Peluquerías para papás

¿Cuántas son las tareas que los padres dejamos para que las madres porque consideramos que ellas las hacen mejor? Muchas de ellas tienen que ver con cuestiones atinentes a nuestras hijas. Claro está, nosotros los hombres pensamos que somos totalmente inútiles para realizar quehaceres referidos a lo estrictamente femenino. Decimos erróneamente: “¡Esas son cosas de mujeres!”

De todas, la más frecuente actividad de la que nos marginamos es el arte cotidiano de peinar a nuestra niña. Es posible que nosotros hayamos usado toda la vida el cabello corto, y si nos hemos atrevido a llevar la melena de Tarzán, posiblemente la hayamos disfrutado salvaje y al viento.

Pues bien, pretendemos para nuestras hijas, que lleven el cabello ordenado y prolijo. Sobre todo, para asistir al colegio durante los primeros años de su educación, ya que luego, al comenzar la rebelde adolescencia, será mucho más difícil controlar los peinados exóticos de moda que se vendrán.

Hay muchas diferencias entre hombres y mujeres. Ellas son delicadas, minuciosas, detallistas y los hombres… no tanto. Y esto se evidencia cuando debemos resolver el peinado matutino. Y la situación se pone más difícil si el padre está separado de la mujer y no tiene ninguna posibilidad de pedir la ayuda materna. Ese fue el caso de Greg Wickherts, un padre residente en el estado de Colorado, en los Estados Unidos, quien no sabía cómo responder a los pedidos de Izzy, su hija de 3 años, que insistía en llevar bonitos peinados a la escuela. Tal como lo relata a al portal de contenidos virales Buzzfeed, Greg se apuntó a clases de peluquería y estilismo para solucionar su desconocimiento total sobre el tema, ya que él hacía años que rapaba su cabeza.

El padre aprendió practicando con un maniquí cómo hacer un moño, una trenza francesa o una simple cola de caballo. En conversación con el diario electrónico Huffington Post el hombre compartió sus sentimientos: “Mi parte favorita del día es cuando la levanto y saco de la cama, mientras ella todavía tiene sueño y acaricia su cara en mi cuello. Sentir ese amor y esa confianza es la parte más gratificante”.

Otro caso de valiente enfrentamiento a lo desconocido es el de Philippe Morgese, padre soltero desde que su hija, Emma, tenía sólo un año de edad. Se encontraba frustrado con la tarea diaria de domar el cabello de su hija, por lo que recurrió a los tutoriales de ‘YouTube’ para aprender por sí mismo. A medida que iba practicando fue descubriendo sus habilidades para lidiar con la cabellera femenina. Pronto comenzó a recibir consultas de otros padres y madres.

Así nació el “Daddy Daughter Hair Factory”. Philippe se dirigió a una escuela de belleza local y les pidió un espacio para dar clases gratis de peluquería a papás en aprietos. Con un poco de difusión a través de las redes sociales, el emprendimiento fue un éxito que supera los 2 millones de visualizaciones.

En el “Salón Envogue” de Denver, Estados Unidos, es el lugar que busca transmitir la idea de que no sólo las mamás se deben preocupar de cómo se ven los hijos y de esa forma, tienen cursos especiales para que los papás aprendan a hacer una cola de caballo o lograr los looks más elaborados. Su dueño recuerda que los padres se ven intimidados por las trenzas de las niñas y que al principio les cuesta controlar sus torpes manos en las diminutas cabezas de sus hijas. También agrega que espera que esta nueva moda se haga una tendencia mundial de manera tal de que los padres en todas partes puedan ser héroes a los ojos de sus hijas.

Todo esto nos recuerda a los hombres que somos padres de niñas, que siempre debemos estar ahí para ella, y que los momentos inolvidables jamás ocurrirán si no le dedicamos el tiempo necesario.