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Perry Farrell y el regreso de Jane’s Addiction: “Es una época hermosa, porque hay caos, hay anarquía, pero también hay amor”

Jane's Addiction, un emblema del rock alternativo de los años 90
Jane's Addiction, un emblema del rock alternativo de los años 90

De alguna u otra manera, el caos parece condenado a regir el universo de Jane’s Addiction. Con una propuesta exótica y hedonista, la banda nacida en Los Ángeles en 1985 no tardó en volverse uno de los pilares más fuertes de la cultura alternativa de los noventa gracias a un estilo propio donde confluyen el funk metal, la psicodelia, el post punk y la teatralidad glam sostenida por el guitarrista Dave Navarro y el vocalista Perry Farrell. Su combinación fue tan explosiva que con el tiempo fue el propio grupo el que voló por los aires: poco después de la publicación de su segundo disco, el seminal Ritual de lo Habitual, la banda decidió despedirse de su público con un festejo itinerante donde tocaron también varias bandas amigas. Fue su último gran regalo a la generación X: el festival se llamó Lollapalooza, y no tardó en volverse en un evento en sí mismo que se expandió por el mundo, Argentina incluido.

Entre 1991 y el presente, Jane’s Addiction tuvo varios regresos esporádicos, que los tuvo por Buenos Aires tres veces consecutivas entre 2011 y 2013. La cuarta visita debía ocurrir en 2022 e iba a tener a la banda tocando en San Isidro como parte de su propio festival, hasta que el Covid forzó al grupo a bajarse del cartel pocos días antes. Su público local tendrá revancha este sábado: Jane’s Addiction será una de las cabezas de cartel en San Isidro. Y si bien Navarro no podrá ser de la partida porque todavía acarrea secuelas de su contagio el año pasado (lo que obligó a la banda a tener que recurrir a varios reemplazos de peso en los últimos meses), esta será la primera vez que el grupo se presente en el país con el bajista y fundador Eric Avery, de nuevo en el grupo tras casi tres décadas, sin contar una fugaz reincorporación en 2009. “Nos convertimos en hombres adultos y podemos lidiar con todas las situaciones que pueden aparecer cuando estás en un grupo desde esa perspectiva”, explica Farrell por videollamada antes de subirse al avión mientras su nuevo-viejo compañero aprueba desde el otro margen de la pantalla.

-¿Cómo se preparan para volver a tocar, esta vez con Eric de nuevo en la banda?

Perry Farrell: -Hasta ahora llevamos ya reconectados por seis meses, algo por el estilo. La reunión se dio en el invierno anterior cuando hicimos una gira con The Smashing Pumpkins, y fue una sorpresa enorme. El año pasado tuve un cuadro de agotamiento físico, y la primera persona que me llamó y me dijo: “Espero que estés bien y quiero que sepas que estoy para lo que necesites”, fue Eric. Nunca me voy a olvidar cómo me ofreció su apoyo y me hizo sentir que me tenía bien contenido. Volver a trabajar con él es increíble porque estamos más sólidos que nunca, y eso repercute en el sonido, así que esperá a escuchar a Jane’s Addiction ahora.

Eric Avery: -Viene siendo la mejor experiencia de mi vida en lo músical, mucho más incluso que en la versión 1.0 de la banda. Creo que estamos en un lugar en el que podemos apreciar lo que pasa y no puedo creer que tengamos esa oportunidad. Muchas veces uno hace las cosas de determinada manera en su juventud y no tiene la oportunidad de revertirlas con lo que aprendió en su adultez. Que esto nos esté pasando y tengamos esa chance, te da otra perspectiva como banda y viene siendo increíble.

-La semana pasada en California estrenaron “True Love”, su primera canción nueva en trece años. ¿Cómo es volver a sentarse a componer juntos después de tanto tiempo?

