OPINIÓN: 'La venganza del segundón', desde California toda una campaña contra la monarquía inglesa
Rompió el récord Guinness por la rapidez de ventas que superaron el millón y medio de ejemplares en lengua inglesa. Spare (En la sombra) se convirtió en el libro no ficción con mayor salida en la historia. Se prepara ya una segunda edición. El documental “Harry and Meghan” mantiene un alto puntaje en Netflix. El príncipe continúa su campaña publicitaria otorgando entrevistas. El palacio Buckingham responde esbozando los planes para los tres días de festejos que marquen la coronación de Carlos III. Por supuesto, el fisco inglés corre con los gastos de la ceremonia.
Esta ficción real cuesta a los contribuyentes británicos 80 millones de libras esterlinas al año.
La dinastía Windsor es una fábula creación de Jorge V, quien quiso sanear en la Primera Guerra Mundial de nombres alemanes los títulos nobiliarios (desde Battenberg hasta Mountbatten) y la monarquía Saxe-Coburg-Gotha rebautizada Windsor. El príncipe Enrique “Harry” desde California se ha dado a la tarea de desmitificar la corona inglesa, reliquia tan poderosa que recibe el nombre de “la empresa” (the firm) o el establecimiento (“the establishment”).
Gran teatro
El fisco ha pagado la renovación del palacio de Buckingham, los gastos de viajes (aumentaron 15.000 libras), la servidumbre y el cuidado de los palacios. El equipo de seguridad permanente depende de un acápite separado y secreto de la Tesorería.
Con el dinero del fisco y la industria de famosos y famosillos, los Windsor montan funciones de gran teatro: bodas, funerales, coronaciones, viajes, banquetes, órdenes honoríficas o de procedencia feudal, medallas y títulos. Para ello se habilitan de carrozas, caballos, soldados estrafalariamente ataviados. Llevan coronas, tiaras y otras deslumbrantes joyas. Mantienen siempre una distancia prudencial y cualquier contacto con el pueblo es ensayado y coordinado con estricto protocolo. La deificación del monarca y su familia ofrece un símbolo patrio, desvía la atención de las crisis nacionales y otorga estabilidad que evita revueltas por mal gobierno, desigualdad socioeconómica y discriminación racial. Estos personajes se desenvuelven en escenarios dignos de los legendarios teatros Old Vic, The Globe el National o el Royal Shakespeare. Su labor: entretener.
Desviar la atención
En los últimos años una población al tanto de divorcios y escándalos ha pasado por alto la corrupción, ineptitud y fragmentación del ala conservadora Tory y el vacío en el liderazgo laborista. Ignoran los asesinatos -aún con material radioactivo- encargos del Kremlin. Los oligarcas rusos se reciben con brazos abiertos. El hijo de un agente de la KGB ocupa un puesto en la Cámara de los Lores. Grandes sectores exclusivos londinenses como Belgravia se han convertido en enclaves rusos. Cambridge Analytica (subsidiaria de la empresa de inteligencia SCL según Bloomberg, Companies House y las investigaciones de Robert Mueller) operaban desde Londres. Salvo los afectados, pocos reparan que los recortes en Salud Pública (National Health) han dado como resultado largas esperas y atención médica mediocre.
Nigel Farrage, activista de Brexit estableció un despacho en Moscú y fue investigado por Robert Mueller por una posible interferencia en las elecciones norteamericanas del 2016. El 2017 le vio colaborando con “CalExit” una idea de dividir el estado de California en dos, respondiendo a fines políticos.
Prensa aliada
El libro En la sombra de Enrique (Harry), duque de Sussex, delata dos elementos: el sistema de “rota” por el que Buckingham agasaja y da acceso a ciertos periódicos para comprar lealtad y que los voceros palaciegos utilizan para “plantear noticias” esparcir rumores y especulaciones. Los lacayos así llamados expertos u observadores de la realeza repiten variaciones del mensaje recibido. Este tipo de notas generan interés y son en extremo rentables para los tabloides, revistas de periodismo rosa y “clicks” en los blogs u otros sitios internáuticos.
