Cuidado con el discurso barato contra Steisy en 'Pesadilla en el Paraíso'

Steisy y Pablo en 'Pesadilla en el paraíso' (Twitter/@pesadillaparais)
Steisy y Pablo en 'Pesadilla en el paraíso' (Twitter/@pesadillaparais)

Este domingo, Pesadilla en el paraíso se convertía en una telenovela en toda regla. Sus protagonistas fueron Pablo, Steisy y todos los que opinaron sobre ellos. El nuevo tropezón de Patricia dio paso a un desfile de comentarios, opiniones y juicios de valor que casi me obligan a apagar la televisión. Las clases de principios y las actuaciones de los allí presentes, en algunos casos, dejaron bastante que desear y pusieron sobre la mesa la falta de sensibilidad e incluso sentido común tan necesario en estos casos. Creo que la mayoría se quedó con lo superficial sin ir al meollo de la cuestión.

Sabíamos que había mucha plancha en el debate de Pesadilla en el paraíso de este domingo. El cara a cara de Steisy y su novio Pablo fue el momentazo más esperado de la noche y estuvo a la altura. Después de que él abandonara el plató el pasado miércoles por las escenas subidas de tono con Dani, y el ataque de nervios de ella al enterarse, tocaba confrontarlos. Teníamos ganas de escuchar lo que iban a decirse los dos. Todo podía pasar y pasó. Pero, lo curioso es que lo peor no vino de parte de la pareja, sino de los agentes externos que les rodearon.

Me explico. Lo que yo vi en ese segundo encuentro de la pareja, esta vez por videollamada, fue a dos personas muy enamoradas, capaces de reconocer sus errores, por un lado, y de perdonar, por el otro. Las lágrimas de Steisy y su arrepentimiento llegaron de inmediato, no dudó en pedir disculpas las veces que fueran necesarias y tampoco en reconocer su salida de tono. Tal es así, que entendió que si Pablo la dejaba estaba en todo su derecho de hacerlo y lo aceptaría con el corazón roto en mil pedazos. Que a estas alturas del partido donde el orgullo parece haberse hecho dueño y señor del mundo, que alguien no intente justificarse ante su error, reconozca que la ha cagado y pida perdón hasta la saciedad, a mí, personalmente, me gana y me conmueve.

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Que conste que no la estoy justificando, solo valorando que entonase el mea culpa con absoluta transparencia. Sí, es cierto que no se puede ir cometiendo errores a cada rato y luego disculparse como si no pasase nada. Aprende para no volverlo a hacer. Eso sería lo apropiado en un mundo ideal sin traumas ni historias personales del pasado que, todavía, no existe para todos. Aún más me conmovió Pablo. Ya lo hizo en las semanas pasadas cuando le dio el toque de atención a su chica por el coqueteo con Dani. Vi a un hombre enamorado que sabe que lo que pasó no es más que un juego peligroso de su chica, sin mala intención, pero que igual le hace daño. No vale el 'ella es así', tiene que saber que hay límites que no se deben cruzar. Pudo haberse desquitado y haberle dicho de todo, pero estuvo de matrícula de honor. Sin alzar la voz, pero firme, le dejó saber que estaba destrozado y que cuando se ama, no se hace daño al otro. A pesar del dolor evidente, predominó el amor.

Pablo, serio y tajante en todo momento, cedió al ver a Steisy tan mal y no dudó en tenderle la mano en vez de machacarla. A eso me refiero. El acercamiento que vivimos entre ambos y el cariño mostrado por la pareja no fue entendido por todos. Quizás no es lo que se estila, pero a mí me ganó. Algunos esperaban que saltaran los cuchillos por los aires y no entendieron la sensibilidad de Pablo con alguien que se ha saltado todas las reglas no por dañar al otro, sino por ser como es, nos guste o no. Y con esas, empezaron a ejercer eso de consejos vendo que para mí no tengo.

