Los Oscar llegan con un guion inesperado

Jesús Díaz, enviado

LOS ÁNGELES, EU, marzo 2 (EL UNIVERSAL).- Hollywood brilla menos esta vez. El color dorado ya toma los alrededores del Dolby Theatre, los reflectores están casi listos, la alfombra ha sido instalada y está cubierta de hule. Pero algo falta. Algo que normalmente hace de esta ceremonia un espectáculo desbordante: La multitud.

Cada año, Hollywood Boulevard —cerrado desde Orange Drive hasta Highland Avenue— se convierte en un río de curiosos. Turistas con celulares, vendedores de souvenirs, algunas personas que sueñan con ser superhéroes disfrazadas.

Las tiendas de recuerdos, que usualmente se llenan de curiosos, parecen congeladas. En una esquina, un puesto con fotos gratuitas junto a dos enormes estatuas doradas del Oscar luce vacío, al menos más minutos de lo habitual. Algo curioso porque cuando nadie se acerca, nadie posa, uno deja de saber de pronto en dónde está. La falta de bullicio es inquietante.

En otros años, los curiosos se arremolinaban contra las rejas que cubren casi toda la alfombra, estirando los cuellos para ver lo que ocurría detrás de los hules que la protegían. Había bullicio expectante de familias que posaban para fotos, como capturando un pedazo de la gala. Los vendedores, atentos, jugaban con la demanda: lo mismo un llavero podía costar cinco dólares que 10. Ahora, se siente la pausa, como un escenario montado sin actores.

A unos metros, Vivianne Robinson se acomoda su extravagante sombrero decorado con las portadas de las películas nominadas. "Todo esto tiene nombre", dice con disgusto. "Se llama Donald Trump. Es por culpa de nuestro estúpido presidente".

Vivianne no es cualquier espectadora. Es una habitual de la alfombra roja, una de esas fanáticas que se hacen notar días antes. Cada año se engalana con algún atuendo temático. Esta vez, el sombrero con los títulos nominados delata sus gustos.

Su favorita: "Un perfecto desconocido". Le gusta Bob Dylan, y aunque sabe que el filme tiene pocas probabilidades de ganar no le importa. "Al menos hay variedad este año, al menos Hollywood nos refleja a todos", dice.

A su alrededor, los trabajadores terminan de montar el escenario para el espectáculo de este domingo.

"Es importante que sepan que los estadounidenses no somos como Trump. No todos. Muchos, incluso quienes votaron por él, no están de acuerdo con lo que está haciendo", detalla.

En Instagram es conocida como @oscarssuperfan, y dice que ahí, donde tiene poco más de 260 seguidores y fotos en donde es entrevistada por muchos medios locales y extranjeros, algunos la animaron a no faltar.

Ella les hace caso. Posando aquí y posando allá, se toma fotos sin pedir un dólar a cambio, aunque, por la falta de asistentes, esta vez es ella quien pide que le ayuden a tomarse un video.

"El turismo ha bajado", reconoce, observando a su alrededor. "Hay miedo. No como en otros años, no con esta intensidad. Tuvimos una mala versión de Trump antes, pero esto... esto es inimaginablemente peor".

Un joven afroamericano que camina junto a ella se detiene y asiente. "Tengo listo mi pasaporte", dice molesto. Su novia, que tiene doble nacionalidad, estadounidense e italiana, ya busca la manera de que ambos se vayan, al menos mientras dure esta administración.

Hollywood ha contado muchas historias, pero la de este año tiene un giro inesperado: un incendio real, un presidente polarizante, y ahora, imágenes casi apocalípticas: tiendas vacías, calles en silencio, un glamour a medias.

No era este el final que se esperaba para la antesala de gran noche del cine. De cualquier modo, los llaveros con la forma de la estatuilla dorada, imanes con la silueta del Teatro Chino y camisetas con la palabra Hollywood siguen ahí, a espera de un comprador.