Un príncipe herido
Tenemos que ver en Harry un individuo herido con complejo edipal sin resolver: el amor y nexo con una madre bella, tierna, se ve tronchado por la traición de un padre distante, un divorcio y la muerte de la princesa Diana. El trauma reprimido lo “fija” en su amor materno que hace imposible -dada la personalidad del padre- una sana asociación paterna en las etapas de desarrollo psicosexual. No hay más que escuchar sus repetidas referencias a “Mooom” (mamá) con la “o” alargada. Echa mano, con situación traumática y los múltiples retos, a la ayuda de un psicoterapeuta.
La rivalidad entre hermanos (“sibling rivalry”) aparece por primera vez en el libro. Se comenta que Carlos, el día del nacimiento de Harry susurró a Diana “me diste un heredero y ahora un segundo (“segundón”) de repuesto”. Ya Guillermo (William) evitaba y pidió distancia a su hermano menor en la escuela Eton. Relata en entrevistas y el libro las tensiones con un Guillermo que tomaba muy en serio su próximo paso a Príncipe de Gales. Hace hincapié en la violencia de un ataque a golpes que recibiera del primogénito. Fue, de nuevo, al psicoterapeuta, donde acudió de inmediato para manejar el incidente.
Algo que pocos observan en el libro es la ansiedad de castración (castration anxiety) en el príncipe Harry. Ofrece detalles de su circuncisión. Explica (quizás relacionado a la rivalidad con su hermano) de las quemaduras en su miembro viril como resultado de un viaje al Polo Norte.
Acoso de la prensa
El libro, documental y entrevistas son condena de la prensa: causa del accidente que pusiera fin a la vida de la princesa Diana. Señala a los paparazzi que sin reparos continuaron a hacer fotos a la malherida princesa dentro del auto. Apunta a los “expertos u observadores” reales que pululan en la televisión y tabloides ingleses. Acusa a los gabinetes palaciegos y a la prensa británica de racismo, cargan con la responsabilidad del antagonismo contra su esposa Meghan Markle.
En Netflix ofrece pruebas de prensa-sabueso. Incluye grabaciones de helicópteros, drones y paparazzi que les siguieron a Canadá y luego al hogar de Tyler Perry, generoso anfitrión californiano. Este último se vio en la necesidad de rediseñar el exterior de su mansión para otorgar a sus huéspedes cierta privacidad.
Después de la entrevista con Oprah Winfrey, el duque de Sussex puso en marcha una nueva estrategia: cambiar las reglas del juego. Sería él quien contara su historia y pusiera de manifiesto lo que se esconde tras las paredes de los palacios, la complicidad, racismo e impunidad de los medios. Ya había ganado un pleito en Londres y ahora les iba a ganar el juego financiero. Sus denuncias en Netflix y el libro le han reportado una suma envidia de tabloides y analistas. Los Windsor, al tanto de las movidas de Harry, permanecen ansiosos y han quedado mal parados. Cuentan con los incondicionales que vuelven a “filtrar comentarios”. Uno, muy criticado, sugirió arrastrar a la Markle por el polvo de toda ciudad británica.
La preocupación de los monárquicos es la posible invitación a la coronación de su padre, Carlos III. Con más de $120.000.000 entre el libro y la serie Netflix, los Sussex cuentan libremente su versión de la alianza entre Palacio y prensa. En Montecitos juegan con sus niños (él descalzo y en pantalones cortos) fugándose como enamorados a la playa de Big Sur. Por el momento no se han despojado de los títulos nobiliarios.
Justo J. Sánchez, analista cultural se desempeñó como periodista en Nueva York y como profesor universitario en Estados Unidos e Italia. El análisis psicoanalítico se basa en sus cursos con el catedrático Philip Holzman en Harvard y lecturas dirigidas sobre psicoanálisis (en castellano) con el Dr. Antonio Ramírez de Lucas.
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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.