Por qué la ¿última? película de Clint Eastwood no se estrenará en los cines de la Argentina
Las películas dirigidas por Clint Eastwood tuvieron asistencia casi perfecta en los cines argentinos a lo largo de los últimos 53 años. Hasta ahora.
De los 40 largometrajes que Eastwood lleva realizados desde 1971, cuando se conoció su ópera prima, Obsesión mortal (Play Misty for Me), solo pasaron de largo en la cartelera de los cines Honkytonk Man (1982) y El principiante (The Rookie, 1990), ambas estrenadas directamente en formatos de video hogareño. Todo lo demás, de aquel debut a Cry Macho (2021), que además fue su última aparición como actor, tuvimos la suerte de verlo en pantalla grande.
La lista, larguísima, incluye todos sus éxitos: Los imperdonables (Unforgiven, 1992); Un mundo perfecto (A Perfect World, 1993); Los puentes de Madison (The Bridges of Madison County, 1995); Million Dollar Baby (2004); Gran Torino (2008), Invictus (2009), Sully: hazaña en el Hudson (Sully, 2016), La mula (The Mule, 2018) y muchos más.
No pasará lo mismo, según todos los indicios, con la película número 40 en la formidable carrera como director de la figura que todos reconocen hoy como el último exponente de la gran tradición clásica del cine estadounidense. A menos que se produzca un milagro de esos que ni siquiera la inspirada fantasía de Hollywood hoy está en condiciones de realizar, el público argentino verá con suerte Juror #2 (ya conocida en España como Jurado N° 2) cuando llegue en algún momento a la plataforma de streaming Max. En el mejor de los casos, eso pasará antes de fin de año.
¿Por qué se le niega ahora al espectador local la posibilidad de reencontrarse con uno de los pocos autores genuinos que tiene hoy el cine más clásico? ¿Qué tuvo que pasar para que Juror #2, como todo parece indicar, pase de largo por las salas argentinas?
La explicación hay que buscarla en Burbank, el suburbio con más presencia de la industria del cine por metro cuadrado de Los Angeles. Allí están emplazados los estudios de la Warner Bros., con sus legendarios stages (esos gigantescos galpones que funcionan desde hace casi un siglo como sets de filmación y se ven en el logo de apertura de sus películas) y su famoso y simbólico tanque de agua. En ese lugar, los más altos ejecutivos del holding Warner Bros. Discovery, encabezados por David Zaslav, tomaron la decisión de reducir a la mínima expresión (en apenas 31 pantallas) el lanzamiento de Juror #2 en los cines estadounidenses. La película previa de Eastwood, Cry Macho, cuatro años atrás, se estrenó en 3967 pantallas.
Lo que está pasando con Juror #2 desde ese momento cuestiona aquella decisión y deja a Warner en una posición muy incómoda. La película recibió una enorme mayoría de críticas positivas en los principales medios y tuvo una presentación muy comentada como película de apertura de la fiesta anual del American Film Institute (AFI) en una gigantesca sala del complejo que funciona junto al Teatro Chino de Hollywood, a metros del auditorio en el que se celebra la fiesta del Oscar.
Pero las noticias más elocuentes llegaron desde Europa, donde Juror #2 encontró un eco a la altura del prestigio cosechado por Eastwood durante largas décadas. En Francia, un país que siente devoción por la obra del realizador, fue vista por 454.000 personas en su primera semana (disponible en 1438 cines) y ocupa hoy el cuarto lugar entre las películas más taquilleras del momento. En España también alcanzó esa posición y en el Reino Unido quedó décima.
La película recaudó casi cinco millones de dólares en unos pocos mercados europeos, a los que se sumaron Bélgica, Países Bajos e Irlanda. También se estrenó en Canadá, pero Warner no hará pública ninguna cifra de taquilla registrada allí o en Estados Unidos, como si sintiera alguna extraña vergüenza en presentarla de esa manera minúscula, casi clandestina.
Algunas de las más autorizadas publicaciones de Hollywood se formulan en estas horas las mismas preguntas que se hacen los fieles seguidores de Eastwood (y del cine clásico, por añadidura) en la Argentina: ¿por qué Warner decidió “esconder” lo que podría ser la última película de Eastwood en vez de darle un digno entorno al opus final de un artista que a lo largo de su trayectoria le hizo ganar al estudio unos 4000 millones de dólares?
Eastwood hoy tiene 94 años, pero está vinculado a Warner desde el comienzo de su triunfal carrera en los Estados Unidos, iniciada después de aquel revelador viaje a Italia y su presencia protagónica en la obra cumbre del spaghetti western: las tres películas de la Trilogía del Dólar (o del Hombre sin Nombre, como se llamaba su personaje) dirigidas por Sergio Leone: Por un puñado de dólares, Por unos dólares más y Lo bueno, lo malo y lo feo.
Hizo algunas películas a su regreso, previas al debut como director con Obsesión mortal en 1971. En ese mismo año, Warner estrenó Harry el sucio, de Don Siegel, primera aparición en pantalla del personaje que lo consagró definitivamente ante el público estadounidense y la industria de Hollywood.