Farrell: -Nosotros entramos en este juego simplemente para tocar nuestra música, no esperábamos que íbamos a salir del ghetto musical. Nos dábamos por hechos con ser parte de algún sello indie y hacer el circuito de boliches, porque para nosotros todo se trataba de componer y de tocar para la gente. Si adelantás hasta 2023, estamos en una posición única en la que piloteamos la tormenta y nos encontramos en el lugar en el que ese instinto que tuvimos tantos años atrás de querer hacer música nueva sigue ahí, y tenemos la chance de hacerlo en un nivel que el mundo no vio nunca. Estamos tocando en estadios y festivales, pero nadie nos puede detener de tocar estas nuevas canciones que van a salir, es una posición hermosa. No estamos haciendo lo que un sello cree, sino que estamos yendo con nuestros corazones. Y nuestros corazones dicen: “¿No estaría bueno que la gente pueda ver en lo que estamos trabajando?”. Nadie nos va a detener.

-Lollapalooza se creó para que se despidieran de su público, y este fin de semana van a tocar como parte del festival, pero para un público que quizás ni había nacido cuando ustedes estaban en actividad en los noventa.

Farrell: -Tengo adolescentes en mi casa que enloquecen al barrio porque tocan muy fuerte y hacen mucho ruido. Uno de los momentos más dulces de mi vida es cuando tengo que discutir con los vecinos no solamente por nosotros, sino también por mis hijos (se ríe). Veo a estos pibes convertirse en músicos de verdad, son una nueva generación. Entiendo que muchos de estos pibes no nacieron cuando sacamos nuestros tres primeros discos, pero el hecho de que quieran estar ahí para vernos me llena el corazón. No es algo que hayamos planeado ni nada parecido, pero me encanta que estén ahí para ver, escuchar y tratar de pegar un tarascón de la misma manera que yo lo hice cuando iba a ver a David Bowie, Lou Reed o Iggy Pop. Yo estaba ahí para aprender de los maestros, y es una sensación hermosa el saber que la generación que nos sigue está ahí para hacer lo mismo con nosotros.

Perry Farrell recorrió el predio con una sonrisa
Perry Farrell en el Hipódromo de San Isidro, en Lollapalooza Argentina

-También les toca compartir escenario con una nueva generación de músicos. ¿Cuán distinta ven la escena?

Avery: -Veo innovación, la rueda sigue girando. Me encanta escuchar a un montón de nuevos artistas porque me interesa ver cómo la cultura es empujada hacia adelante. Veo que tienen una energía similar a la nuestra: nosotros buscábamos mantener un legado de la ética del punk-rock. No tenías que ir a una escuela de música, simplemente podías tomar un bajo o una guitarra y hacerlo. De algún modo, los músicos que ahora están en sus veintipocos tienen un contexto similar para hacerlo, y además tienen la distribución de su música en sus manos. No tienen que ir a pedirle permiso a los dueños de las compañías discográficas o a los “guardianes” de la música. Pueden hacerlo por su cuenta, y ahí veo un paralelo enorme con nosotros.

Farrell: -También es importante el tema del Covid. Imaginate si durante tu adolescencia, en ese momento en que terminás el secundario y te vas a la universidad, te dicen que por tres años no podés salir de tu casa. Eso creó problemas serios de angustia con adolescentes que no sabían cómo socializar entre sí. Les sacaste años elementales de su vida y los mandaste a su habitación, así que ahora que finalmente salieron ven un mundo muy diferente a como era antes. Se quedan preguntándose qué hacer: las puertas se abrieron de par en par, y la “escena” es muy diferente a como era, ni hablar de cómo era cuando arrancamos. Después de un tiempo, el punk-rock es una cosa que se traduce a ir a Forever 21 y comprarte una muñequera de tachas y pintarte el pelo. Se terminó volviendo una industria, y estos pibes no saben qué hacer. Es interesante, porque crecieron de una manera bastante salvaje y todos hacen su propia cosa. Es una época hermosa, porque hay caos, hay anarquía, pero también hay amor y la pasión que viene con cualquier generación, así que creo que los próximos dos años van a empezar a darle forma a algo especial.