Oscar 2022: polémica en Hollywood por los ocho premios quedarán al margen de la transmisión en vivo
Para recuperar al público perdido, el Oscar tiene que ser menos endogámico. Esa es la principal conclusión de la cirugía mayor que va a aplicarse en el próximo Oscar. Para la Academia de Hollywood hoy parece más importante recuperar el poder de convocatoria de la transmisión de los premios por TV que conservar el equilibrio interno entre sus 17 ramas, justo en el momento en que ninguna de ellas parece dispuesta a ser menos que las demás.
Al tomar en las últimas horas la decisión de dejar este año afuera de la ceremonia transmitida en vivo a todo el mundo el anuncio de los ganadores de ocho de las 23 categorías, la Academia se expone en el escaso tiempo que falta para el 27 de marzo, día del Oscar 2022, a un fuerte debate interno que dejará huellas en el mediano plazo, por más que la mayoría de los cuestionamientos se haga en silencio por razones de prudencia y diplomacia. Integrada en su mayoría por actores y actrices, la Academia sabe cómo poner la mejor cara para disimular sus fisuras internas.
Make movie history this year with #OscarsFanFavorite and #OscarsCheerMoment.
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Esta vez, la Academia debió aceptar el poder de veto de Disney, dueña hasta 2028 de los derechos de transmisión del Oscar a través de la cadena ABC. La exigencia de cambios de fondo empezó a escucharse al día siguiente de la ceremonia realizada el año pasado, apenas se supo que la máxima fiesta del cine de Hollywood había tenido el rating más bajo de toda su historia.
Las mediciones de audiencia venían en picada desde hace tiempo, pero nunca tocaron fondo como en la triste e indigna fiesta realizada en la terminal ferroviaria de Union Station un año atrás. Ahora que es posible recuperar cierta normalidad, el Oscar vuelve a su casa del Teatro Dolby, a llenar sus butacas de invitados y caras famosas (aunque esta vez, pandemia mediante, con más espacio entre asientos y barbijo obligatorio para los ocupantes de las bandejas superiores) y a tratar de armar un festejo como los de antes, con la promesa de volver a incluir monólogos, cuadros con música y baile, interpretaciones en vivo de canciones, clips con las películas nominadas y otros elementos visuales que muchos fans extrañan.
Para lograrlo (y sobre todo para asegurar que la ceremonia no va a durar más que tres horas) la Academia pide un sacrificio a algunos de sus miembros. Y ese esfuerzo consiste en que algunos acepten quedar afuera de la transmisión que llegará en vivo a todo el mundo en el momento de recibir sus premios. Los ganadores de las tres categorías de cortometraje, música original, edición, dirección de arte, maquillaje y sonido se anunciarán este año frente al público y en el escenario del teatro Dolby, como todas las demás, pero en un momento previo al de la ceremonia tal cual la conocemos.
A diferencia de las experiencias anteriores, el Oscar 2022 propiamente dicho comenzará una hora antes de lo habitual (entre las 22 y las 22.30, hora argentina) para que estas ocho categorías tengan su momento de celebración. El aplauso y el agradecimiento de los vencedores serán editados a la velocidad del rayo e incluidos en la ceremonia como un brevísimo clip a imagen y semejanza de lo que estamos acostumbrados a ver en las fiestas de los Tony o de los Grammy. “Previamente se entregaron los premios de las siguientes categorías…”, señala esa rutina que ahora la Academia de Hollywood hace suya para el Oscar.
La última vez que se quiso hacer algo así los sectores perjudicados pusieron el grito en el cielo y se quejaron por la discriminación. Los autores de cortometraje y los expertos en sonido no querían quedar como propietarios de premios “clase B” (iban a recibir las estatuillas durante las pausas publicitarias de la ceremonia) y lograron torcerle el brazo a la Academia. Todas las categorías debían ser tratadas del mismo modo.
Ahora el escenario es distinto. Cambiaron los hábitos del público, cambió la expectativa por la ceremonia y también cambió el tipo de películas premiadas. De todos los candidatos, solo Duna se convirtió en un indiscutido éxito de público. La Academia y los ejecutivos de la TV admiten sin decirlo en voz alta que cuesta mucho convocar la atención del público para llevar adelante una celebración “vital, enérgica y relevante” que además “eleve el compromiso de los espectadores” (así lo dice la carta del presidente de la Academia, David Rubin, justificando la decisión) si las grandes candidatas al premio son películas que no despiertan el interés de una audiencia masiva. Dicho en otras (y más crudas) palabras, no están ni el Hombre Araña ni James Bond, pero sí El poder del perro y El callejón de las almas perdidas. La elección vía redes sociales de una “favorita de los fans”, que será dada a conocer en algún momento de la ceremonia, busca llenar ese vacío.
Al parecer, el nuevo sistema elegido por la Academia para este año apunta a evitar enojos y a tratar de que todos aprecien el esfuerzo de los organizadores por no discriminar. Será una prueba que incidirá además en el armado de futuras ceremonias. Los ocho Oscar de las categorías “apartadas” no se entregarán ni durante el “pre-show” ni en medio de los rituales de la alfombra roja ni en las tandas publicitarias de la ceremonia principal. Todo el teatro Dolby, lleno y listo para la ocasión, aplaudirá a a esos ganadores, pero fuera de las cámaras y una hora antes del comienzo de la ceremonia propiamente dicha.
¿Por qué no aprovechar esa ocasión y probar con una transmisión en vivo por streaming de toda esa ceremonia extendida?, se preguntaba Variety en el primer análisis de la decisión de la Academia. Sería una buena opción para estar a la altura de los tiempos (Disney empezó a hacer pruebas de transmisiones livestreaming en Estados Unidos con la idea de llevar a otros terrenos los satisfactorios resultados de sus transmisiones deportivas por esa vía) y poner a todos los ganadores (las 23 categorías del Oscar) en un pie de igualdad.
Pero más allá de las pruebas, la verdad pasa por otro lado. Hace tiempo que el Oscar no acierta en el formato de la ceremonia con la que cada año festeja los triunfos de la industria y de sus artistas. Los chistes no funcionan, los cuadros no llaman la atención, los presentadores se esfuman después de hacer su monólogo, los discursos de agradecimiento son interminables. Necesidades institucionales y planteos políticos llevaron a la Academia a mirarse cada vez más el ombligo y a usar la plataforma del Oscar sobre todo como espacio de reivindicación de sus reclamos. Eso siempre ocurrió, pero en el pasado nunca llegó a descuidarse el sentido lúdico, glamoroso y celebratorio de la gran fiesta del cine como experiencia colectiva de entretenimiento masivo.
El rating paupérrimo puso al Oscar en una encrucijada. Sus organizadores acaban de decidir un camino que los acerca al Tony y al Grammy, ceremonias que colocan en segundo plano la entrega de algunos premios para darle preferencia a otros momentos de brillo artístico y televisivo. El suspenso quedará para el anuncio de las categorías principales.