Pedro Fernández, Reyna Tropical y Tania Libertad celebraron a los muertos por su día

Pedro Fernandez performs at the Muerte Y TradicIon stage at the 25th Annual Dia De Los Muertos at Hollywood Forever in the Hollywood area of Los Angeles, Calif. on Oct. 26, 2024.
Pedro Fernández durante su participación en el evento por el Día de los Muertos del 26 de octubre del 2024. (Jill Connelly/For Los Angeles Times en Espanol)

No estamos seguros de que Reyna Tropical, la desafiante artista ‘queer’ que antecedió en el escenario principal a Pedro Fernández, haya estado feliz con la presentación del ídolo jalisciense, si es que se quedó a verlo.

A fin de cuentas, mientras que ella manifestó a viva voz su devoción por el movimiento LGBTQ+ y su rechazo hacia cualquier forma de machismo, el protagonista de la velada privilegió un repertorio de rancheras clásicas que no podría haber sido más conservador ni más heteronormativo.

Según el cristal con que se lo mire, esto podría revelar una falta de consistencia por parte de los organizadores del evento anual por el Dia de los Muertos que se realiza en el cementerio Hollywood Forever o, simplemente, un deseo saludable de ofrecer diversidad y apelar a distintos gustos a lo largo de la celebración de una jornada completa que se llevó a cabo el sábado pasado en el emblemático recinto ubicado en la ciudad de Hollywood.

Haya provenido de donde haya provenido, la decisión probó ser correcta en el sentido de que Fernández (nacido como José Martín Cuevas Cobos) contó con la mayor asistencia de la jornada durante su acto, sin que eso signifique que el festival haya tenido el éxito que tuvo en ediciones anteriores, cuando convocó a multitudes enormes que no se vieron en esta ocasión y que, por el lado de los asistentes, permitieron un nivel de movilidad y de comodidad mucho mayor (lo que resultó positivo para nosotros).

Y es que, a pesar de sus más de cuatro décadas de carrera, (este) Fernández no parece ser un artista con el suficiente peso como para encabezar el aniversario número 25 de un espectáculo que, en años anteriores, tuvo al frente a exponentes como Mon Laferte, Saúl Hernández, Panteón Rococó y Rubén Albarrán.

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Con la carga encima

De hecho, a lo largo de la presentación de Fernandéz, varios miembros de la audiencia le pidieron de manera insistente -y hasta pesada, porque ya andaban entrados en copas- la interpretación de “La mochila azul” , la ranchera que popularizó hace 35 años, cuando era solo un niño, pero cuya sombra no lo ha abandonado.

El cantante, actor y productor terminó por presentarla, claro, pero no antes de desgranar un largo repertorio en el que figuraron temas como “La canción del mariachi”, “¿Quién será?”, “Perdóname mi amor por ser tan guapo” y “El aventurero”, que podría fácilmente llamarse “El mujeriego” -revisen solo la letra-.

La voz de Fernandéz no es espectacular, ni tan potente como la de muchos de sus colegas de género; al inicio de su set, le falló durante la parte de “El aventurero” en la que tiene que enumerar rápidamente los tipos de mujeres que le gustan (o sea, todas), y él mismo lo reconoció al decir: “Se me fue el aire”.

Pero las condiciones de su garganta fueron mejorando con el paso de los minutos, y nadie puede quitarle el carisma que posee ni sus evidentes habilidades para el baile, que despertaron especial entusiasmo entre sus fanáticas.

Reyna Tropical llamó la atención con su osada propuesta.
Reyna Tropical llamó la atención con su osada propuesta. (Jill Connelly/For Los Angeles Times en Espanol)

Una ofrenda muy distinta

Mientras caía la noche, el mismo entarimado fue testigo de la llamativa ‘performance’ de Reyna Tropical, que funcionó como un dúo hasta la muerte de uno de sus integrantes, Nectali Díaz, y que se presenta ahora como el acto solista de la cantante y guitarrista Fabi Reyna, acompañada por un músico adicional en el bajo y en las secuencias.

Con todo lo experimental e inclasificable que puede llegar a resultar, el arte de Reyna tiene tanto de cumbia peruana como de folklore mexicano y de sonoridades africanas, aunque responde a una línea minimalista que no lo vuelve inmediatamente bailable.

En todo caso, la muchacha radicada en Los Ángeles no tuvo pelos en la lengua. Además de hablar frecuentemente entre tema y tema, dedicó el concierto a “nuestros antepasados gay reprimidos” (lo dijo en inglés) y se definió como una representante del ‘Lesbian Norteno” mientras entonaba con su agradable voz “La madrugada”, una pieza con toques de raï y una fuerte parte percusiva.

