La película con Mel Gibson que fue un fracaso en taquilla, Netflix le dio otra oportunidad y está entre lo más visto
Conscientes de que el algoritmo de Netflix nos ofrecerá tanto estrenos de calidad como películas o series que dejan mucho que desear, hace unos días apareció en la bandeja de nuevos ingresos Secuestro en directo (On the line por su título original en inglés), una cinta de suspenso protagonizada por el actor estadounidense Mel Gibson que, según cifras oficiales, no tuvo mayor éxito en las pocas salas de los también pocos países donde pudo estrenarse a fines de 2022.
Aunque ostenta una notable trayectoria en el séptimo arte, Gibson afronta un declive que pocos se atreverían a negar con fundamento. Sobre lo primero, muchos recordamos su trabajo en propuestas que trascendieron el tiempo como Corazón valiente, El patriota, la saga de acción Arma mortal o incluso, no tanto tiempo atrás, la misteriosa Señales o tal vez Al límite. Pero en una segunda línea de trabajos que dejaron mucho que desear, los títulos saltan fácilmente a la luz. Desde Instinto peligroso, pasando por La fuerza de la naturaleza, hasta llegar a esa insólita comedia negra titulada Matar a Santa.
Quizás en la senda de este último grupo de producciones, aunque en el extremo, se encuentra Secuestro en directo, filme dirigido por Romuald Boulanger en el que Gibson da vida al locutor radial Elvis Cooney. Presentado por sus colegas como “El hombre con el que todas las mujeres sueñan”, este personaje con varias décadas de experiencia en radio devela rápidamente todas sus cartas. Escenifica una sangrienta pelea con las muñecas de su hija antes de acurrucarla y hacerla dormir. Se cree dueño del mundo manejando su clásico Ford Mustang color turquesa. Le levanta la voz al portero de la emisora donde trabaja para obligarlo a que escuche su programa en vivo. En conclusión, un megalomaníaco por donde se le mire.
Más allá del personaje, la cinta de Boulanger –y he aquí tal vez uno de los poquísimos aciertos en sus 90 minutos de duración— sabe recrear con cercanía aquel ambiente único que es una emisora radial. Aunque por fuera parece un edificio cualquiera, KLAT 103.3 F.M. tiene cabinas sumamente genuinas, decenas de parlantes que permite escuchar hasta en los pasadizos la transmisión en vivo, luces rojas de AL AIRE, imponentes micrófonos que parecen irrompibles así los conductores los manipulen a su antojo, un monitor para leer los mensajes del público y, audífonos y, por supuesto, una línea telefónica desde la que nuestro protagonista dialogará con sus oyentes noctámbulos.
Superados estos detalles que le dan naturalidad y cierto nivel de verosimilitud a la propuesta, todo se transforma en una larga lista de exabruptos, exageraciones y situaciones inexplicables propias de un guion carente de todo sustento. El día en que la historia de Secuestro en directo, Elvis Cooney cumple años, pero nadie parece percatarse de ello. De la misma forma, aquella noche comienza su etapa como productor radial Dylan, un joven de origen británico interpretado por William Moseley. Él termina siendo testigo privilegiado de todos los obstáculos que su jefe, el locutor, afronta conforme se acerca la hora del inicio de su programa. Gerentas que no lo soportan, colegas que amenazan con hacerle daño si sigue “buscando quitarle su puesto”, son solo dos ejemplos de lo que se nos viene.
Pero la acción, ciertamente, detona en la cabina radial. Aquí tenemos sentado a Cooney quien, piernas arriba de la mesa, comienza a soltar consejos, cuál terapeuta a los oyentes que se atreven a levantar su teléfono a esas horas de la noche. Una de esas llamadas, sin embargo, lo cambiará todo ante la atenta mirada de Dylan, la co-conductora Mary (Alia Seror-O’Neill) y el otro productor Steven (Yoli Fuller): un jadeante sujeto que se presenta como Gary (Paul Spera) anuncia que está listo para dar el gran golpe contra un maldito sujeto que merece castigo por sus malas acciones.
Sin títulos o estudios médicos que los certifiquen como especialistas en salud mental, Elvis y Mary intentan guiar a su oyente por el camino del bien. La situación parece típica de un programa radial nocturno en donde –ante falta de temas, auspicios o invitados—se liberan los micrófonos por tiempo indeterminado. Pero, claro, aquí tenemos a un aparente proto-terrorista que se despacha como si no existieran otros oyentes, servicio de 911 ni Policía en toda la ciudad de Los Ángeles.
Secuestro en directo toma un segundo aire cuando Gary devela que tiene en su poder a la esposa e hija de Elvis, a quien acusa de ser un sujeto despreciable, capaz de engañar a su esposa con su compañera de cabina y, además, de maltratar a sus ex asistentes. Estamos, entonces, frente a una propuesta típica de suspenso. Y aquí hay otro aspecto innegable: así como Gary luce irritantemente exagerado y sobreactuado en casi todo su parlamento, Elvis se cree su rol de amenazado. Esa quizás es una de las principales habilidades del Mel Gibson actor. Aun teniendo un guion flácido, absurdo o como prefieras calificarlo, el tipo se cree su rol y va siempre hacia adelante.
Ya fuera de la cabina radial, la cinta de Boulanger presenta otra lista de incongruencias que continúan lastimándola en el balance final. Personajes secundarios que no aportan en absoluto a la historia, como Tony, (sí, el español Enrique Arce muy parecido – otra vez — a Arturito en La casa de papel). Errores de continuidad, como ver a Elvis deteniéndose una milésima de segundo mientras le rompe el florero al secundario antes mencionado, o incluso de lógica: porque si nuestro protagonista está intentando hablarle a Dylan sin que Gary lo escuche, entonces no se explica por qué varias veces no apaga su micrófono.
Si el televidente ha decidido seguir confiando en la película casi 70 minutos después de ver a un gato y un ratón persiguiéndose por todos los pisos de un imponente edifico radial, el epílogo de Secuestro en directo es aún peor. Porque claro que todo cineasta (o guionista) tiene derecho a hacernos decir: “¡Qué giro dramático de los acontecimientos!”. El tema es cuántas veces. Porque llega un momento en el que te preguntas qué cosa de todo lo que has visto alrededor de Mel Gibson como Elvis Cooney es real y qué no. A estas alturas del partido, salvo la convicción del actor de 67 años interpretando un protagónico dentro de una trama insostenible, y su hermoso Ford Mustang turquesa moviéndose por Los Ángeles con “Can’t Stop” de los Red Hot Chilli Peppers como música de fondo, nada ya parece haber valido la pena.
Secuestro en directo - Netflix
Director: Romuald Boulanger
Elenco: Mel Gibson, William Moseley, Alia Seror-O’n
Sinopsis: Elvis lleva 25 años aconsejando a sus oyentes en directo en su emblemático programa nocturno de entrevistas. Una noche recibe la llamada que podría destruir la carrera de Elvis, a su familia y toda su vida por completo.
Calificación: 1 estrella
Reseña de El Comercio.