Desde entonces, casi toda su carrera se desarrolló a la sombra de uno de los estudios con mayor historia en el cine estadounidense. Allí instaló las oficinas de Malpaso, la productora que él mismo creó y con las que llevó adelante todos sus proyectos. Cerca de allí está emplazado el Eastwood Scoring Stage, el espacio predilecto de toda la industria de Hollywood para la grabación de la música incidental y las bandas sonoras de sus películas más importantes porque cuenta con un imponente estudio de grabación de 464 metros cuadrados. Casi un homenaje secreto al viejo Clint, que desde Los imperdonables compone y habitualmente ejecuta en el piano el tema principal de cada nueva película suya.
Nada de eso alcanzó o fue suficiente para que Warner alterara sus planes. En las últimas horas se supo a través de Variety y otros medios atentos a la actualidad hollywoodense que el estudio desde el vamos pensó en Juror #2 como un proyecto concebido para su estreno directo en streaming, y que Eastwood estaba de acuerdo con esa decisión. Pero ese aval estuvo siempre acompañado con el expreso pedido de Eastwood al estudio para que considerara la posibilidad de un estreno limitado en salas, como suele ocurrir con las películas de autor en el mercado estadounidense.
Ese momento llegó cuando el prestigioso AFI reconoció los méritos de la película y decidió programarla en carácter de estreno mundial para la gala de apertura de su fiesta anual, el mes pasado. Pareció que en ese momento, cuando empezaron a trascender los primeros elogios (aunque también hubo reproches en algunas críticas), se crearían las condiciones para que Warner ampliara los alcances de la llegada de Juror #2 a los cines del mundo.
No ocurrió así, por más que estemos al fin y al cabo frente a la certeza casi total de que Eastwood se despediría con esta obra, en la que vuelve a varias de sus obsesiones. Juror #2 se presenta como un complejo drama judicial, cuyo personaje central, interpretado por Nicholas Hoult es un alcohólico en recuperación que espera su primer hijo en el mismo momento en que es convocado para integrar el jurado popular encargado del veredicto en un caso de asesinato.
En el centro del proceso aparece una persona acusada de matar a una mujer en un accidente automovilístico. Pero el personaje de Hoult no tarda en descubrir que bien pudo haber sido él mismo la persona responsable de la tragedia. ¿Cómo reaccionará frente a ese dilema? Eastwood vuelve aquí a las grandes preguntas que formulan sus clásicas y sencillas narraciones: qué debe hacer un individuo frente al funcionamiento precario o errático de instituciones que deberían protegerlo y solo le ofrecen salidas equivocadas. ¿Cómo debería actuar? Toni Collette, J. K. Simmons y Kiefer Sutherland completan el elenco principal.
A diferencia de la mayoría de los actores y técnicos de la película, Eastwood no se hizo presente en la gala inaugural de la AFI. Nadie dio explicaciones sobre esa ausencia. ¿Problemas de salud, comprensibles en una persona de 94 años? ¿O fue una manera de responder a la manera en que Warner poco menos que destrató su película?
Cualquiera fuese la razón, nada logrará esconder o disimular la sensación de que Hollywood, extrañamente a través de un estudio que toda la vida se jactó de apoyar proyectos arriesgados y proteger a sus estrellas, ya no parece dispuesto a tener en cuenta como antes a un modelo de estrella que supo brillar por largos años, también a través de proyectos de una arrolladora creatividad personal, porque cree que el público no le responde como antes.
Kevin Costner, protagonista de una de las mejores películas jamás hechas por Eastwood (Un mundo perfecto) aparece como una segunda víctima de la misma situación de ninguneo. La está padeciendo con el proyecto de su vida, el monumental western Horizon. En las dos películas, separadas por tres décadas, aparece el sello de Warner.
¿Eastwood tiene pensado volver a dirigir? Falta su palabra oficial, algo difícil para un hombre que suele ser fuera de los sets tan lacónico como sus personajes más característicos. “¿Quién lo sabe? Lleva mucho tiempo diciendo eso”, dijo Tim Moore, productor de las últimas películas de Eastwood, incluyendo Juror #2, en la gala de la AFI.
No sabemos qué puede llegar a pasar en las próximas semanas o meses. La incógnita es tan grande como lo que podría ocurrir con Juror #2 si a partir de la repercusión cosechada por la película se abre una pequeña ventana para que ingrese en la próxima temporada de premios y, por qué no, en la carrera por el Oscar. Solo en ese caso podría ampliarse el estrechísimo espacio que Warner dispuso para su estreno en pantalla grande. El estudio prometió, en tal caso, que haría algún esfuerzo para acompañar ese eventual interés.
Pero estamos en el terreno de las conjeturas. Y en el mejor de los casos, con Eastwood de nuevo en campaña por algún premio de Hollywood como en tiempos de Los imperdonables o Million Dollar Baby, lo más probable es que no haya otra manera de ver Juror #2 en la Argentina que a través del streaming. Toda una injusticia frente a la obra ¿final? de uno de los grandes. Del último clásico.