7 signos de que estás lidiando con una persona emocionalmente inmadura

Todos envejecemos, pero no todos maduramos. [Foto: Getty Images]
Todos envejecemos, pero no todos maduramos. [Foto: Getty Images]

La madurez emocional no llega, necesariamente, con el paso de los años. Hay adultos que pueden comportarse de manera muy infantil e inmadura. Su forma de pensar cortoplacista, impulsividad y egocentrismo se parecen más a la actitud de un niño mimado que a la de un adulto maduro. Lidiar con ellos no suele ser fácil porque se comportan de manera caprichosa y volátil, de manera que vivir a su lado puede transformarse en una auténtica pesadilla.

¿Qué es exactamente la madurez emocional?

“Las emociones son los accidentes que dan forma al paisaje de nuestra vida mental y social” – Howard C. Nussbaum [Foto: Getty Images]
“Las emociones son los accidentes que dan forma al paisaje de nuestra vida mental y social” – Howard C. Nussbaum [Foto: Getty Images]

La madurez emocional implica ser conscientes de las emociones propias y ajenas, así como ser capaces de gestionarlas asertivamente para que no nos abrumen. Una persona madura emocionalmente experimenta un amplio diapasón emocional pero no se deja arrastrar por los afectos extremos.

Esa capacidad le permite lograr un estado de equilibrio incluso en medio de la tormenta. De hecho, existe una correlación positiva entre la madurez emocional y la resiliencia. Las personas maduras emocionalmente son capaces de poner en práctica estrategias de afrontamiento ante la adversidad que generan más emociones positivas, como intentar ver el problema desde otra perspectiva, enfocarse en los beneficios o incluso recurrir al sentido del humor.

Quienes son más maduros emocionalmente también suelen tener más autoconfianza y son más seguros de sí, según un estudio realizado en la Universidad Maharshi Dayanand. Esa seguridad les permite proyectarse de manera positiva en sus relaciones.

De hecho, la madurez emocional no solo es beneficiosa para la vida interior, sino que enriquece y consolida las relaciones interpersonales. Diferentes estudios han comprobado que la madurez emocional es un factor clave para el ajuste de la pareja y contribuye a que ambos miembros se sientan más satisfechos con la relación. La inmadurez emocional, en cambio, genera un caos interior que termina reflejándose negativamente en las relaciones.

¿Cómo saber si una persona no ha madurado emocionalmente?

La madurez emocional no es una estación final sino un trayecto que dura toda la vida. [Foto: Getty Images]
La madurez emocional no es una estación final sino un trayecto que dura toda la vida. [Foto: Getty Images]

1. No te habla de sus emociones y sentimientos

Hay personas más reservadas que otras. No todos comparten con facilidad sus emociones. Sin embargo, cuando una relación prospera es normal que ambas personas comiencen a compartir sus sentimientos, hablen de lo que les entusiasma y exaspera, lo que las hace felices y lo que las entristece. Mostrar nuestra vulnerabilidad es una poderosa herramienta de conexión.

Sin embargo, las personas inmaduras emocionalmente no suelen compartir sus estados de ánimo. Generalmente solo hacen alusión de manera vaga a emociones básicas como la alegría, la tristeza, el miedo o la ira. Si les preguntas cómo están, te responderán en términos de “bien” o “mal”. No profundizan en sus emociones, sino que levantan una barrera que frustra cualquier posibilidad de conectar a un nivel más íntimo.

En realidad, estas personas no ocultan sus emociones, sino que no practican la introspección. Al no tener la costumbre de mirar dentro de sí, no son capaces de precisar lo que están sintiendo. Como carecen de granularidad emocional, tampoco son capaces de poner en práctica estrategias de afrontamiento más específicas que les permitan gestionar de manera más eficaz cada estado afectivo. Por eso suelen abandonarse a oleadas de emociones que no logran identificar ni comprender.

2. Sientes que caminas sobre cristales debido a su volubilidad emocional

Las personas emocionalmente inmaduras son extremadamente volubles porque se dejan llevar continuamente por las emociones que experimentan. Al carecer del autocontrol emocional necesario, pueden sufrir continuos arrebatos de ira y rabietas como los niños pequeños cuando las cosas no salen según sus planes.

También es posible que se desmoronen repentinamente bajo el peso de las circunstancias ya que son personas que se agobian con facilidad cuando aparece un obstáculo en su camino. Sin embargo, también pueden recomponerse con la misma rapidez con que se rompen pasando de la tristeza a la euforia.

Esa volubilidad emocional convierte cualquier tipo de relación en una fuente de tensión permanente. Es probable que sientas que estás caminando sobre cristales a punto de romperse o por un campo minado porque nunca sabes cómo va a reaccionar esa persona. Su humor varía al ritmo de los pequeños contratiempos de la jornada, por lo que resulta inestable e impredecible.

3. No puedes planificar a largo plazo debido a su impulsividad

Las personas emocionalmente inmaduras tienen dificultades para controlar sus impulsos, como comprobaron investigadores del Jat College Kaithal. Reaccionan, en vez de actuar. Se dejan llevar demasiado por las emociones del momento, sin valorar las consecuencias de sus acciones.

