Orson Welles y Gina Lollobrigida, cara a cara en Venecia: entrevista en el origen del mito

Venecia (Italia), 30 ago (EFE).- El recuerdo de Gina Lollobrigida, fallecida en enero, ha marcado el Festival de Venecia con la proyección de un reportaje de Orson Welles sobre la mítica actriz en los años cincuenta, cuando tenía el mundo a sus pies, y que homenajea también a las artistas que engrandecieron una Italia que aún se sacudía el polvo de la guerra.

Los inmensos archivos del cine afortunadamente suelen devolver joyas del pasado como "Portrait of Gina" (1958), un curioso reportaje que Welles realizó sobre la importancia del cine italiano y de sus iconos, centrado en "La Lollo".

El documental, proyectado como preapertura de la Mostra gracias a la restauración del Filmmuseum München y los Estudios de Cinecittà, sirvió como episodio piloto de una serie que la cadena estadounidense ABC finalmente rechazó y que se creyó perdido durante años, hasta su hallazgo en 1986.

ITALIANAS DE CINE

El padre de "La guerra de los mundos" llega a una Italia que solo una década antes se había liberado del fascismo y salido de la II Guerra Mundial, pero donde ya se respira cine. De hecho, su intención inicial era mostrar los carteles de películas que cubrían todo el país.

Sin embargo, el resultado es un acercamiento a la figura de Gina, que por entonces ya había conquistado Hollywood con clásicos inolvidables como "Beat the Devil" (La burla del diablo, 1953) con Humphrey Bogart o aquel de título premonitorio: "La donna più bella del mondo" (La mujer más guapa del mundo, 1955).

Para encomiar de paso a todas las estrellas que llevaron a su país por el mundo en la posguerra, como Sophia Loren o Anna Magnani: "Simplemente piensen en lo que estas extraordinarias mujeres han hecho por su país", reflexiona Welles ante la cámara.

LOS MIEDOS DE GINA

En aquella revolución de la "donna italiana", una Gina treintañera recibe al cineasta en la lujosa villa de la Apia Antica romana en la que viviría hasta su muerte.

Welles le pregunta por la fortuna que amasó en poco tiempo y ella se lamenta de los impuestos que debe pagar. Sin embargo, su reflexión no parece fruto de la tacañería sino que esconde un temor, la evidencia de que la carrera de actriz tiene caducidad.

"Los industriales no pagan tantos impuestos", reprocha. Pero su entrevistador la corta: "Ya, pero tú ganas muchísimo dinero, pagas tanto porque hay poquísima gente que genera tanto como tú".

Gina entonces responde a bocajarro: "Sí, pero será por pocos años. No quisiera acabar como muchas otras pobres actrices que murieron en la miseria".

La actriz denuncia una persecución por parte de la prensa y de los productores: "Han hecho de todo para destruirme. Pobre de mí", se agita sentada en su salón repleto de esculturas y barroquismo.

Welles, testigo divertido de esta confesión, la tranquiliza: "Tú eres indestructible... sobre todo con ese diamante en tu dedo, esta casa y tres perros que te defienden. Tienes el mundo a tus pies".

PUBLICO INMISERICORDE

El director de "Citizen Kane" (Ciudadano Kane, 1941) deja a Gina en su mansión para charlar con uno de sus padrinos, Vittorio De Sica, con quien pocos años antes había rodado uno de sus papeles más recordados: "Pane, amore e fantasía" (Pan, amor y fantasía, 1953), la comedia que la endosaría el apodo de "La Bersagliera".

La conversación sirve para revelar un fenómeno italiano: las carreras inestables de sus ídolos y el martirio nacional que a menudo sufren antes de recibir un aplauso.

"¿Las carreras aquí siempre tienen tantos altibajos?", pregunta Welles. A lo que De Sica responde: "Siempre. Yo he muerto cinco veces como actor, pero lo bueno es que he renacido otras cinco".

Gina, pocos minutos antes, le había dado la razón. "A menudo en Italia solo se empieza a apreciar a un actor cuando es aclamado en el extranjero", se lamentaba.

Un ejemplo citado en el documental fue Eleonora Duse, considerada una de las grandísimas actrices de teatro del siglo XIX y que acabó en Reino Unido, o Rossano Brazzi, estrella italiana del Hollywood de los cincuenta menospreciado en su país.

"El público italiano es como una mujer hermosa: puedes amarlo, pero nunca sabes si ella te amará a ti", se desahoga ante el objetivo de Welles, embelesado por la figura y temperamento de la actriz, además de la mítica expresividad italiana.

Gonzalo Sánchez

(c) Agencia EFE