Por qué el príncipe Harry y Meghan Markle ocultan los rostros de sus hijos Archie y Lilibet en Internet ¿está en declive el 'sharenting'?
El príncipe Harry y Meghan Markle nunca escapan del ojo público, pero sus dos hijos, Archie, de 5 años, y Lilibet, de 3, son harina de otro costal. Los niños de los Sussex no aparecieron en la tarjeta navideña de 2023 de la familia y solo los fotografiaron de espaldas en un imagen incluida en la tarjeta de 2024 que acaban de publicar, en la que aparecen varias fotos de sus famosos padres.
The Duke and Duchess of Sussex officially posted their Christmas card and all I can say is I am obsessed 🤩 pic.twitter.com/4kjYcmG8eV
— Mr. & Mrs. Sussex (@MegofArochukwu) December 16, 2024
Dado el nivel de interés que han generado los pequeños detalles físicos que vemos de Archie y Lilibet (cabello rojo y calcetines hasta la rodilla), no es difícil entender por qué el duque y la duquesa de Sussex han dudado en compartir las imágenes de sus hijos con el mundo.
Y no son los únicos. La semana pasada, la meteoróloga de ABC News, Ginger Zee, respondió a la pregunta de un fan sobre por qué ahora cubre con emojis los rostros de sus dos hijos cuando publica sus fotos en las redes sociales.
“Hace aproximadamente un año y medio, mi esposo Ben Aaron y yo hablamos sobre compartir fotos y vídeos de nuestros hijos y nos dimos cuenta de que simplemente no queríamos hacerlo”, explicó Zee. “La inteligencia artificial fue el impulso”, reconoció, refiriéndose a las preocupaciones de que esta tecnología pueda usar las imágenes en Internet, “aunque también tenemos otras razones más allá de eso”.
Ante todo, ella y Aaron “desearían no haber mostrado a sus hijos”, le confesó Zee al fan. “Nunca fue decisión suya y ahora parece como si fuera explotación”.
Para los padres que ya no se sienten cómodos, o nunca lo estuvieron, con el “sharenting”, es decir, la tendencia a compartir historias y vídeos de los hijos en Internet, pero aun así quieren mostrar su vida familiar, usar emojis para que no se vean los rostros, mostrar a sus hijos solo desde ciertos ángulos o limitar el contenido infantil a un grupo seleccionado de “amigos cercanos” puede ser un término medio aceptable que garantiza cierto nivel de anonimato.
Sin embargo, otras personas están dejando de publicar por completo fotos de sus hijos a medida que se replantean su relación con las redes sociales.
“Creo que muchos padres están optando por no compartir imágenes de sus hijos en las redes sociales por diferentes razones, principalmente centradas en la privacidad, la seguridad y las posibles implicaciones a largo plazo”, explicó Sarah Adams de Mom Uncharted, donde genera conciencia sobre la seguridad en Internet y la explotación infantil en las redes sociales.
“También creo que esas razones (y otras, como los avances en la IA) reflejan una creciente conciencia de los riesgos potenciales y las implicaciones a largo plazo de compartir la vida de los niños en Internet.
Todo esto está motivando a los padres a adoptar un enfoque más cauteloso a la hora de compartir información en línea”.
Devorah Heitner, autora del libro Growing Up in Public: Coming of Age in a Digital World, también ha notado que las personas son “más conscientes sobre los riesgos que implica compartir” imágenes de sus hijos en línea.
Les preocupa la IA (específicamente, que la foto de un niño pueda ser alterada de manera indecente o nefasta), la tecnología de reconocimiento facial y la explotación infantil. “No son cosas que ocurran a diario”, reconoció Heitner, “pero creo que debido a lo que leemos y escuchamos sobre esas posibilidades, los padres tienen razones para estar preocupados”.
También está el “sentido de permanencia digital”, lo que significa que una vez que se ha compartido una foto, puede perdurar de maneras insospechadas que tal vez nunca lleguemos a descubrir. Los padres lo han vivido en sus propias vidas digitales, señaló Heitner.
“Todos llevamos un par de décadas en Internet. Por tanto, creo que en algún momento hemos entendido que ‘oh, las cosas no desaparecen’”.
En el mejor de los casos, puede ser vergonzoso, como esa vieja foto de una fiesta que los posibles empleadores o parejas podrían encontrar con unos cuantos clics. En el peor de los casos, una foto inocente podría ser manipulada o publicada en sitios sórdidos o ilegales.
Entonces, ¿por qué compartir todo eso? La mayoría de los padres siente tanto el impulso como la presión por documentar sus vidas, al menos las partes buenas, aunque eso los exponga al escrutinio o genere críticas sobre, por ejemplo, las vacaciones, el estado de su casa o la forma en que llevan a su bebé en la silla del auto.
“Cuando publicamos las fotos de nuestros hijos, en realidad no se trata solo de ellos, sino también de nosotros”, apuntó Heitner.
“Existe una especie de presión por compartir que experimentan incluso las personas que no son famosas, ¿verdad? Por ejemplo, puede parecer que si no compartes nada cuando otras personas de tus círculos más cercanos están publicando, ¿estás diciendo que no crees que tu hijo sea lindo? ¿No amas a tu hijo? ¿No te sientes orgulloso? ¿Por qué no compartes?”.
Los padres famosos sienten una presión adicional porque deben navegar entre la fina línea que separa la marca personal (“Estoy muy ocupado siendo una súper estrella internacional, pero también soy un excelente padre o madre”, como dijo Heitner) y el deseo de dar a sus hijos una vida más normal.
No quieren que sus hijos sean reconocidos, pero también quieren proyectar su “auténtica” esencia, aunque Heitner se apresuró a señalar que cada publicación compartida es -de manera consciente o inconsciente tanto en las personas famosas como en aquellas que no lo son- una especie de representación (generalmente favorable) que no es muy auténtica.
Las familias famosas, en especial, tienen una motivación extra para “darle al público lo que quiere”, explicó Heitner, “o al menos intentar construir una narrativa del tipo: ‘mira a esta familia sólida: somos como tú, excepto porque no lo somos’”.
Pero ocultar los rostros de los niños es un primer paso positivo, reconoció Heitner, al igual que abstenerse de publicar cualquier foto en la que un niño no esté completamente vestido o lleve ropa ligera, como un bañador.
En el caso de los padres de preadolescentes y adolescentes, añadió que es importante que les pidan permiso antes de publicar cualquier cosa en Internet, “un límite saludable que se debe respetar con los hijos”.
Además, como señaló en Growing Up in Public, los niños susceptibles a desarrollar trastornos de la imagen corporal no se benefician precisamente con tener toda su vida archivada en Internet ya que implica la posibilidad de comparar su apariencia a todas las edades.
Aunque es difícil predecir el futuro de las redes sociales, Heitner ha notado cierto movimiento hacia sitios que permiten compartir fotos protegidas con contraseña, como Flickr.
Las microcomunidades también podrían ganar adeptos, ya que los adolescentes parecen ser más propensos a compartir contenido en mensajes de texto grupales a través de WhatsApp, agregó.
“Creo que el deseo de compartir fotos con amigos, familiares y personas de confianza va a seguir existiendo”, señaló. “La gente no va a querer dejar de compartir fotos con las personas significativas y aquellos que aman. Eso va a seguir siendo muy popular. Sin embargo, me pregunto si a la gente le interesará hacerlo de manera pública y accesible”.
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