"Pedagio" cierra Horizontes con una sátira LGTBI que fija el centro en la tontería humana

San Sebastián, 29 sep (EFE).- La directora brasileña Carolina Markowick se ríe de la tontería humana con su segundo largometraje, "Pedagio" (peaje), que se ha proyectado esta noche en la sala K2 del Kursaal como cierre de la competición en la sección Horizontes Latinos.

"Pedagio" es una sátira con la que la directora ha querido dejar en evidencia "el circo que es la realidad LGTBI en Brasil, con unos políticos impresentables y unas personas que, inexplicablemente, les votan", ha dicho la brasileña en un 'portuñol' más que aceptable, en el coloquio posterior a la proyección donde ha estado rodeada de gran parte de su equipo.

La película, ha explicado, es la "historia del desentendimiento entre una madre y un hijo" pero también es un relato de la violencia, "no sólo homófoba, sino de la propia sociedad".

"En Europa nos reímos de escenas como éstas que vemos en la película, hay carcajadas, pero si vieran cómo se toman en Brasil, en Latinoamérica estas cosas... Hay diferencias -apunta Markowick- hasta en la interpretación del sentido del humor. Sólo nosotros sabemos la locura que pasamos", ha dicho.

Markowick vuelve a San Sebastián solo un año después de haber presentado "Carvao"; no porque ella sea una superheroína -en realidad, tardó cerca de tres años en producir ambos largometrajes- sino porque la casualidad hizo que se rodaran casi simultáneamente y con muchos de los actores de la primera en la segunda, un ejercicio un poco enloquecedor, concede la brasileña, porque de un rodaje a otro solo hubo tres meses de diferencia.

Suellen, empleada en una cabina de peajes, descubre que puede sacar un sobresueldo fácilmente, aunque de modo ilegal y violento. Pero ella no lo ve mal del todo, porque ese dinero lo va a emplear en tratar de que su hijo homosexual "se cure" de su enfermedad.

Para ello, necesita pagar los talleres de conversión gay que dirige un sacerdote portugués, que interpreta con muchísimo atino el actor Isaac Graça, unos ejercicios disparatados donde se proyectan imágenes grotescas con indicaciones aún más surrealistas para convencer a los jóvenes de que caminan al borde de un precipicio.

La directora ha comentado con el público que ha asistido a la proyección de su cinta que se inspiró en el lado patético de la vida para inventarse una historia que es mentira, pero podría ser verdad.

"En países como Brasil se preocupan mucho por como se relacionan sexualmente las personas, me parece una locura", ha señalado, hasta el punto, dice, que hay gente que preferiría que su hijo fuera un delincuente a que fuera gay.

"La violencia genera una cadena de violencia, eso es claro, pero lo que me intriga es por qué parece tan claro que hay que ser religioso para rechazar a un familiar gay", señala.

La actriz Maeba Jinkings, que interpreta a la madre del chaval, Antonio (Kauan Alvarenga), ha defendido que esta mujer no es violenta con su hijo, "lo está protegiendo, como educadora está haciendo lo que puede para corregirle; ahí el límite de la violencia es un ciclo infinito. Ella intenta amar a su hijo, con propios límites de la ignorancia".

"Cree que un chico negro y sin dinero y encima, gay, lo va a tener muy mal en la vida, eso es lo que le enseñaron, eso es lo perverso", apunta Jinkings.

Markowick opina que, en el cine, se tratan estos temas siempre en conexión con el fundamentalismo y la extrema derecha, pero aquí, explica, las personas que se cuestionan estas cosas ni siquiera son religiosas.

Aunque no se dice, se trata de una "reconversión" de las que realizan los seguidores de la religión neopentecostal, unos fundamentalistas con los que conversó largo y tendido la directora, hasta el punto, ha bromeado, de que "muchos pastores pensaban que me quería convertir".

Admite que abraza el tono humorístico con ganas, porque "en la vida hay de todo".

"Yo soy una enamorada de la mixtura de tonos que es la vida, en un minuto es un drama y al segundo, una risa, y eso es mi película, la fluidez de la vida", ha señalado.

(c) Agencia EFE