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Una película de habla hispana podría ponérselo difícil a España en los Óscar

Faltan cinco meses para los premios Óscar (se celebrarán el 12 de marzo de 2023) pero ya se empieza a sentir en el ambiente cinematográfico el calorcito de la temporada de premios. Con el circuito de grandes festivales a punto de bajar el telón tras las ediciones de Londres y Nueva York, toca esperar y ver hacia dónde se decantan los sindicatos, asociaciones y académicos a la hora de dar sus nominaciones. Sin embargo, si hay una categoría que podemos comentar con argumento de peso es la de Mejor Película Internacional. Esa en la que España espera competir con Alcarràs.

Y es que actualmente podemos ver en cartelera otro largometraje de habla hispana que podría ponérselo difícil a la cinta de Carla Simón.

Alcarràs, Lluis Tudela, cortesía de Avalon
Alcarràs, Lluis Tudela, cortesía de Avalon

El 21 de diciembre sabremos si España entró entre la primera selección de candidatas y luego, el 24 de enero, si se encuentra entre las cinco películas nominadas. Cinco, solamente cinco. Un número minúsculo cuando pensamos en la inmensa cantidad de producciones internacionales que se estrenan cada año. ¿Tiene posibilidades Alcarràs de ser una de ellas? A priori diría que sí, después de todo estamos ante la ganadora del Oso de Oro del Festival de Berlín, aplaudida por la crítica y con una recepción decente en la taquilla española tras recaudar 1,983,440 de euros (pero muy lejos de lo que se consigue con fenómenos comerciales, como fue el caso de Padre no hay más que uno 3: 12,891,699 €). Una película agridulce sobre el fin de la tradición pueblerina, pero que rinde un homenaje nostálgico de cocción lenta en el marco generacional de una familia desbordada en la impotencia a punto de perder su granja. (Datos del Ministerio de Cultura y Deporte)

Ahora… Si me preguntan, ¿hay otras películas internacionales con opciones suficientes para dejarla fuera de competencia? Sí, también. Y más de una acarrea la misma cantidad de aplausos que Alcarràs, o incluso más, con historias de vertientes comerciales más apetecibles para el negocio promocional de los Óscar. Una de ellas es el drama legal francés Saint Omer, así como el retrato dramático de una amistad en la cinta belga Close o el thriller inspirado en hechos reales danés, y que resuena con la actualidad del momento, Holy Spider, sobre un asesino en serie que se embarca en su propia misión machista de “limpiar” su tierra iraní de prostitutas. Pero, también, otra película de habla hispana. Hablo de Argentina, 1985, la candidata del país sudamericano que está siendo un fenómeno allí, liderando las ventas de entradas cuando muchos cines se han negado a estrenarla debido a la ventana de apenas tres semanas que les dio Amazon Prime Video (dado que la estrenarán en la plataforma el 21 de octubre). Una película que, también, se mantiene entre las diez más taquilleras de España en las últimas dos semanas (Comscore).

Dirigida por Santiago Mitre, Argentina, 1985 relata los hechos reales en torno al juicio civil celebrado en el país en contra de la violencia perpetrada por la dictadura militar, que tomó el mando entre 1976 y 1983. Ricardo Darín interpreta al fiscal Julio César Strassera, quien lideró la acusación contra las Juntas Militares con ayuda de jóvenes que ardían en sed de justicia, derivando en penas de prisión por delitos de lesa humanidad. Fue la primera vez en el mundo que una dictatura militar fue procesada por el Código Penal.

Ricardo Darín en 'Argentina, 1985' (cortesía de A Contracorriente Films)
Ricardo Darín en 'Argentina, 1985' (cortesía de A Contracorriente Films)

A lo largo de su metraje, Mitre recrea los hechos con una narrativa cercana, de tono picaresco y humorístico, que humaniza a los protagonistas convirtiéndolos en figuras tangibles, contagiando el mensaje de que la justicia y la humanidad van de la mano, tanto como sociedad como desde el individualismo que aporta cada uno. Disfrazada de drama judicial, Argentina, 1985 nos habla de coraje y valentía con franqueza y sencillez, derivando en una pieza consciente con suficientes elementos complacientes para el gran público. Como una secuencia de Ricardo Darín que alcanza el clímax dramático de la historia, y que en muchos cines está provocando aplausos en plena proyección. Me pasó a mí, en su proyección ante el público en el Festival de Londres en una sala llena y, según me cuentan desde Argentina, por allí también sucede a menudo.

En resumen, Argentina, 1985 tiene varios factores que la hacen apetecible para la temporada de premios. Por un lado, que el público y los especialistas la estén recibiendo con los brazos abiertos. Por ejemplo, el agregador de opiniones RottenTomatoes acumula un aprobado del 96% de la crítica y 98% de los espectadores. Y ya sabemos de sobra que los Óscar suelen tener debilidad por las películas que provocan pasiones entre el público, dado que eso repercute en datos de audiencia para la gala ante la curiosidad de descubrir si una candidata favorita se alza con la estatuilla. Además, tiene a su favor el apoyo de una plataforma como Amazon Prime Video, acercándola más fácilmente a la audiencia y, en consecuencia, a la conversación global.

Por otro lado, si la nueva película de Santiago Mitre tiene posibilidades de entrar entre las cinco elegidas por la Academia es porque estamos ante una producción redonda y efectiva, tan emotiva como trepidante, que te hace salir del cine palpitando justicia y esperanza. Una cinta que nos habla de dolor puro, de la memoria y la empatía que radica en la justicia. Y que se queda emocionalmente contigo cuando terminas de verla, un factor imprescindible para convencer a los votantes de la Academia debido a las decenas de largometrajes que ven para poder hacer sus votaciones.

Y no es que Alcarràs no tenga posibilidades, las tiene. Sin embargo, su tratamiento minimalista de la historia a muchos nos terminó alejando de sus personajes, asombrándonos con la belleza cinematográfica de su relato, pero dejándonos indiferentes a su propósito final. Muy diferente a lo que me provocó Argentina, 1985.

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En consecuencia, cuando estás ante películas tan hiladas a la actualidad como Holy Spider, o de tinte más comercial por la conversación que generan como Close o Argentina, 1985, la cinta de homenaje a la vida de pueblo español no sale beneficiada. Además, no olvidemos que podríamos vivir los primeros Óscar comerciales en mucho tiempo. Un detalle que podría beneficiar a películas como Argentina, 1985. Es decir, desde que Titanic y El señor de los anillos: el retorno del rey pusieran sabor palomitero a la ceremonia.

Porque ya sabemos que la Academia se nutre de la visibilidad del público y que, para llegar a la audiencia, necesitan películas que atraigan a las masas entre las candidatas. Por eso muchos especialistas no estamos haciendo quinielas seguras todavía. Porque más allá de Steven Spielberg y su drama semi biográfico, The Fabelmans, que ya resuena como una de las favoritas, todavía quedan películas por ver de esta índole y que podrían dar la nota. Hablo de secuelas de cintas nominadas previamente, como Avatar: la forma del agua y Black Panther: Wakanda Forever así como Babylon, lo nuevo de un niño mimado (y con razón) por los Óscar, Damien Chazelle (La La Land, Whiplash).

Nadie dice que no pueden estar las dos cintas de habla hispana nominadas (con permiso de México y su Bardo de Alejandro González Iñárritu que, siendo sinceros, no está teniendo la aceptación deseada entre la crítica) pero cuando hablamos de cinco candidatas, y si los votantes se ven en la necesidad de descartar a una de las dos, temo que Alcarràs podría salir perdiendo.

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