Padre, hijos y heridas que no sanan: en Raymond & Ray, Ewan McGregor y Ethan Hawke elevan un material trillado

Raymond and Ray, estreno de Apple TV+, un drama familiar con toques de comedia negra
Raymond and Ray, estreno de Apple TV+, un drama familiar con toques de comedia negra

Raymond & Ray (Estados Unidos, México/2022). Dirección y guion: Rodrigo García. Edición: Michael Ruscio. Fotografía: Igor Jadue-Lillo. Música: Jeff Beal. Elenco: Ethan Hawke, Ewan McGregor, Sophie Okonedo, Marivel Verdú. Disponible en: AppleTV+. Nuestra opinión: buena.

Dos hermanos, Raymond (Ewan McGregor) y Ray (Ethan Hawke), se reencuentran tras un período de distanciamiento con motivo de la muerte de su padre y el realizador Rodrigo García no pierde tiempo en su flamante largometraje para poner el principal conflicto (y paradoja) sobre la mesa.

Los protagonistas del film -que ya se encuentra disponible en la plataforma Apple TV+- no son ni Raymond ni Ray sino ese patriarca cuyo fallecimiento no hizo más que reflotar viejos traumas en esos hijos que fueron víctimas del abuso emocional y de la violencia física que ese hombre ejerció sobre ellos. Lejos de permitir que la audiencia vaya desentrañando esa compleja dinámica familiar a través de una narrativa más sutil, García (también responsable del guion), pone en boca de sus personajes cómo ese pasado no quedó tan atrás y cómo ambos lidian con ello de maneras diferentes. En este punto, el realizador concibe una obra más indie, sin demasiadas estridencias, contenida, pero no exenta de lugares comunes.

Si Raymond vive una existencia predecible y gris, con tres divorcios a cuestas y un hijo ausente que le recuerda una situación dolorosa, Ray es su antítesis: un músico que trabaja en una fábrica, bohemio, que le huye precisamente a cualquier plan a futuro que su hermano sí está dispuesto a hacer. McGregor y Hawke logran darles matices a esos roles arquetípicos y éste último se luce mucho más, posiblemente porque lo vimos cómodo en esa clase de papel en Boyhood: momentos de una vida, Maudie y en Born to Be Blue, la biopic sobre Chet Baker con la que esta película parece dialogar en algunos pasajes.

Cuando Hawke está en pantalla y su personaje se refugia en el jazz para no tener que afrontar ese entierro en el que se coquetea con la comedia de enredos, Raymond & Ray adquiere cierto vigor, al igual que cuando los intercambios con McGregor van in crescendo por esa colisión de visiones sobre cómo abordar un escenario que es adverso para ambos hijos.

Ethan Hawke comanda las mejores secuencias del film
Ethan Hawke comanda las mejores secuencias del film

Con excepción de esos tramos, esta coproducción entre México y Estados Unidos producida por Alfonso Cuarón , es un tanto chata y olvidable, desde su fotografía a un montaje poco inspirado. Raymond & Ray se siente calculada en su forma de narrar una historia que ya se ha visto en incontables ocasiones (el film remite tanto a El gran pez como a La familia Savage, dos obras infinitamente superiores dentro de sus diversas ambiciones) y a la que García no consigue brindarle una impronta.

En esta línea, los personajes femeninos, intereses románticos/compañeras de los protagonistas, no se desarrollan nunca y solo aparecen para revelar un secreto familiar que riza el rizo del relato o bien para ponerles el oído a esos hombres que sufren (o sufren por no poder sufrir del todo, dependiendo del caso). El talento de Sophie Okonedo evita que su rol, mucho más interesante que el de Maribel Verdú, despunte en la subtrama que comanda con Hawke, aquella que tiene una resolución más orgánica, fiel a Ray y sus impedimentos.

Raymond and Ray, estreno de Apple TV+ del mes
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En cuanto a la escena más larga del film, la del entierro de ese padre imperfecto, García parece estar más suelto dirigiendo ese momento coral donde cada actor tiene su espacio de lucimiento. El director retoma esas viñetas de humor negro que salpican su película y lo hace remarcando las contradicciones que genera esa muerte en el reducido y variopinto grupo que acude al cementerio.

De todas formas, el largometraje vuelve a perder contundencia cuando incluye giros narrativos completamente innecesarios (hay un gag recurrente que no funciona del todo) y, una vez que abre esa caja de Pandora, no puede regresar a su naturaleza medida, esa que se notó en el road trip inicial de los hermanos y que se abandona en pos de forzar determinados microrrelatos. Para ser una película que presenta su historia con una interesante frase de Raymond (“Venimos del caos”), termina siendo indistinguible dentro del abanico de los dramedy familiares.