Entre las muchas cosas que allí se dijeron o, mejor dicho, se dieron a entender, es que Steisy, con sus circunstancias, podría hacer muy infeliz a Pablo, en este caso el bueno de la película. Empezando por Jorge Pérez, siguiendo por Beatriz Trapote y terminando por Pipi Estrada, los colaboradores, por lo general, no se dejaron debilitar por las lágrimas de la protagonista y auguraron a Pablo mucho dolor si continuaba siendo tan condescendiente. Se quedaron con lo superficial, es decir, con Steisy coqueteando con Dani, y no con el fondo de lo que vimos. Actuaron como si fueran los novios despechados de la extronista, haciendo juicios de valor y augurando un futuro poco prometedor de la pareja. La única que opinó sin juzgar y comprendió, a mi modo de ver, que solo son ellos los que deciden fue Cristina Porta. "Me alegra mucho que tengas la personalidad de hacer, no lo que la gente esperaba de ti, sino lo que te ha salido del corazón", le expresó.

El novio, quien era el que tenía el único derecho de reprocharle su actitud, no lo hizo, al menos no de la forma en que sí se hizo en plató tan alegremente. En todo momento la invitó a reflexionar por el dolor causado, pero sin olvidarse de su relación y del amor que se tienen. La cuidó en todo momento y, aunque muy claro, supo controlar cada palabra y expresión para evitar hacer más daño a una persona que estaba sufriendo y muy arrepentida. No se puede llegar y machacar aún más como sí se hizo desde plató.

Muchos coincidieron en que la forma de ser de Steisy no hará feliz a Pablo porque no cambiará y que, a la larga, la historia se repetirá. También insistieron en eso de que Pablo no tiene que ser su padre y estar pendiente de que la niña no se pase, tuvieron muy poca fe en su futuro y, prácticamente, le dejaron caer eso de que la cabra tira al monte... No señores, no se pueden hacer tales sentencias ni crear dogmas tan tajantes. No somos quien para hacer algo así. Vi a personas cuyas vidas están llenas de resbalones dando lecciones de lo que se tiene que hacer y me pareció una escena mucho más grotesca de lo que pudo hacer Steisy.

Me quedo con la coherencia y el acto de amor de Pablo, al igual que con el reconocimiento por parte de su pareja de que hizo mal. Pero no por eso hay que crucificarla. A veces de los errores también se sale más reforzado, o no, todo depende de la persona, eso es algo que le corresponde a ellos determinar y no al resto. Es muy fácil opinar gratuitamente y soltar un discurso barato como el de Trapote sobre lo que se debe y no se debe hacer. O dar a entender que puede ser un montaje para ganar protagonismo como en su momento soltó Xavier Font, de Locomía, quien anoche parece que se retractó un poco.

A mí en cambio, aunque algunos se espanten, me pareció una de las escenas de amor más bonitas que hemos visto en televisión. El amor traspasó la pantalla. Ella tiene mucho que resolver, y él lo sabe y lo abraza, sin machacarla. Eso no significa que le tenga que salvar la vida ni protegerla hasta la eternidad, pero es alguien que está dispuesto a hacerla entender lo que sí y lo que no, algo que ninguna otra pareja ha sabido ni querido hacer en el pasado. Es una responsabilidad para él, pero, aunque suene a frase popular, es su vida, con amor todo se puede construir y reparar. Solo hay que querer y, precisamente, dejar a un lado todos esos juicios de valor y discursos barateros que vimos en el debate.

Hagan lo que hagan cuando Steisy salga del reality, me quedo con el intento de dos personas que se quieren y trabajan por hacer funcionar una relación, a pesar de las dificultades. Me quedo con la sensibilidad de Pablo al tratar a su pareja y con una Steisy que sabe pedir perdón cuando se equivoca, aunque sea por segunda vez. ¿No queríamos realidad? Pues ahí la tenemos. Que nadie vaya ahora de Don Perfecto. Así es como las cosas se pueden llegar a solucionar, no haciendo leña del árbol caído. Para mí, insisto, lo que vimos fue un verdadero acto de amor, y con eso me quedo.

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Imagen: Twitter/Pesadilla en el paraíso