Porno y helado: un gran (y necesario) cambio para la adormecida comedia argentina
Porno y helado (Argentina/2022). Dirección y guion: Martín Piroyansky. Elenco: Nacho Saralegui, Sofia Morandi, Martín Piroyansky, Susana Giménez, Fabio Posca, Santiago Talledo, Eliseo Barrionuevo. Disponible en: Amazon Prime Video. Nuestra opinión: excelente.
Presentar a Porno y helado como una sitcom “a la argentina”, puede que resulte algo perezoso. Sí, hay un lenguaje televisivo anclado en la lógica de esas comedias (un trío de protagonistas definido, los espacios físicos como extensiones de los personajes, secundarios de peso, remates constantes, etc.), pero esta propuesta no pareciera aspirar solo a ese rótulo. Porque en Porno y helado hay una búsqueda por honrar al humor, pero preocupándose más por elaborar un registro propio que por forzar herencias importadas . Y debido a eso, es que esta gran comedia no necesita de etiquetas para trascender.
La historia de Porno y Helado sigue Pablo (Martín Piroyansky), que en sus treinta años se siente un verdadero loser. No tiene trabajo, vive con sus padres, las mujeres son un enigma y puede que hasta tenga un problema de control de esfínteres. La estocada final a su seguidilla de miserias viene a través de Nacho (Eliseo Barrionuevo), un excompañero de colegio y antigua víctima de burlas, que ahora como cantante tiene el éxito que a Pablo le resulta imposible conseguir. Por ese motivo, el protagonista decide fingir un talento para la guitarra, sin saber que eso lo llevará hacia un camino en el que terminará formando una banda de rock. Junto a él estarán su mejor amigo Ramón (Nacho Saralegui), y una joven estafadora llamada Ceci (Sofia Morandi), que se presentará como managér del grupo e intentará buscar dinero fácil a como dé lugar.
A lo largo de ocho episodios, la serie muestra el ir y venir de los tres personajes, sus mezquindades individuales y compartidas, pero también la construcción de un vínculo de amistad que se teje en medio de un contexto en el que, poco a poco, gana el absurdo. Y ese es uno de los mayores atractivos de Porno y helado, el descubrir a Piroyansky afianzando su estilo a medida que la trama avanza, y cómo su humor anárquico se esparce progresivamente, hasta abarcar la totalidad de la historia y los personajes. La serie es una ametralladora de referencias, guiños a imágenes tatuadas en el colectivo de la generación Youtube (Sofi capturada como la chica Lofi Hip Hop Radio, por ejemplo), junto a varios guiños cinéfilos y un aceitado conocimiento del lenguaje fundacional de las sitcoms. Piroyansky sabe jugar con las formas, las incorpora a su relato y construye personajes lo suficientemente ricos como para soportar cualquier tipo de registro, sin detonar el verosímil. Porque Pablo, Ramón y Ceci son pilares finamente pulidos y sostenes de esta ficción.
En cada uno de los capítulos, el vínculo del trío se arma y se desarma. Ellos aprenden primero a soportarse y luego a quererse, porque a fin de cuenta, los tres se reconocen esencialmente como outsiders. Pablo tiene treinta y vive con sus padres, Ceci convive con dos personas que la desprecian abiertamente, y la sensibilidad de Ramón va a contramano del mundo. Todos tienen metas muy distintas, pero los hermana esa forma enrevesada de comprender aquello que los rodea.
Piroyanski, Saralegui y Morandi tienen una química perfecta, y el encanto de sus interpretaciones es la puerta de entrada a esta propuesta. Resulta fácil conectar con los tres, aunque en su interior, eso encierre una trampa fascinante. Hay una vieja idea que tiene que ver con que cualquiera de nosotros bien podría ser parte del círculo central de Friends (o de How I Met Your Mother, o The Big bang Theory, entre muchísimos más); se trata de amigos agradables, abiertos a los chistes y atentos entre ellos, o sea, de buenas personas. La única excepción a esa regla es Seinfeld, cuyo cuarteto protagónico es miserable y ventajero. Y de forma consciente o no, el trío de Porno y helado tiene algo de esa mística seinfeldiana: el grupo de esta ficción no debería caernos bien, pero aprendemos a quererlos aún sabiendo que jamás podrían ser nuestros amigos, probablemente porque Ceci nos robaría los ahorros, Ramón nos lanzaría alguna verdad difícil de dirigir, y Pablo estaría instalado en nuestra casa tirando fideos por el piso . Nos los querríamos cerca bajo ningún punto de vista, pero sin embargo, no podemos dejar de encontrarnos en estos outsiders, aplaudir sus escasos triunfos, y sufrir cada una de sus peleas.
Porno y helado es una de los grandes títulos del año, una comedia con espíritu propio, interesada en desarticular las convenciones y los lugares comunes de la sitcom (y sino no lo creen, ahí está el personaje de Susana Giménez). Pero más importante aún es que se trata de una producción impulsada por voces que marcan un cambio dentro de la adormecida comedia argentina en televisión. Es una ficción que prueba otros caminos, que goza de una libertad que sabe cómo aprovechar, y que tiene un gran potencial por delante. Ojalá que Porno y helado tenga continuidad, y que no quede como uno de esos felices milagros que duraron apenas una temporada. La comedia argentina merece crecer más, y Ceci, Pablo y Ramón tienen parte de esa hermosa responsabilidad.