dijo: ‘Mi piccolina principessa –porque hablábamos en italiano- Domani sorprenderò la notizia del matrimonio con tua mamma”.
Lamentablemente Guy no pudo cumplir ese ansiado deseo. Así lo explica Aracelli: “Murió al lado de la cama, se estaba vistiendo. Tenía una manga de la camisa puesta y la otra por poner. Una chinela calzada y la otra cerca. Cuando el encargado del edificio advirtió que había olor llamó a la policía. Era el 6 de mayo. Fernando Lúpiz, que era su amigo, y para mí también como una especie de hermano, me contó que su rostro evidenciaba que había padecido una hemorragia cerebral. Cuando me lo dijo me puse a pensar, me generó muchas dudas...”.
-¿Respecto a las causas de su muerte?
-Sí, me dio tanta tristeza la muerte tan repentina del hombre que soñaba con casarse conmigo que me puse seriamente a analizar si no le habían hecho algo, si lo pudieron haber matado.
-¿Pero quién y por qué? ¿Usted sospechaba de alguien?
-Había una chica europea que estaba enamorada de él. El tío lo sabía y la celaba mucho, era gente poderosa, de mucho dinero. Guy me contaba que la chica como que lo acosaba. Lo llamaba por teléfono, por portero eléctrico... Pensé que por ese lado podría haber habido algo. Pero por el estado de putrefacción del cadáver sus vísceras no pudieron ser muy bien analizadas. No sé, se me cruzó por la cabeza que pudieron haberlo envenenado. Hay venenos que desaparecen. Él estaba con la calefacción encendida tirado en el suelo en su cuarto, no en el baño como mintieron varios.
-¿Esa joven a la que se refiere tenía acceso a su departamento?
-No, pero bueno... Quizá lo buscó y se metió en su casa. O haya ido con el tío insistiendo con que quería visitarlo y para que no lo siguieran molestando los recibió. Él me dijo que le tocaba seguido el timbre del departamento, que lo buscaba en la Recoleta cuando iba a La Biela. Era muy chica y a él no le interesaba nada. Son razonamientos que hice en medio de mucho dolor por su pérdida. Lo hablamos y analizamos mucho con su biógrafo argentino, Alejandro Amaro, que tiene escrito un libro con su vida en la Argentina que todavía no se publicó.
-¿Qué hizo cuando no tuvo noticias de él?
-Yo estaba en el campo como te conté antes. Quise pasar mi cumpleaños y el de mi hermana, porque las dos nacimos el mismo día, con nuestra madre. A Guy le encantaba Los Toldos. Vivió muchos meses conmigo en el campo de nuestra familia. Empecé a llamarlo; como no respondió pensé que le podría haber pasado algo a algún hijo en Estados Unidos y se tuvo que ir urgente sin avisar. O se había arrepentido de pedir mi mano, también podía ser. Me acordé de que cuando me fui me quiso dar la llave del departamento y no la encontraba. Solo me entregó la de entrada al edificio que la tenía cerca. No me olvido más, le dije: “¡Mirá si te pasa algo!”. Me contestó entre carcajadas: “Me van a encontrar por el olor”. Y así ocurrió. A la distancia parece increíble.
-¿Cuántos años compartió con Guy?
-En total once años, con interrupciones. Primero de amigos, luego cinco de pareja. Lo conocí en el 78. Yo vivía en Roma, estaba de novia con Tito Lectoure. Nos vinimos para la Argentina. La relación venía desgastada porque el boxeo es un deporte que a mí nunca me gustó. Fuimos a Mar del Plata, él a ver box, yo al circo Real Madrid donde estaba mi amigo Fernando Lúpiz con El Zorro. Lo visité en el camarín, me dio un abrazo con vuelta en el aire. Guy observaba sorprendido. Cuando cruzamos miradas se produjo el flechazo. Estaba sin antifaz, con esos ojazos verdes que tenía, divino... Le hablé en italiano y me contestó, era su segundo idioma. Siempre me repetía: “Piccolina principessa, tu sei l’amore della mia vita”. Empezamos a jugar al ajedrez todos los días, hablábamos de Mozart, de Bach, no nos separamos nunca más. Él había venido separado de su mujer, no divorciado. Y comenzó la historia. Luego viajó a los Estados Unidos...
-¿Es verdad que perdió un embarazo de Guy?
-Sí, pura verdad, estaba casi de dos meses. Fue en pleno vuelo; cuando llegué al Aeropuerto de Ezeiza me esperaba una ambulancia pero nada se pudo hacer lamentablemente, porque un hijo me hubiese permitido seguir en contacto físico con él, con su sangre.
-¿Y cómo continuó la historia de amor?
-Pasó tiempo y cuando regresó yo me casaba en tres días. Ya tenía todo organizado, lo hacía medio por despecho. No tuve el coraje para suspenderlo. Estaba enojada con él porque no había comunicación, no sabía que se estaba divorciando, nunca me lo había dicho. Pero se apareció acá. Me mandó un telegrama: “Llego el lunes a las 5 de la tarde”. Y fui a buscarlo al aeropuerto con la partida de casamiento en la mano. Bajó del avión con el documento del divorcio. Quiso sorprenderme y vaya si lo logró. Igual me casé, pero un día mi marido me pegó, le conté a Guy y me propuso: “Venite conmigo”. Lo dejé a mi esposo, él la echó a Patricia, la novia que tenía porque había hecho cosas que no le gustaron. Estaba feliz, ni pobre ni triste como algunos especularon, una mentira. Lamentablemente la muerte nos separó cuando nos íbamos a casar. Al entierro ninguna de esas novias que tuvo fue a despedirlo. Yo sí estaba ahí, con más de 40 grados de fiebre pero no podía faltar. Me acompañó mi ex en un gesto humanitario que tuvo después de haberme golpeado. Él agarró una manija del cajón y me dio la mano. A mi lado estaba Zulma Faiad, nunca sufrí tanto en mi vida...
-¿Pudo hablar con los hijos?
-Los hijos, Steve y Tony, nunca vinieron a buscar ni las cenizas, jamás estuvieron en la Argentina en los once años que vivió el padre acá. Un amigo les mandó todo para allá. Sacaron el dinero, eso sí. Ni siquiera lo llamaban ni se preocupaban por él.
-¿No le dejó nada a usted a manera de herencia después de tantos años compartidos?
-No sé si me dejó algo, no sé si hubo testamento. De repente se dieron vuelta las cosas. Capaz dejó pero soy consciente de que nunca lo voy a saber. Una vez me dijeron que un abogado me buscaba pero nunca me enteré de nada. Él me amaba demasiado, me había prometido que nos íbamos a ir a vivir en un barco para que ya nadie nos molestara...