'Pesadilla en el paraíso' vive su mayor farsa

Patricia Steisy en 'Pesadilla en el paraíso' (Twitter/@pesadillaparais)
Patricia Steisy en 'Pesadilla en el paraíso' (Twitter/@pesadillaparais)

El titular de hoy podría ser fácilmente 'La declaración de Steisy a su novio Pablo' o 'Steisy se viene abajo al ver las imágenes de su deslealtad'. Pero no, he preferido optar por lo que considero que verdaderamente pasó en el debate de este domingo en Pesadilla en el paraíso. Después de dos horas de espera, la expulsada llegó a plató y fue protagonista de una de las escenas más aparentemente fingidas y edulcoradas de los últimos tiempos de la que muchos fueron cómplices. Pero por mucho que intentaran pintar de colores lo que pasó, o al menos no darle más coba, desde casa nos dimos cuenta de la gran farsa que se produjo.

Empecemos por el principio. Una Patricia Steisy entra en Pesadilla en el paraíso y se espera todo y más de ella. Por supuesto, como suele ocurrir con sus intervenciones en los realities, no defraudó. Por hacer hasta casi termina viviendo una aventura con Dani, el mejor amigo de su novio Pablo. Tuvo que intervenir este ángel del cielo en vivo y en directo (¡dos veces!), para que la chica frenara sus instintos. A partir de ahí todo fueron lágrimas, arrepentimiento y una relación de odio con el que días antes hacía la cucharita.

Todo se acepta, es un reality y de eso se trata, de que haya polémica y temas que enciendan el debate. Y vaya que si lo encendió. El plató era la comidilla con este tema, aquello parecía una corrala en toda regla. Durante la estancia de Steisy en la granja todos, a excepción de una Nagore Robles que aunque siempre directa y clara, se mantuvo más comedida de lo normal con su amiga, pusieron a caer de un burro las acciones de la cordobesa. No le pasaron ni una y se posicionaron del lado del Pablo del que aseguraban con cara de pena que no se merecía ese trato.

Cuál fue mi sorpresa este domingo cuando todos los que la señalaron y criticaron hasta la saciedad, se callaron ante la presencia de la protagonista de esas escenas. Era el momento perfecto con ella en plató, de decirle todo lo que pensaban, preguntarle y expresarle sus puntos de vista. Allí no habló nadie. Y cuando lo hizo alguien para criticarla, en este caso la madre de Dani, se le atacó de muy mala manera y quedó bastante silenciada. Aquello parecía una oda a Steisy, faltó ponerle la alfombra roja y recibirla en volandas. Porque, por mucho que Nagore, por fin, le cantara las cuarenta en un momento de la gala, hasta su argumento estuvo bastante rebajado, edulcorado, flojo y tintado de color rosa. Vamos, que si esto lo llega a hacer alguien que no es Steisy, allí hubiera ardido Paris, Troya y todo lo que se pusiera por delante.

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No hubo objetividad ni parcialidad en ningún momento. Y, ojo, eso no quiere decir que había que ponerle la letra escarlata, no se trata de eso. Pero sí de ser un poco más firme y congruente con todo lo que se ha dicho de ella durante su concurso. Es cierto que el tiempo en televisión vale oro, que había que escucharla a ella y dejar preguntar al presentador, Carlos Sobera, pero es que nadie alzó la mano para decirle las cosas como son. Y eso me hizo ver a una Steisy bastante crecidita y a una niña mimada y superprotegida a la que siempre reciben con los brazos abiertos cuando se equivoca para evitar que se desestabilice.

Pero existe algo llamado término medio que aquí brilló por su ausencia. Cuando las cosas se hacen mal hay que decirlo, por supuesto con tacto y sentido común, pero dejando pasar los temas para evitar ciertas situaciones, solo aumenta más la pelota que tiene todas las papeletas de explotar luego con más intensidad. Ayer vi a un Steisy con el cuento bien aprendido, con un discurso repetitivo y unas lágrimas más forzadas que otra cosa. Pidió perdón con sinceridad, una vez más, y eso hay que valorarlo, pero todos le bailaron el agua y aquello terminó siendo un cuento de hadas con final feliz, al menos en plató.

Si eso lo hubiera hecho cualquier otro participante de la casa, aquello habría explotado por los aires. ¿Os imagináis a Victor Janerio siendo desleal a Beatriz Trapote? El pobre no ha dado mucho contenido en la granja y no paran de machacarle, no me quiero imaginar qué habría pasado si hubiese coqueteado con alguna de las chicas. Volvemos a lo de siempre, no se aplica la misma vara de medir a todos, y a eso cuesta acostumbrarse. No es posible que Steisy haya sido la más criticada y más debate haya creado y anoche fuese casi, casi Santa Steisy. El perdón es estupendo y necesario, pero también las críticas constructivas. En este caso no hubo espacio a debate, fueron ella y sus circunstancias, poco más.

El trato a favor, el cuidado y la protección a la última expulsada me ha parecido desmedido y no muy justo. Por lo mismo casi crucifican al pobre Juan, al que acribillaron a críticas, comentarios no muy agradables y juicios de valor por todos lados. La deslealtad, en su caso, encima venía de fuera, ni siquiera fue por algo que pasó en la granja, y, aún así, el hombre se llevó leches por todos los lados.

Flaco favor se le hace a Steisy. Se puede entender que es una persona especialmente sensible y que tampoco era necesario regodearse en lo que hizo, pero de ahí a no decir ni mu, hay un trecho muy largo. Sí, le pusieron las imágenes y le dieron la oportunidad de explicarse, pero me faltó debate e interacción de todos más allá de una Nagore muy amorosa que, si bien la hizo llorar con su reflexión, también se mostró mucho más cordial y amorosa que en otras ocasiones y con otros participantes. Comprensible solo hasta cierto punto.

Ahora viene la vida real y ahí no hay defensores que valgan, toca afrontar las consecuencias de lo ocurrido y no creo que vaya a ser tan fácil para Steisy. Esperemos que sus amigos de verdad lejos de la tele sí se animen a decirle lo que nadie se atrevió a expresarle en directo. Más que nada por su propio bien. Ser una buena participante de reality no lo justifica todo.

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Imagen: Twitter/Pesadilla en el paraíso