¿Qué hacer cuando tu pareja prioriza constantemente a su familia de origen?

La pareja no suele ser únicamente una relación entre dos personas, sino el encuentro de dos familias. [Foto: Getty Images]
La pareja no suele ser únicamente una relación entre dos personas, sino el encuentro de dos familias. [Foto: Getty Images]

Cuando comenzamos una nueva vida en pareja, formamos una familia propia, independiente de nuestra familia de origen. Al menos en teoría.

En la práctica, esa independencia es muy relativa porque normalmente no nos comprometemos solo con nuestra pareja, sino también con su familia ya que cada uno de nosotros somos, de cierta forma, extensiones del sistema familiar del que provenimos y estamos profundamente vinculados a nuestros orígenes.

Por eso, la pareja no suele ser únicamente una relación entre dos personas, sino el encuentro de dos familias, cada una con sus tradiciones, hábitos, necesidades, demandas y formas de relacionarse. El problema comienza cuando no existen límites adecuados y las figuras familiares están demasiado presentes en la relación hasta el punto que se interponen entre los miembros de la pareja, adueñándose de un espacio que no les corresponde.

Nunca nos desvinculamos por completo de la familia de origen

Los patrones relacionales que aprendimos en nuestra familia de origen influyen en la pareja. [Foto: Getty Images]
Los patrones relacionales que aprendimos en nuestra familia de origen influyen en la pareja. [Foto: Getty Images]

Todos acarreamos un legado familiar que determina nuestra relación de pareja. Independientemente de la distancia física que exista con la familia de origen, esta seguirá estando presente. La ciencia ha comprobado que “las experiencias de las familias de origen de ambos miembros de la pareja influyen de manera única en el matrimonio”, una influencia significativa para el imprescindible ajuste que se debe producir al inicio de la relación.

Investigadores de la Universidad del Estado Libre también concluyeron que “los patrones de interacción establecidos en la familia en la que el individuo creció desempeñan un papel relevante en la satisfacción marital hasta bien entrada la edad adulta”.

Otro estudio realizado en la Universidad de Misuri indicó que “las lecciones de compromiso recordadas de las familias de origen se asocian con el nivel de compromiso informado de los participantes en sus relaciones actuales”. Investigadores de la Facultad de Medicina de Harvard también comprobaron que los niveles de hostilidad expresados ​​por los padres durante las interacciones familiares reflejaron más tarde la hostilidad de esas personas hacia sus parejas e hijos.

Esto significa que incluso sin darnos cuenta seguimos arrastrando muchos de los hábitos que aprendemos en nuestra familia de origen y los replicamos en nuestra relación de pareja. Sin embargo, anteponer continuamente a la familia de origen, descuidando la pareja y relegando sus necesidades a un segundo plano es la receta más segura para el desastre.

Negarse a cortar el cordón umbilical

Mantener el cordón umbilical suele ser señal de inmadurez e inseguridad. [Foto: Getty Images]
Mantener el cordón umbilical suele ser señal de inmadurez e inseguridad. [Foto: Getty Images]

Cuando llegamos a la madurez deberíamos tener la fuerza y el coraje suficientes para volar por nuestra cuenta. Sin embargo, muchas personas no están preparadas psicológicamente para emprender esa aventura. Les aterra salir de la zona de confort en la que se han sentido seguros y protegidos.

Emprender una vida nueva en pareja significa asumir nuevos retos, responsabilidades y compromisos. Algunas personas pueden sentir que son incapaces de implicarse activamente en la construcción de una nueva vida con su pareja, de manera que regresan bajo el cobijo de la familia de origen cada vez que se sienten inseguras.

Estas personas no están preparadas para gestionar la vida por su cuenta y les asusta asumir nuevas responsabilidades. De hecho, es un problema común en quienes han crecido bajo la sombra de la sobreprotección o con unos padres excesivamente controladores. El apego excesivo a la familia de origen, la cual se identifica como la fuente de seguridad y validación, hace que la persona relegue a un segundo plano a su pareja.

En otros casos, la reticencia a “cortar el cordón umbilical” se debe a la culpa. Hay quienes pueden sentirse culpables por no pasar tanto tiempo como antes con su familia de origen, de manera que intentan compensarlo de otras formas. El problema es que a menudo esa compensación implica relegar a un segundo plano a su pareja, descuidar sus necesidades y no contar con ella para tomar decisiones importantes.

Estos comportamientos harán que nos sintamos como auténticos extraños en la relación. Cuando nuestra pareja mantiene lazos demasiado estrechos con su familia de origen, no solo surgen conflictos en la relación, sino que resulta muy difícil construir el grado de intimidad, confianza y apoyo mutuo que demanda una pareja sólida.

Cuando nuestra pareja prioriza continuamente a su familia, relegando a un segundo plano nuestras necesidades o incluso descuidándolas, podemos sentirnos rechazados o incluso pensar que no se encuentra lo suficientemente comprometida. En esos casos, la relación no avanzará, sino que empezará a retroceder paulatinamente.

