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Philip Seymour Hoffman en cinco películas: un actor fabuloso y con una vida personal muy intensa

Philip Seymour Hoffman y casi un clon de Truman Capote
Philip Seymour Hoffman como Truman Capote

No son tantos los actores que pueden transmitir la intensidad que Philip Seymour Hoffman consiguió en sus papeles más relevantes . Hoffman nunca fue un moderado, ni en su carrera profesional ni en su vida íntima. A los 22 años ya estaba intentando recuperarse de una adicción al alcohol y las drogas, persuadido de que solo un tratamiento riguroso podía ayudarlo a esquivar sus tendencias autodestructivas. Finalmente, en febrero de 2014, fue encontrado muerto en su departamento de Manhattan, con una jeringa clavada en uno de sus brazos y restos de heroína y cocaína en el lugar. Tenía apenas 46 años.

Hoffman pensó primero en dedicarse al deporte (lucha libre y béisbol eran sus favoritos), pero finalmente ingresó a la Universidad de Nueva York para estudiar actuación, se recibió en 1989 y ya en la década del 90 empezó a hilvanar papeles en cine por los que recibió una catarata de elogios. Trabajó con cineastas de renombre como Todd Solondz, los hermanos Coen, Spike Lee, Cameron Crowe, David Mamet, Anthony Minghella y Paul Thomas Anderson, uno de sus socios predilectos. Forjó así un perfil de actor prestigioso y comprometido con sus papeles que, paradójicamente, tuvo el mayor éxito comercial de su carrera muy cerca de su fallecimiento, como parte del elenco de Los juegos del hambre, una saga taquillera y convencional que tenía poco que ver en términos estilísticos con el grueso de su trayectoria.

La muerte de Philip Seymour Hoffman ha conmocionado al mundo entero
Philip Seymour Hoffman murió el 2 de febrero de 2014 - Créditos: @AFP

Su especialidad fueron los personajes torturados, con desórdenes emocionales, generalmente tan desaliñados como él cuando se presentó en 2008 al almuerzo de los nominados al Oscar con un traje tan arrugado que despertó bromas y unos cuantos comentarios maliciosos de la prensa norteamericana.

Más que las transformaciones físicas radicales con las que muchos de sus colegas impresionaron a la crítica (pensemos en el Christian Bale de Escándalo americano, el Matthew McConaughey de El club de los desahuciados, el Robert De Niro de Toro salvaje o, más recientemente, el Brendan Fraser de La ballena), Hoffman apostó por confiar en su instinto para relacionarse con el entorno que lo rodeaba en cada ficción en la que trabajaba y sobre todo en esa disolución de la propia personalidad que prescribía la técnica de actuación creada por Sanford Meisner, uno de sus principales maestros. Esa metodología es la que pone en primer plano Yoska Lázaro en su obra Off Man: los últimos días de Philip Seymour Hoffman, que acaba de estrenarse en Ítaca Complejo Teatral.

Hoffman se lució muchas veces en el terreno del teatro (particularmente en su celebrada interpretación en la versión de Muerte de un viajante que hizo en 2012 en Broadway) y participó muy activamente en la compañía Labyrinth, que a partir de los años 90 expandió límites y cultivó siempre un sesgo experimental en las obras montadas en el Bank Street Theatre del West Village neoyorquino.

Pero su fama internacional estuvo apoyada en sus trabajos para el cine. Son muchos sus papeles memorables. Aquí recuperamos cinco para verlo en acción y disfrutar de su talento, desplegado en películas que pueden verse en Argentina en diferentes plataformas de streaming.

Boogie Nights (1997), de Paul Thomas Anderson

En los inicios de su carrera cinematográfica, cuando recién había cumplido los 30 años, Hoffman era, lógicamente, convocado para roles secundarios. Pero lograba sacarles el jugo a esos papeles, como queda claro observando su magnífico desempeño en esta película, la segunda de sus colaboraciones con Paul Thomas Anderson, el cineasta que más veces confió en él. Técnico dedicado al trabajo detrás de cámaras en la intensa industria del porno, Scotty J. es un personaje tímido y dubitativo que se enamora del dotadísimo actor encarnado por Mark Wahlberg. Una faceta más tierna que no tuvo tantas chances de exhibir pero que aquí logra generar una inusitada empatía. Disponible en HBO Max y Movistar+.

Capote (2005), de Bennet Miller

Por fin, Hoffman fue premiado con un Oscar, el único de su carrera, gracias a un trabajo que le exigió una transformación física (una de las pocas veces que adelgazó para un papel), pero sobre todo una implicación profunda con el espíritu de un personaje único, un escritor notable y de personalidad compleja, enfocado en esta ficción en una época cargada de polémicas por la publicación de A sangre fría, uno de los libros que lo consagraron como un nombre importante de la literatura de Estados Unidos. Hoffman capturó a la perfección la vanidad de Capote, pero también su costado más vulnerable. Disponible en Amazon Prime Video.

Juego de poder (2007), de Mike Nichols

En este film, el último de la carrera de Mike Nichols (el mismo director de Closer y El graduado), Hoffman es un agente de la CIA de raíces griegas que trabaja codo a codo con el congresista Charlie Wilson (Tom Hanks) para proporcionarles armamento a los muyahidines afganos que peleaban en los años 80 contra la ocupación soviética de su país. Lo nominaron merecidamente al Oscar, el Globo de Oro y el BAFTA como mejor actor secundario, pero todos esos premios quedaron en manos del español Javier Bardem por su excepcional trabajo en Sin lugar para los débiles, de los hermanos Coen. Disponible en HBO Max.

Antes que el diablo sepa que has muerto (2007), de Sidney Lumet

Hoffman interpreta aquí a un ejecutivo ambicioso y adicto a la heroína, un drama que conocía de primera mano, como es de público conocimiento. Y funciona a la perfección con Ethan Hawke, quien encarna a su hermano menor, agobiado por las deudas y decidido a comprometerse en el riesgoso asalto a una joyería que Lumet cuenta desde diferentes puntos de vista, rindiéndole homenaje a Casta de malditos (1956), obra maestra de Stanley Kubrick. Disponible en Amazon Prime Video, Movistar+.

The Master (2012), de Paul Thomas Anderson

Conviviendo con la habitual intensidad de Joaquin Phoenix -que aquí le da vida a un veterano de guerra que sufre estrés postraumático-, Hoffman se pone en la piel de Lancaster Dodd, autoproclamado líder del que define como “un movimiento filosófico” llamado La Causa, inspirado notoriamente en las creencias y las prácticas de la cienciología. Y su trabajo es realmente brillante: la excentricidad y las perversiones del personaje funcionan como reflejo del clima enrarecido del Estados Unidos de la posguerra y al mismo tiempo revelan la patológica dependencia mutua entre quienes inventan cultos religiosos y sus incondicionales adeptos. Disponible en HBO Max.