Oscar Martínez: la vuelta de Bellas Artes, la figura que tanto lo admira y la tristeza que le provoca que “la educación dejó de ser una prioridad”

La nueva temporada de Bellas Artes, que estrena el 23 de octubre de 2024 en Disney+, trae de vuelta el ácido humor del director del Museo Iberoamericano de Arte Moderno de Madrid, Antonio Dumas, interpretado por Oscar Martínez
La nueva temporada de Bellas Artes, que estrena el 23 de octubre de 2024 en Disney+, trae de vuelta el ácido humor del director del Museo Iberoamericano de Arte Moderno de Madrid, Antonio Dumas, interpretado por Oscar Martínez - Créditos: @Unai Mateo

En una tarde gris y lluviosa en Madrid, Oscar Martínez se conecta vía Zoom desde su departamento. “Se terminó el veranillo de San Miguel, hoy ya estamos con frío, viento y lluvia”, comenta con una sonrisa. A pocos días del estreno de la segunda temporada de Bellas Artes, el actor se muestra entusiasmado con lo que está por venir. A lo largo de la charla con LA NACIÓN, reflexiona sobre su trayectoria, el desafío de volver a interpretar a Antonio Dumas y su mirada sobre la situación política y educativa de la Argentina. “Uno siempre tiene que trabajar como si fuera la última vez, pero esperar que sea la primera de muchas”, dice con humor.

En la nueva entrega de Bellas Artes, que se estrena este miércoles 23 en Disney+, Martínez vuelve a ponerse en la piel de Antonio Dumas, director del Museo Iberoamericano de Arte Moderno de Madrid. Con su característico humor ácido, enfrenta nuevas situaciones absurdas, a lo que se suma la incómoda presencia de su exmujer, interpretada por Ángela Molina, que desafía constantemente su visión del mundo.

–¿Cómo te sentís con esta segunda temporada de Bellas Artes?

–Estoy muy esperanzado e ilusionado porque esta temporada me gusta más que la primera. Es más picante, más atrevida y el elenco es de primer nivel. Aunque en la primera temporada ya había nombres fuertes como Dani Rovira y Pepe Sacristán, esta vez se suman grandes figuras como Ángela Molina, Imanol Arias, Cecilia Suárez, Milena Smit y Miguel Ángel Solá, quienes coprotagonizan episodios completos con sus personajes.

Martínez destaca la incorporación de Ángela Molina, quien interpreta a su exmujer, una artista antisistema que genera un constante choque filosófico con él. “Ángela le da una dimensión completamente diferente al conflicto de Dumas. Su personaje es el opuesto perfecto y eso lo vuelve aún más interesante y complejo”, asegura.

Imanol Arias y Oscar Martinez en una escena de la segunda temporada de Bellas Artes.
Imanol Arias y Oscar Martinez en una escena de la segunda temporada de Bellas Artes. "Imanol me dijo: 'Quiero estar en la serie, aunque sea sirviendo café'", revela Martínez

–Sabemos que Imanol Arias quiso sumarse apenas te vio ¿Cómo fue eso?

–Sí, fue muy gracioso. Lo encontré en un estreno en Madrid y me dijo: “Quiero estar ahí, aunque sea sirviendo café”. Lo comenté con Gastón y Mariano [los creadores Duprat y y Cohn], y al final le escribieron un papel importante.

—Sin embargo, Imanol Arias no fue el único, otros actores aceptaron roles secundarios por la posibilidad de trabajar con vos...

—Sí, fue algo me comentaron. En algunos casos sé que es cierto, como con Pepe Sacristán, Dani Rovira o Ángela Molina, Miguel Ángel Sola, quienes aceptaron porque querían trabajar conmigo. Me lo tomé como un gran halago. Es un reconocimiento enorme para mí, aunque trato de no creérmelo demasiado (risas).

La serie trata temas como el feminismo, la inmigración y el lenguaje inclusivo. ¿Cómo manejás ese tono políticamente incorrecto?

–No me incomoda, al contrario, me divierte mucho. Creo que el humor es una gran herramienta para desnudar lo que no funciona en la sociedad, y en Bellas Artes nos reímos de muchas convenciones sociales. Gastón Duprat y Mariano Cohn son brillantes en crear esas situaciones que son incómodas, pero que al mismo tiempo invitan a reflexionar.

–¿Cómo creés que evolucionó el personaje de Dumas en esta temporada?

–En esta temporada, Dumas está más desbordado que nunca. Su paciencia está al límite . Lo que me gusta es que enfrenta situaciones cada vez más absurdas, pero trata de mantener una fachada de control. La serie explora hasta qué punto se puede estirar esa falta de control antes de que todo se desmorone, y creo que esa tensión le da mucha frescura al personaje.

Una escena de la segunda temporada de Bellas Artes, que se estrena este miércoles
Una escena de la segunda temporada de Bellas Artes, que se estrena este miércoles

Más de 50 años y una Copa Volpi

–Llevás más de medio siglo de profesión, ¿qué sensación te deja este recorrido?

–Es impresionante pensar que llevo tanto tiempo y todavía sigo aprendiendo con cada proyecto. Empecé muy joven, a los 20 o 21 años, y la pasión sigue intacta, eso es lo más importante. La verdad es que Bellas Artes es una oportunidad increíble de seguir desafiándome como actor.

–Sos el único actor argentino en ganar la Copa Volpi por El ciudadano ilustre, un premio que otorga el jurado del Festival de Cine de Venecia al mejor actor ¿Qué significó para vos ese reconocimiento?