Por eso, es importante realizar un ejercicio de introspección y buscar estrategias para establecer relaciones más saludables. Comprender nuestros determinantes emocionales y detectar los “asuntos pendientes” que debemos resolver, es un paso esencial para madurar.

¿Cómo salvar la relación de pareja?

La relación de pareja se salva con comunicación asertiva, poniendo límites razonables y dejando a un lado el resentimiento. [Foto: Getty Images]
La relación de pareja se salva con comunicación asertiva, poniendo límites razonables y dejando a un lado el resentimiento. [Foto: Getty Images]

1. Comunicar de manera asertiva nuestras necesidades

Cuando nuestra pareja prioriza constantemente a su familia de origen, es normal que en algún momento comencemos a experimentar cierta frustración. Esa frustración proviene de nuestras necesidades emocionales insatisfechas. En ese caso, debemos evitar una reacción común: los reproches. Así solo lograremos profundizar la brecha y generar una respuesta defensiva. Sin embargo, tampoco es conveniente callar lo que pensamos.

En su lugar, debemos exponer con calma y claridad nuestras necesidades. Podemos dar ejemplos concretos de las veces que nos hemos sentido ninguneados o relegados a un segundo plano, pero no con el ánimo de acusar sino para explicar cómo esos comportamientos nos han afectado. La clave consiste en fomentar un diálogo empático, de manera que nuestra pareja pueda ponerse en nuestro lugar y entendernos.

2. Proponer cambios y límites razonables

Cuando las quejas llegan sin propuestas de cambio son una catarsis, que solo suele servir para generar malestar y tensión. Para que la relación funcione, es importante proponer soluciones alternativas.

Quizá uno de los límites más importantes consiste en comprometerse a solucionar los problemas de pareja entre ambos, sin incluir a terceras personas, sobre todo familiares. Eso también significa mantener en privado los conflictos porque cuando se airean los problemas, los demás pueden sentirse con derecho a opinar o incluso decidir.

Otra regla importante consiste en pedir a nuestra pareja que nos consulte siempre antes de tomar cualquier decisión importante. De hecho, es conveniente desarrollar el hábito de compartir con la pareja cualquier necesidad, deseo o preocupación que tengamos ya que eso estrecha los lazos afectivos y nos convierte en el principal pilar de apoyo.

3. Expectativas razonables y cero resentimiento

Debemos tener en cuenta que es posible que nuestra pareja ni siquiera sea consciente de las consecuencias de sus comportamientos pues hasta ese momento lo normal era priorizar a su familia de origen. Eso significa que necesitamos nivelar nuestras expectativas.

No podemos esperar que una persona que ha estado muy ligada a su familia pueda cortar del día a la noche el cordón umbilical. De hecho, esa persona no solo es nuestra pareja, sigue siendo un hijo, hermano, nieto… Por tanto, es necesario encontrar un nuevo equilibrio donde todos tengan cabida.

Para fomentar ese equilibrio, es importante no alimentar resentimiento. El resentimiento termina erosionando la relación y hace daño a quien lo experimenta. Las relaciones interpersonales pueden ser difíciles debido a los vínculos afectivos que se tejen y para muchos padres es complicado ver alejarse a un hijo. Por eso, en vez de enfadarnos, debemos hacer un esfuerzo por entender sus demandas, aunque ello no significa ceder terreno cuando son desproporcionadas.

Poniendo los puntos sobre las íes

No se trata de despreocuparse de la familia de origen, sino de priorizar la relación  con quien será nuestro compañero de vida. [Foto: Getty Images]
No se trata de despreocuparse de la familia de origen, sino de priorizar la relación con quien será nuestro compañero de vida. [Foto: Getty Images]

No hay nada de malo en que una persona ame y cuide a su familia de origen. El amor y cuidado de los padres no está reñido con el amor y atención a la pareja. De hecho, una relación sólida y saludable con la familia en la que crecimos no solo es positiva para nuestro bienestar psicológico, sino que también puede nutrir nuestra relación de pareja. De hecho, es comprensible que de vez en cuando necesitemos experimentar esa cercanía y conexión con nuestros padres y hermanos.

Sin embargo, cuando se comienza una nueva vida en pareja esas figuras familiares deben asumir un rol de apoyo y dejar de tomar decisiones o realizar demandas excesivas. Deben darse cuenta de que estamos construyendo una nueva vida con nuestra pareja, pero que no por ello dejamos de amarles menos.

El psiquiatra Nathan B. Epstein comprobó que cuanto más claros son los roles en la familia de origen, mayor es la satisfacción de las personas en su relación de pareja. Aprender a una edad temprana que cada miembro de la familia tiene ciertas responsabilidades y funciones que cumplir, nos permite ser más conscientes de que debemos satisfacer las necesidades de nuestra pareja y asumir la responsabilidad por construir una relación satisfactoria y feliz.

Por tanto, no se trata de despreocuparse de la familia de origen o amarles menos, sino tan solo de priorizar la relación de pareja para construir un vínculo sólido, duradero y satisfactorio con la persona que será nuestro compañero de vida.

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