Entre el estímulo y la respuesta no suele mediar la necesaria reflexión que contiene los primeros impulsos y aquieta las emociones para responder de manera más inteligente y adaptativa. Las personas emocionalmente inmaduras se dejan llevar excesivamente por el entusiasmo o la desgana, sin mirar más allá de lo que están sintiendo en ese momento.

Esa impulsividad suele llevarles a hacer promesas que no pueden cumplir cuando se sienten eufóricas o responder de manera violenta cuando están enfadadas. Pueden comprometerse contigo hoy, pero mañana se desdirán simplemente porque su estado de ánimo ha cambiado. Si algo les molesta o disgusta, lo desecharán inmediatamente, aunque luego se arrepientan. Obviamente, esa impulsividad y falta de previsión hacen que planificar la vida a su lado sea una tarea harto complicada.

4. Te culpa por sus errores

Muchas personas inmaduras emocionalmente han crecido bajo el amparo de padres híper protectores, por lo que no han tenido que asumir la responsabilidad por sus decisiones y actos. En la adultez, esas personas siguen manteniendo un locus de control externo en la adultez.

Como resultado, no aceptan de buena gana las críticas ni reconocen sus errores. Buscarán excusas para justificar sus comportamientos y chivos expiatorios en los cuales depositar sus culpas. Sin embargo, al negar su responsabilidad también rechazan la oportunidad de crecer y madurar.

Eso significa que sus relaciones están condenadas a ser una repetición de los mismos errores y conflictos. Esa persona no hará examen de conciencia ni se preguntará qué ha hecho mal, sino que te culpará por todo lo que no funcione, usándote como su saco de boxeo personal.

5. Te sientes cada vez más invisible

Todos los niños menores de dos años piensan que el mundo gira a su alrededor. Luego crecen y se dan cuenta de que no es así. Comprenden que existen otras personas que tienen sus propias necesidades. Sin embargo, existen adultos que se han quedado atrofiados emocionalmente en esa etapa temprana del desarrollo y mantienen un elevado nivel de egocentrismo.

Estas personas no son capaces de ponerse en el lugar del otro. No solo tienen problemas para detectar sus emociones, sino que tampoco perciben los matices emocionales de las relaciones. Por eso suelen asumir una actitud demandante con quienes les rodean y esperan que satisfagan sus necesidades. De hecho, no conciben que sea de otro modo porque se sienten con derecho a todo.

Una persona egocéntrica e inmadura te realizará demandas desmedidas o incluso irracionales y se enfadará si no las satisfaces, por lo que su comportamiento suele ser extremadamente caprichoso. Antepondrá sus necesidades a las tuyas y pretenderá que hagas lo mismo, hasta que su egocentrismo termine consumiendo cada espacio de tu vida.

6. Vierte su frustración sobre ti

Una de las características más relevantes de las personas emocionalmente inmaduras es su incapacidad para lidiar con la frustración, como comprobó un estudio realizado en el Ganga Institute of Education. Estas personas tienen una sensibilidad excesiva ante todo lo que les resulta desagradable.

No toleran la incomodidad, los contratiempos los ponen “de los nervios” y los problemas generan ataques de ira. No soportan la demora en la satisfacción de sus deseos. Quieren todo aquí y ahora. Cuando eso no ocurre o la realidad desafía sus expectativas, experimentan una gran frustración, creen que el mundo es injusto u horrible.

Como resultado, terminan experimentando una mezcla explosiva de angustia, ansiedad, enfado, resentimiento o tristeza. Dado que no son capaces de gestionar esas emociones, a menudo terminan sintiéndose sobrepasados, de manera que la pagarán con quién esté a su lado. Si no prestas atención, te convertirás en el reservorio de todas sus insatisfacciones, desdichas y fracasos.

7. No te da el espacio que necesitas

La madurez emocional es, de cierta forma, una escuela de desapego. Una persona madura y segura de sí misma acompaña sin invadir y ama sin poseer porque sabe que los demás necesitan espacio. Se da cuenta de que todos tenemos días malos en los que necesitamos comprensión o simplemente estar solos.

Una persona inmadura emocionalmente, al contrario, suele desarrollar un apego inseguro. Dado que suelen tener una gran necesidad de afecto, pretenden que los demás satisfagan sus necesidades emocionales, por lo que desarrollan relaciones asfixiantes.

A menudo estas personas no respetan los límites y se vuelven cada vez más demandantes y posesivas. Sus intentos de control y sus demandas opresivas suelen provocar conflictos y elevan el nivel de hostilidad, lo cual termina rompiendo la relación.

En cualquier caso, debemos recordar que la madurez emocional no es una estación final sino un trayecto que dura toda la vida. Siempre hay espacio para seguir creciendo, conocernos mejor, limar las asperezas emocionales, aprender a no incomodarnos por los pequeños contratiempos de la vida y ser más empáticos. Todos podemos lograrlo, tan solo debemos trabajar en ello conscientemente.

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