Paloma Sánchez-Garnica, Premio Planeta 2024, nos presenta 'Victoria': 'Llevo veinte años en esto y para mí es una forma de vivir'
Paloma Sánchez-Garnica (Madrid, 1962) es la flamante ganadora del Premio Planeta 2024 con su novela Victoria, una historia que atrapa desde sus primeras páginas, con una doble trama repleta de dramas personales, amor, espionaje y búsqueda de la justicia en un mundo de postguerra dividido en dos grandes bloques. Berlín vuelve a ser escenario fundamental de esta obra, como lo fue en su exitosa novela Últimos días en Berlín, con la que quedó finalista del mismo galardón en 2021. Pero también lo es Estados Unidos y sus contradicciones, una democracia donde imperaban la injusticia y los prejuicios en esos años de tensiones, miedos e incertidumbre, aspectos que afectarán a los personajes de esta estupenda novela.
- Berlín vuelve a ser tu exitoso territorio literario. ¿Qué tiene esta ciudad europea que tanto te atrapa?
La realidad de esta ciudad en el siglo XX es tan brutal que tiene una historia en cada rincón y en cada persona que allí vivió en esos años. Para mí Berlín es una ciudad fetiche, un lugar muy especial que conocí cuando era muy joven, 40 días antes de la caída del muro. Entonces, pasé del Berlín occidental al oriental y pude ver el tremendo contraste entre ambas realidades. Luego, tras la caída del muro, he seguido de cerca cuanto acontecía en los años posteriores, visitándola en varias ocasiones y recorriendo sus rincones, además de los museos que existen sobre esa ruptura, esa división que se levantó entre dos mundos.
Berlín es una ciudad digna de novela constante y, en los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, justo donde yo sitúo la trama, pasaron muchas cosas en esta ciudad que se convirtió en el lugar crítico hacia el que miraban las dos grandes potencias, antiguas aliadas frente a los nazis y convertidas ahora en enemigos, la Unión Soviética de Stalin y Estados Unidos.
- La lectura de Victoria me ha hecho recordar la estupenda exposición Berlín, un mundo dividido. ¿Cómo ha sido el proceso de documentación?
He tenido que buscar mucho para tratar de reflejar cómo era la vida privada de los berlineses de aquellos años, de los hombres, mujeres y soldados rasos que subsistían como podían en una ciudad devastada, ocupada por los vencedores y donde se estaba llevando a cabo una desnazificación de la sociedad, de la educación, de la cultura… en un pueblo que lo llevaba impregnado en su ADN desde hacía años.
Todos conocemos el bloqueo soviético a Berlín de junio de 1948 a mayo de 1949 y el puente aéreo de los aliados para llevar suministros básicos a la ciudad, pero ¿cómo vivieron los civiles alemanes todo eso? El material de mis novelas es siempre la vida privada de los seres humanos y yo quería saber cómo vivieron esos momentos que fueron tan terribles, un tiempo en el que eran conscientes de que estaban a un paso de que estallara todo de nuevo por los aires. Quería conocer cómo su mente lidiaba con esa sensación de miedo a que Berlín fuera el territorio en disputa de una posible nueva guerra.
Sobre la historia con mayúsculas y los principales acontecimientos que fueron sucediendo en Berlín hay mucha documentación, pero me costó mucho más encontrar la que reflejara esa vida cotidiana de la gente de a pie en el Berlín de 1946 a 1949.
- Los servicios secretos soviéticos captaban gente corriente en Berlín occidental que pudiera servir a sus intereses. ¿Cómo era esta realidad?
La información era un instrumento muy poderoso en una ciudad que vivía en un clima de creciente tensión entre ambos bloques. Los soviéticos necesitaban obtenerla y también transportarla a través de personas corrientes o anónimas que les hicieran de correo, como le sucede a la pobre Victoria en la novela.
Había quien hacía esas funciones por interés, por dinero o por sufrir graves presiones y amenazas, fundamentalmente no sobre ellas mimas, sino sobre sus familias. Este último método, el del chantaje y el hecho de poder poner en serio riesgo a los tuyos si te negabas a colaborar, siempre ha funcionado para obligarte a hacer cosas que no quieres hacer.
- Victoria y Robert, principales protagonistas de tu novela, viven enormes dramas personales, pero buscarán justicia hasta sus últimas consecuencias. ¿Representan la dignidad y la esperanza en unas circunstancias muy hostiles?
Victoria es una superviviente, lo que quiere es sacar adelante a su hija y a su hermana y hará lo que sea necesario por ellas, aunque su hermana se resista a su sueño americano y se deje arrastrar por otro hombre.
Robert Norton es el ejemplo de integridad, un hombre justo en un mundo que no lo es, pues en los Estados Unidos de entonces, la ley es injusta, sobre todo en los estados del sur de Estados Unidos, donde rigen las leyes de discriminación racial y al negro se le consideraba culpable por el mero hecho de serlo.
El gran dilema de Robert surge cuando se le revela un drama personal que le romperá el alma y le hará dudar entre ejercer la justicia de manera racional o dejarse arrastrar por su deseo de venganza, sabiendo que, de una u otra manera, va a hacer daño a seres queridos.
