Y al octavo día, Iván conoció el mar

Bilbao (España), 29 jul (EFE).- Amaneció en la ciudad española de Bilbao (norte) la octava jornada de la expedición Vuelta al Mundo, en la que 36 jóvenes iberoamericanos homenajean a Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano por la primera circunnavegación del mundo (1519-1521), y el paraguayo Iván vio el mar por primera vez.

A Iván Fariña le brillaban los ojos desde la escalera de la playa de Ereaga. No conocía el mar y la expedición española le ha permitido seguir viviendo primeras veces.

"Soy de un país del interior", decía a EFE intentando explicar la lágrima que no terminaba de brotar, pero era fácil de reconocer: "siento una emoción muy fuerte".

Tiene 19 años, es de Asunción, la capital de Paraguay, el único país de Sudamérica junto a Bolivia que no tiene salida al mar.

Iván lleva ocho días recorriendo parte de España y Portugal y aún le quedan otras quince jornadas para completar las nuevas experiencias que ofrece la expedición, la primera edición de un proyecto financiado por la Agencia Española de Cooperación al Desarrollo (AECID) y auspiciado por entidades como la Secretaría General Iberoamericana (Segib), en la que participan 36 jóvenes iberoamericanos de 18 y 19 años que han sido completamente becados.

Un poco antes de diez de la mañana, Iván se acercaba tímidamente al agua. Primero observación, después experimentación. Sin quitarse las botas, caminó sobre la orilla mojándose hasta los tobillos y con decisión introdujo las manos entre el agua y la arena para, sin poder saberlo, salir con ellas con la sensación del agua salada.

SER DEL INTERIOR

Se movía entre una treintena de jóvenes que daba al mar por sentado, acostumbrados a veranear o vivir en poblaciones costeras, y sorprendía que él quedara impresionado por su inmensidad.

"Hoy fui al mar, lo conocí por primera vez y fue muy emotivo ya que mi país es mediterráneo -rodeado de tierra-, fue una experiencia muy hermosa ya que pude ir y tocar el mar", narraba.

Para este joven, que únicamente había viajado al interior de Argentina antes de esta expedición, estar en una playa es "algo inolvidable": "un sueño hecho realidad que esperaba hacer desde hace muchos años".

"Era como un meta que quería cumplir, tocar y probar el agua, me he quedado con muchas ganas de bañarme", decía el paraguayo por al comienzo del día, cuando aún la intensa agenda de esta expedición relegaba el primer chapuzón de Iván a la noche.

Tenía claro que introducirse en el agua iba a ser "algo hermoso", un día que no "iba a olvidar".

Una jornada irrepetible que vivió este paraguayo y también su compañero boliviano Isván Rengifo que se quedó resignado al no poder bañarse nada más ver el agua por primera vez.

Isván reconoce que, como boliviano "emociona mucho" porque el país no tiene "mar ni salida al mar" por lo que también la experiencia no solo es excitante sino también "extraña".

Cuando lo vio aun de lejos pensó: "bueno aquí me meto, pero me cae una arrepiada (reprimenda) por meterme, ya me meto en la noche".

"Hoy día fue mi primera vez, ayer lo vi de lejos, pero hoy pude tocar el agua, estuve tentado a meterme", algo que hizo horas después: "ya tenía mucha emoción de estar ahí pero te transmite una paz, una tranquilidad, como también puede dar miedo porque el mar es inmenso", compartía.

Con la noche entrada en la playa de Ereaga, ambos latinoamericanos del interior formaron parte de un rito iniciático en la vida, se zambulleron, notaron la presencia de la sal que les hizo flotar más fácil, sacaron la lengua para testarla y se rascaron los ojos por su efecto.

Al octavo día de esta expedición, que pretende ser un "viaje ilustrado", los dos jóvenes arrancaron una etapa lejos de casa, pero cerca del mar.

Macarena Soto

(c) Agencia EFE