La obsesión por Harry Styles es su gran enemiga en su salto al cine

Harry Styles en 'My policeman'. Foto: Parisa Taghizadeh. © AMAZON CONTENT SERVICES LLC
Harry Styles en 'My policeman'. Foto: Parisa Taghizadeh. © AMAZON CONTENT SERVICES LLC

Harry Styles estrena película. Otra más y en un mismo año. Porque después del ruido mediático que arrastró No te preocupes querida (y que no repercutió en taquilla) por culpa de los dimes y diretes entre la protagonista, Florence Pugh, y la directora y novia del cantante, Olivia Wilde, el ídolo de masas aterriza en Amazon Prime Video con su primera incursión en el drama. Se trata de My policeman, una película que a pesar de sus buenas intenciones refleja la obsesión superficial que persigue a esta súper estrella de la música, y que no le hace ningún favor como actor en ciernes.

Dirigida por Michael Grandage (El editor de libros) a partir de la novela homónima de Bethan Roberts, My policeman fusiona la representación LGBT, la represión dentro de un contexto histórico puntual y el ansía de libertad en el amor a través de tres personajes. La historia transcurre en la ciudad costera de Brighton en la Inglaterra de los años 50; una era marcada por la persecución social y policial contra los homosexuales bajo el amparo de la ley. Harry Styles interpreta a un policía llamado Tom que contrae matrimonio con Marion (interpretada por Emma Corrin, a quien conocimos como Diana de Gales en The Crown), con la mera intención de crear una fachada protectora a futuro mientras mantiene un romance clandestino con su verdadero amor, el curador de un museo llamado Patrick (en la piel de David Dawson).

Al tratarse de un triángulo amoroso dividido entre dos relaciones marcadas por la pasión y el engaño, Harry Styles se ubica justamente en el centro como objeto de deseo de ambas partes. De Patrick y Marion. Sin embargo, el actor y cantante no logra conectar con la audiencia a través de su personaje. Su versión de Tom no resulta tan devastadoramente irresistible ni carismática como para creernos que sea tan deseado más allá de su apariencia. No se trata de un tipo arrebatadoramente inteligente ni que aporte nada especial a la trama más allá de su belleza y el vaivén complaciente que consiente a cada relación. Sino que son Patrick y Marion los personajes verdaderamente profundos e interesantes.

David Dawson, Emma Corrin y Harry Styles en 'My policeman'. Foto: Parisa Taghizadeh. © Amazon Content Services LLC
David Dawson, Emma Corrin y Harry Styles en 'My policeman'. Foto: Parisa Taghizadeh. © Amazon Content Services LLC

Por eso, para convencernos de su rol como objeto de deseo carnal, el director opta por lucir la belleza del cantante desde diferentes ángulos. Como planos de su famosa sonrisa, su cuerpo semi desnudo luciendo músculos en una piscina, secuencias sexuales donde se convierte en el centro de la acción amorosa pasional o miradas cómplices entre el trío en cuestión que lo colocan siempre en el centro de la situación.

De esta manera, Harry Styles no consigue hacer un ejercicio interpretativo convincente sino que transmite la sensación de estar a merced de un guion que le va dictando hacia dónde moverse, sin tomar riesgos, sin convencernos de la valía de su personaje como objeto de deseo, sino que la cámara se encarga de hacerlo por él. Y en el proceso termina perdiendo la oportunidad de pulir aún más esta nueva faceta artística que comenzó hace cinco años con Dunkerque.

En cambio, Emma Corrin y David Dawson realizan un trabajo impecable como amantes de Harry Styles. Cada uno logra transmitirnos la pasión y los celos, el deseo y la frustración, que arrastran por culpa del amor y la decisión de Tom de mantenerse en un punto intermedio, engañando a una y escondiendo al otro. Sin embargo, si Harry Styles no destaca como ellos no es culpa completamente suya, sino que creo que hay parte de responsabilidad en esa obsesión que le rodea como ídolo de masas. Después de todo, podemos imaginar que contar con su presencia supone una baza interesante para cualquier proyecto, al tener el potencial de despertar el interés de espectadores que, de otra manera, jamás se acercarían a ver este tipo de historias. Por lo tanto, usar esa obsesión a favor de la cámara probablemente sea difícil de evitar. No obstante, a él no termina sirviéndole de mucho.

Harry Styles y Emma Corrin en 'My policeman'. Foto: Parisa Taghizadeh. © Amazon Content Services LLC
Harry Styles y Emma Corrin en 'My policeman'. Foto: Parisa Taghizadeh. © Amazon Content Services LLC

Porque le sirvieron un personaje sin desafío interpretativo al dar vida a un objeto de deseo que ya interpreta cada vez que está arriba de un escenario, sirviéndole en bandeja el desarrollo narrativo con ayuda de planos perfectos. Al final, restándole una gran oportunidad de profundizar y crear conexión dramática con el espectador.

Curiosamente sucedía algo similar en No te preocupes querida. Si bien aquel thriller psicológico terminaba dando un giro sorpresa (precipitado y decepcionante por culpa de la falta de ritmo decisivo que marcaba todo el metraje) y donde Harry Styles podía cambiar de apariencia y pegarse unos cuantos gritos, lo cierto es que gran parte de la historia lo dejaba en un segundo plano como marido sexual, pasional, comprometido y guaperas. Hasta bailando dejaban que luciera todo su encanto musical.

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My policeman alberga buenas intenciones como análisis de una era, la represión y la libertad, pero se queda corta a la hora de tomar riesgos y ofrecer una narrativa contundente. Y es una pena, porque tenía las papeletas para crecerse y otorgar una plataforma en la que Harry Styles realmente se arriesgara con un personaje que podía haber dado mucho más que un mero objeto superficial. Al final, esa obsesión e interés por exprimir su belleza como baza comercial se convierte en su gran enemiga al no permitirle explorar, arriesgar y ponerse a prueba como actor dejando que la cámara lo haga todo por él. Y con dos películas en un mismo año nos queda la sensación de no conocerlo todavía como actor.

My policeman está disponible en Amazon Prime Video desde el 4 de noviembre.

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