La “paica” porteña y su milonguero colombiano, el malevo Peaky Blinders y la “menina” carioca: los ganadores del Mundial de Tango cuentan su historia
El colombiano Johnny Carvajal parece un Gardel salido de una foto de Marcos López. Sus cejas son el contorno perfecto para la sonrisa interminable de su compañera de baile, Suyay Quiroga. El bonaerense Julián Sánchez parece un Peaky Blinders que se pone a tono con el outfit “de época” de su compañera de vida y de milonga, la brasileña Bruna Estrellita. Ellos son los cuatro grandes ganadores del último Mundial Buenos Aires Tango, que culminó hace unas pocas horas a menos de cien metros del Obelisco, y con un cálculo climático pocas veces visto (y pronosticado). Apenas terminó de sonar el último compás se largó la lluvia. San Pedro le dio tiempo a cada uno para salir del escenario con sus premios en la mano y una felicidad que, evidentemente, solo provoca esta competencia. Sucede año tras año.
Esta vez tuvo algo de especial. Por un lado, el hecho de que se inauguró una nueva categoría en la técnica de salón (se llama Senior) para mayores de 55 años (los primeros triunfadores en este nuevo rubro fueron Sergio Decrin y Sandra Leal). Por otro, el número redondo que celebra el campeonato: 20 años. Por el escenario pasaron la mayoría de los ganadores de las últimas 20 ediciones, con un cuadro coreográfico diseñado por Carlos Rivarola, que transcurría en torno al mítico “Nocturno a mi barrio”, de Aníbal Troilo.
Un rato después, Julián y Bruna, ya consagrados en la categoría Escenario, se lucían con la coreografía que habían armado sobre el tema “Loca”, en versión Tango Bardo. Era una coreo que tenían guardaba bajo la manga; ya habían bailado con ese tema allá por 2019, pero en esta edición volvieron recargados. Por aquel año llegaron al segundo puesto. El año pasado hubo un traspié que les quitó lucimiento y en éste, consiguieron el premio más codiciado.
Menina carioca, malevo de Varela
Bruna nació en Río de Janeiro y luego de pasar por varias danzas se aquerenció en el tango. De hecho, vino a vivir a Buenos Aires por culpa del tango. Julián dice que baila desde los 9. ¿Cómo es eso que desde los 9? “Lo que pasa -dice todavía con la respiración agitada por el triunfo reciente- es que nací en Florencio Varela, en una casa donde se escucha o se baila tango. De chiquito siempre estuve en contacto. Mi abuelo cantaba y mi abuela bailaba. En una clase, cuando fui con mi mamá a buscar a mi abuela, me engancharon en un porque faltaba “un hombre”. Y yo era un mini hombre. Desde ahí no paré, hasta ahora, que tengo 35. Trabajo en esto desde los 15″. Julián ya tiene un buen camino recorrido en espectáculos de tango que se presentan aquí y en el exterior. Fue en uno de ellos donde conoció a Bruna, que había llegado desde el Brasil. “Nos conocimos en el espectáculo de Señor Tango”, dice. Primero pintó el amor y una rara resistencia a entenderse también en la pista. “Al principio no queríamos porque estábamos bien juntos. No queríamos mezclar las cosas. Pero nos agarramos un día en una milonga y no nos soltamos más. Se dio muy lindo”.
Julián admite que es fanático de la serie Peaky Blinders y eso un poco se nota en el traje que eligió para subir al escenario. “Quisimos llevar esto a otra época. El vestuario de Bruna es un poquito pesado para moverse por eso tuvimos que hace un pequeño trabajito escénico para lograrlo”. Bruna, con su aire Mary Poppins, lo escucha hablar y sonríe. Luego dice que lleva siete años en Buenos Aires. “Mi abuela me llevó a bailar otros bailes hasta que mi maestro me insistió para que fuera hacia el tango. Una vez cedí a su pedido y nunca más salí de esto. Y después llegue acá. Nos conocimos con Julián en una casa de tango, nos pusimos de novios, no queríamos bailar juntos, pero desde que decidimos intentar, viene siendo un disfrute desde entonces”. Bailan en casas de tango, shows, festivales, dan clases. “Gracias a Dios hacemos de todo”, dice Bruna. Juntos es la cuarta vez que compiten. En 2019 llegaron al segundo puesto, en 2022 al quinto y ahora se les dio. “El proceso de competencia es hermoso. Algo impagable. Porque no es esto que ves ahora. No son estos cinco días. Es una competencia de todo el año.”
¿Qué creen que los espera? “Antes del mundial ya habíamos organizado nuestra gira para el año -dice Julián- pero creo que ahora con el campeonato van a surgir muchas más propuestas porque es un gran impulso”.
Nueve meses
Bruna y Julián se cruzan con Johnny y Suyay en el set preparado para las fotos y las cámara de televisión. Es realmente el final de algo y el comienzo de otra cosa que no empezó hace cinco días. ¿Por qué ganaron? “Por trabajo”, dice Johnny que levanta junto a Suyay el trofeo de Tango pista. “Trabajamos duro. Fuimos compañeros desde el principio hasta el final, nos confiamos, nos quisimos todo el año y creo que eso se nota. Somos muy amigos”. Se conocieron en las milongas. Suyay dice que comenzó a bailar hace treinta años, cuando tenía 6. “ Y él baila hace unos veinte. Vino hace diez de Colombia, pero tenía su compañera que también es increíble. La primera vez que lo vi no pude evitar ir a saludarlo y desde entonces tenemos esta amistad de casi diez años”.
El romance es solo en la pista: “Sí, donde se tiene que vivir”, apunta Jhonny, muy rápido de reflejos. “En Colombia se escucha mucho tango. En mi casa se escuchaba, aunque no se bailaba. Yo decidí aprender a bailar y luego esa fue la razón por la que me vine a vivir a Buenos Aires. Después de diez años, acá estamos”. Johnny ha competido en las dos categorías, pero dice que la elección tiene a veces que ver con una cuestión de gustos. “Tenemos que dejar de separar. Tango escenario y Tango pista empiezan las dos con la misma palabra. Todo depende de lo que quieras decir ahí arriba. Cuando sepas lo que quieras decir no importa si es haciendo trucos o simplemente tomando la pista”, reflexiona. Suyay acota que están “pariendo un mundial” porque el trabajo para este campeonato lo comenzaron hace nueve meses. Su socio agrega: “Estábamos en la búsqueda de lo que queríamos armar y lo que queríamos que se viera. Fue mutando y terminó llegando a esto”.
¿Qué los espera? “Lo mismo que antes -dice Suyay-. El campeonato era una instancia. Una vidriera grande. Pero cuando nos juntamos a bailar fue porque estábamos enamorados del baile del otro”.