El poeta cubano Sergio García Zamora busca otra oportunidad en la España rural

Paredes de Nava (España), 21 abr (EFE).- El cubano Sergio García Zamora siempre quiso ser poeta, pero nunca imaginó que un día volaría detrás de las coplas escritas por el español Jorge Manrique hace más de cinco siglos para encontrar una segunda oportunidad con su familia en una pequeña localidad de la España despoblada.

Lo hizo el pasado seis de enero. Ese día viajó a Paredes de Nava (provincia de Palencia, norte), donde nació el poeta Manrique, con Lili, su mujer, y sus dos hijas, Alba y Alma, de siete y ocho años, dispuesto a darse una oportunidad en la vida y las letras.

"Yo ansiaba vivir de la literatura y necesitaba un cambio para generar una obra mejor", asegura en una entrevista con EFE acompañado de su mujer, su "musa".

Siempre había sentido fascinación por la literatura española. Cuando trataba de enseñarla de una forma que apasionara a sus alumnos de una universidad cubana, acabó enamorado aún más del Mío Cid, el Quijote o el propio poeta Manrique.

El "flechazo" de este poeta, que atesora una veintena de galardones como el Loewe y el Rubén Darío, llegó en 2019, cuando viajó a Palencia para recoger el premio internacional de poesía Jorge Manrique por su obra "Los Uniformes".

"Fue en diciembre. Hacía un frio horrible", recuerda. Había oído hablar de la España vacía, la despoblada, porque en su casa, en Santa Clara (Cuba), les gustaba ver la serie de televisión "El pueblo", pero no tenía una imagen clara del significado.

Cuando llegó a Paredes se encontró con un pueblo de calles vacías que le pareció de otro tiempo, "fantasmagórico". Sin embargo, "fue abrir las puertas del salón de actos del ayuntamiento, donde me esperaban los vecinos, y ese paisaje de pueblo desolado se me borró para siempre", relata.

Entonces se comprometió a volver para impartir algún taller de literatura y para ser jurado de la siguiente edición del premio Jorge Marique.

HISPANOAMERICANOS EN UN PEQUEÑO PUEBLO ESPAÑOL

Pero la pandemia aplazó los planes y no ha sido hasta este 2023 cuando ha llegado con su familia, bajo el amparo del proyecto Arraigo, que ha convertido Paredes de Nava en un crisol de cultura y de culturas, con argentinos, mexicanos, colombianos, cubanos, venezolanos y personas de procedencias diferentes transitando sus calles.

Porque Paredes de Nava, de menos de 2.000 habitantes, no es un pueblo cualquiera. Es un pueblo que corre a contracorriente y lucha contra el tiempo y el abandono con cultura, creatividad y empeño.

"Aquí hay un ambiente de fraternidad. Es el espacio ideal. El pueblo va tomando el rostro de todos, de los vecinos que estaban y de los nuevos que llegamos, mientras que en las grandes ciudades uno termina diluyéndose y pareciéndose a la ciudad", constata García Zamora.

"Aquí hay otro tiempo", continúa el poeta cubano, que llega de un país donde no hay pueblos despoblados sino pueblos "colmados" y que no entiende "esa pelea" entre lo rural y lo urbano de la que se habla en España.

"En Cuba nos planteábamos si de verdad existían los pueblos vacíos", explica, mientras reconoce que se asombra de que el ser humano haya perdido el sentido de su espacio natural, de que lo urbano se haya comido lo rural.

"No creo que haya que volver a lo rural propiamente dicho, sino al espacio natural del hombre. Que cada pueblo tenga un sentido tan urbano como rural, igual que cada ciudad", reflexiona.

"Eso es lo que estoy tratando de buscar en Paredes de Nava, un lugar con los beneficios de lo rural y de lo urbano", continúa, mientras reconoce que no podría haber llevado a su familia a vivir a un pueblo donde no hubiera un servicio de correos, un colegio, un médico o internet.

También Lili, su mujer, ha encontrado trabajo en la residencia de ancianos del municipio español, donde le llama la atención tanto la longevidad como la buena salud y la lucidez que tienen.

A esta pareja la vida le ha enseñado a no hacer planes a largo plazo, pero ambos aseguran que tienen intención de pasar unos cuantos años en Paredes de Nava porque les está gustando mucho "el ambiente para sus hijas y para su desenvolvimiento profesional".

"Es como si la vida me estuviera dando una segunda oportunidad", resume, mientras trata de equilibrar, junto a su familia, el tremendo dolor y la tremenda esperanza que se trajeron de Cuba.

Almudena Álvarez

(c) Agencia EFE