"Victoria es una superviviente, lo que quiere es sacar adelante a su hija y a su hermana y hará lo que sea necesario por ellas, aunque su hermana se resista a su sueño americano y se deje arrastrar por otro hombre"
- ¿Las leyes antisemitas de los nazis (Nüremberg, 1935) tuvieron un precedente en las leyes raciales de Estados Unidos?
Totalmente, la eugenesia que aplicaron los nazis viene de prácticas que se realizaban en Estados Unidos a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
El señalamiento, hostigamiento y violencia que los nazis ejercieron contra los judíos tiene su base en la que sufrieron los negros en Estados Unidos y, también, los blancos que defendían los derechos de los negros. Las leyes de segregación racial que se aplicaron en los estados del sur comenzaron a implantar los vagones de tren para negros y para blancos, las escuelas de negros y de blancos, los parques para negros y para blancos, etc. Se acuñó entonces la célebre frase de “iguales, pero separados”. No fue hasta el año 1954 cuando el Tribunal Supremo declaró ilegales estas leyes de segregación racial, al menos en el ámbito de la educación.
Pero es que no solo eran racistas con los negros, también eran antisemitas y xenófobos. Era una violencia dentro de una democracia, donde también puede haber injusticias graves, tal y como ocurrió en Estados Unidos en estas décadas.
- Precisamente, Victoria llega a Estados Unidos y comprueba que no es el espacio de libertad y democracia que ella imaginaba. ¿El miedo al comunismo restó, precisamente, derechos a los norteamericanos?
En 1947 la Unión Soviética ya se erige como el principal enemigo de los Estados Unidos, con el telón de acero y la expansión de su influencia por Iberoamérica. Y en 1949, cuando Stalin hace estallar su bomba atómica, cundió totalmente el miedo y arrancó con fuerza la caza de brujas a los comunistas y a todo lo que tuviera relación con ellos, aunque fuera de manera muy remota. Se sospechaba de todo y de todos, en procesos que no llegaban siquiera a juicio, pero que destrozaban vidas.
El miedo paralizó a buena parte de la sociedad norteamericana y condujo a la delación, una onda expansiva que causó mucho sufrimiento. El señalado era despedido, excluido socialmente, y todo ello sin ninguna prueba sólida en muchas ocasiones.
Los derechos de los ciudadanos fueron mermados de manera importante, en muchos casos con la complicidad de buena parte de la prensa. Aunque es verdad que otros periodistas como Murrow denunciaron estas prácticas y consiguieron desenmascarar el macartismo.
- Fuiste finalista en 2021 y ahora te has alzado con el Premio Planeta en 2024. ¿Qué pesó más en tu idea de volver a presentarte?
Terminé la novela en mayo y fue mi marido quien me animó a presentarla al Premio Planeta al decirme que era mi mejor novela.
Cuando comienzo a escribir solo pienso en disfrutar del proceso creativo, de estar atrapada en la historia que estoy narrando, no pienso en nada más, ni en plazos, premios u otras circunstancias. Es fundamental disfrutar al máximo de ese proceso que dura año y medio o dos años, y esa es mi única ambición, como lo es ahora comenzar la que será mi décima novela y pretender, como siempre que escribo una novela, que sea la mejor.
Esto es un oficio y en cada novela aprendes de la anterior y de las lecturas que vas acumulando, de tu vida y la experiencia de los años. Llevo veinte años en esto y para mí es una forma de vivir
- ¿Cómo escribe Paloma Sánchez-Garnica?
No puedo escribir en cualquier sitio. Lo tengo que hacer en mi mesa, con mi viejo Mac, aunque ya vaya un poco a pedales y le cueste arrancar.
Me alejo de Madrid, a mi casa cerca del mar, donde nadie me interrumpe ni nada me molesta. Me suelo levantar muy temprano, a las seis, para iniciar la jornada con una tabla de yoga y luego despertar a mi marido para compartir un suculento desayuno. Después me voy a nadar y me siento sobre las nueve de la mañana, acompañada por un café ristretto y un té con jengibre y limón, además de una botella de agua llena. A partir de ahí me pongo a escribir, a leer o a pensar y cavilar hasta las dos. Echo siesta después de comer y hago una merienda de fruta para continuar trabajando hasta las nueve y media o hasta que las neuronas me dan de sí.
Los fines de semana no pongo el despertador, me levanto como media hora más tarde y doy un largo paseo por la playa para desconectar un poco. Pero escribo de lunes a domingo.
"Esto es un oficio y en cada novela aprendes de la anterior y de las lecturas que vas acumulando, de tu vida y la experiencia de los años. Llevo veinte años en esto y para mí es una forma de vivir"
- Muchas lectoras de Hola habrán incluido tu libro en su lista de deseos para los Reyes Magos, ¿qué pedirá Paloma Sánchez-Garnica?
Siempre hay libros en mi lista, aunque me los suelo autorregalar, ya que prefiero ir sobre seguro. Los últimos van a ser los tres que han sacado traducidos de la última Premio Nobel, Han Kang: La Vegetariana, Actos Humanos y No digas adiós.
Papá Noel me trajo El extraño caso del Doctor Jekyll y Míster Hyde, un clásico que me apetece mucho volver a leer tras comentar con un lector cómo alguien puede ser un malvado o un héroe siendo la misma persona, pero en distintos momentos de su vida.