Estéticamente, su intención fue igualmente provocativa; ataviada con un traje de charro que, sin embargo, se coronaba con una apretadísima camiseta blanca que destacaba su fisonomía al no llevar sujetador, Reyna empleó de manera irónica elementos tradicionales de su cultura con la finalidad de subvertirlos y de darle vida a una propuesta altamente sensual.

Ambar Lucid en otro momento del espectáculo.
Ambar Lucid en otro momento del espectáculo. (Jill Connelly/For Los Angeles Times en Espanol)

Más mujeres

Antes de ella, la tarima central fue ocupada por Ambar Lucid, otra artista solista que, a pesar de su nombre, es latina, como lo revela su partida de nacimiento, en la que aparece como Ambar Carolina Crúz Rodriguez. La hija de un mexicano (que fue deportado cuando ella era niña) y una dominicana, que nació en Nueva Jersey, maneja una propuesta bilingüe de carácter ecléctico que la encuentra acompañada por una banda.

Como parte de su acto, por ejemplo, interpretó “Get Lost In The Music”, una oda a los hongos mágicos plasmada a través de un marco instrumental ‘indie’, y cerró filas con “Universe”, una pieza de conexión espiritual que se inclina mucho más hacia el ‘dance’ aparentemente despreocupado.

Inmediatamente antes de que llegara el turno de Fernández, el estrado fue ocupado por Los Lobos, la legendaria banda mexicoamericana de rock con medio siglo de existencia que es más, mucho más que “La bamba”, y que es toda una institución angelina.

Tendríamos que haberlos visto, por supuesto; pero como los hemos atendido en numerosas ocasiones, optamos por desplazarnos a otro estrado con la finalidad de apreciar a una artista que, además de corresponder con mayor fidelidad a nuestro público y de ser una de las mejores cantantes latinoamericanas de los tiempos actuales, no se había presentado en el Sur de California desde hacía más de una década.

Tania Libertad a su paso por el escenario La Catrina.
Tania Libertad a su paso por el escenario La Catrina. (Jill Connelly/For Los Angeles Times en Espanol)

Encuentro de países 

Nos referimos a la señora Tania Libertad, quien nació y creció en Perú, pero vive en México desde hace 44 años, lo que la ha llevado a darle preferencia a composiciones del país vecino que, sin embargo, llegan tamizadas bajo su tutela por incuestionables ritmos peruanos, dando con ello vida a una fusión que resulta sorprendentemente efectiva y placentera.

En términos estrictos, Libertad interpretó únicamente dos piezas surgidas de las mentes de sus compatriotas: “Hoy”, una composición contemporánea emanada de la pluma de Gian Marco, y “Fina estampa”, un vals criollo creado a mediados de los ‘50 por la legendaria Chabuca Granda.

Pero el sonido del cajón fue casi constante, así como lo fueron las inflexiones peruanas otorgadas al bolero “Adoro”, de Armando Manzanero (que se entrometió en los terrenos del vals peruano) y al huapango “La bruja” (que adquirió aires de festejo, aunque después se fue por el camino de la salsa).

La voz de Libertad, que sigue siendo espectacular, no pudo lucirse como era debido desde el inicio de su acto, porque el sonido se estaba todavía ajustando; pero una vez que lo hizo, logró deslumbrar a los presentes con la magnífica interpretación del “Ave Maria” de Schubert que ella anhelaba presentar en un recinto como este y con una memorable rendición de “Alfonsina y el mar” que demostró el poderío de su voz, incluso cuando se alejaba intencionalmente del micrófono.

Algunos de los asistentes al evento.
Algunos de los asistentes al evento. (Jill Connelly/For Los Angeles Times en Espanol)

Otras áreas

Como lo sabe bien cualquiera que haya acudido a este evento, hay muchísimo que ver en él, incluso en el área de la música en vivo, que se difunde a través de numerosos escenarios. En este caso, además de los dos citados, se dispuso la presencia de uno adicional; y más allá de las encantadoras calacas gigantes que ostentaba, la entrada del cementerio sirvió para la exhibición de sesiones de baile en las que se invitaba a participar a los concurrentes.

Aunque resulta imposible verlo todo, recorrer las distancias que nos separaban de los lugares ya planificados nos dio la oportunidad de encontramos ante escenas dignas de recuerdo, como la de los danzantes que practicaban inspirados movimientos de origen azteca en el siempre sugestivo escenario que se encuentra al pie de una laguna.

Tampoco dejamos de apreciar los altares, que son un elemento imprescindible de la conmemoración y que, ahora, parecen estarse inclinando hacia el empleo de herramientas tecnológicas de las que no disponían antes, lo que los hace mucho más vistosos y permite que adquieran dimensiones casi sobrenaturales una vez que se impone la noche.

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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.