–Fue muy importante para mí, pero no lo considero el momento clave de mi carrera. Eso sí, soy el único latinoamericano en haberlo ganado. Antes que yo, solo Javier Bardem lo había logrado entre los hispanohablantes, y luego lo ganó Penélope Cruz por Competencia Oficial. Curiosamente, Bardem ha sido fan de mi trabajo desde la época de Art, la obra de teatro que hice con Ricardo Darín y Germán Palacios. Cuando estuvimos en Madrid con la obra, venía a verla varias veces por semana, y después íbamos a comer al restaurante de su hermano. Desde entonces tenemos una relación de mucha admiración mutua.

Miguel Ángel Solá, otro de los actores invitados de la segunda temporada de Bellas Artes
Miguel Ángel Solá, otro de los actores invitados de la segunda temporada de Bellas Artes - Créditos: @Unai Mateo

–¿Qué te dijo Bardem después de ver El ciudadano ilustre?

–Recuerdo que estaba cocinando en Buenos Aires cuando empezaron a llegarme mensajes de Bardem y Penélope Cruz porque habían visto la película en su casa. Me dijeron cosas muy elogiosas, pero no puedo reproducirlas por pudor (risas). Javier siempre ha sido muy generoso conmigo. Me cuesta creer que un actor de su calibre me admire tanto.

–¿Cuál fue el mayor desafío de tu carrera hasta ahora?

–El mayor desafío ha sido, creo, no repetirme. A lo largo de tantos años y proyectos, siempre he intentado que mis personajes sean distintos entre sí, que cada uno aporte algo nuevo. Eso es lo más difícil, sobre todo cuando tenés personajes como Antonio Dumas o Daniel Mantovani [El ciudadano ilustre], que parecen tener algo en común, pero que en realidad son muy diferentes. Enfrentar esos riesgos y tratar de diferenciarlos es lo que mantiene viva mi pasión por la actuación.

La educación y el país que extraña

–Hablaste muchas veces sobre la situación de la Argentina, ¿cómo ves al país desde Madrid?

–La situación de la Argentina me preocupa mucho. Aunque voy con frecuencia, hace cuatro años que no vivo allí y prefiero no opinar demasiado para no molestar a quienes sienten que los que vivimos afuera no deberíamos hablar. Sin embargo, me preocupa la pobreza, la polarización y, sobre todo, el estado de la educación. En la Argentina, hoy el nivel de intolerancia y confrontación política es desalentador. La gente está demasiado concentrada en la pelea diaria y hemos perdido la capacidad de reflexionar sobre cómo llegamos a esta situación.

–La educación fue siempre una de las grandes fortalezas de la Argentina. Era lo que nos diferenciaba del resto de América Latina. Cuando yo era joven, éramos un país con una clase media muy fuerte y con un sistema educativo ejemplar. De hecho, en 1957, Albert Einstein fue a la Argentina a estudiar nuestro sistema educativo, que era un modelo en ese entonces. Hoy en día, la decadencia es enorme. Veo con muchísima tristeza cómo la educación ha dejado de ser una prioridad, cuando debería ser lo más importante para construir el futuro. Sin educación no hay salida.

–¿Extrañás esa Argentina de antes?

–Sí, sin duda. La Argentina en la que yo crecí era un país de oportunidades, donde la mayoría de la población pertenecía a una clase media que podía acceder a una educación de calidad. Había una movilidad social que hoy no existe. Viví en un país donde la cultura era una prioridad, se consumía arte, cine, teatro, libros. Había un fervor cultural que era único. Hoy, la desigualdad es mucho más marcada, y la pobreza ha crecido a niveles alarmantes. Ser testigo de esa decadencia en tantos niveles me genera una profunda tristeza.

"Sin una educación pública fuerte, no hay futuro", reflexiona Oscar Martínez - Créditos: @Unai Mateo
"Sin una educación pública fuerte, no hay futuro", reflexiona Oscar Martínez - Créditos: @Unai Mateo

¿Qué creés que se necesita para cambiar esa situación?

–Sin una educación pública fuerte, no hay futuro. La Argentina tiene que recuperar ese orgullo por la educación y por los valores que alguna vez nos hicieron una nación próspera. Las soluciones no son fáciles, pero sin duda deben empezar por ahí. La educación es la base de cualquier sociedad que quiera progresar. Pero también es crucial generar consensos. La polarización nos está destruyendo como país, y no vamos a salir adelante si no podemos ponernos de acuerdo en los aspectos más fundamentales. Yo siempre he creído en una Argentina plural, donde haya lugar para todas las ideas, pero hoy eso parece cada vez más difícil.

–¿Sentís que el mundo cultural puede ser un motor de cambio para la Argentina?

–El arte siempre tiene un rol transformador, aunque sea más sutil. Puede ser una herramienta para abrir discusiones y reflexiones. A lo largo de la historia, el arte ha sido capaz de señalar injusticias y poner en evidencia lo que no funciona en una sociedad. En un país tan polarizado como el nuestro, creo que la cultura tiene el poder de unir, de hacernos ver que podemos pensar distinto y aun así convivir. Pero para eso necesitamos restaurar el respeto por el debate y el diálogo, algo que se ha perdido en gran medida.

Milena Smit, en uno de los nuevos episodisos de Bellas Artes
Milena Smit, en uno de los nuevos episodisos de Bellas Artes - Créditos: @Unai Mateo

–Te volviste una suerte de actor “fetiche” de la dupla Cohn y Duprat. ¿Cómo es trabajar con ellos?

–Con Gastón y Mariano tengo una química especial. Nos entendemos muy bien tanto en lo personal como en lo profesional. Ellos siempre me invitan a participar desde el proceso creativo, lo cual me hace sentir parte de algo más grande. Somos muy exigentes, pero compartimos una visión clara de lo que queremos contar. Eso hace que el trabajo fluya muy bien, aunque sea muy riguroso. Son perfeccionistas, pero también se divierten, lo que le da un equilibrio especial al proceso de creación.