Precuelas, remakes y spin-off. El revisionismo está de moda

La secuela de Roseanne, The Conners, se propuso corregir "errores" del original
Eric McCandless

Cuando la primera parte de Don Quijote de la Mancha se convirtió en un éxito, alguien tuvo una idea brillante: capitalizar ese fenómeno creando la secuela de la novela de Miguel de Cervantes. Esta persona, sobre quien existen diversas hipótesis de identidad, escribió nuevas aventuras protagonizadas por el hidalgo caballero y su fiel escudero, Sancho Panza, y las firmó con el seudónimo de Alfonso Fernández de Avellaneda. Cervantes se enfureció y escribió una segunda parte como continuación de su historia original, retomando las riendas de su creación y construyendo una narración que juega con los límites entre la realidad y la ficción de una forma que en la actualidad calificaríamos de posmoderna.

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Alfonso Fernández de Avellaneda podría haber sido un exitoso ejecutivo de un estudio de Hollywood en el siglo XXI. El autor del Quijote apócrifo se adelantó a la era de las secuelas, los spin-off y los reboots; y Cervantes hizo lo mismo que varios showrunners exitosos en la actualidad: contar nuevas historias dentro de los universos que ellos mismos crearon.

El fenómeno de tomar un éxito probado de la ficción, continuarlo o utilizar algunos de sus elementos en una nueva historia no es nuevo. Pero en pleno 2021, esta práctica es una tendencia a la que es casi imposible de escapar. Basta prender el televisor o entrar a una plataforma de streaming para comprobar que una gran porción de la producción actual de la ficción televisiva está emparentada a otras series o películas del pasado. Desde Better Call Saul hasta The Young Sheldon, pasando por las infinitas versiones de La ley y el orden, la nueva MacGyver, Cobra Kai y Fuller House, el pasado de la TV está en un proceso interminable de reencarnación, en el que personajes y espacios familiares regresan transformados para adaptarse a los tiempos que corren o incluso para reescribir su propia historia.

Better Call Saul, lejos de ser un derivado menor de un gran éxito como Breaking Bad
Ben Leuner/Netflix


Better Call Saul, lejos de ser un derivado menor de un gran éxito como Breaking Bad (Ben Leuner/Netflix/)

Las formas en las que se reciclan los universos televisivos y cinematográficos son diversas y la industria acuñó términos específicos para cada una. El libro de referencia The Complete Directory to Prime Time Network and Cable TV Shows, define a spin-off “cuando uno o más personajes de una serie, en general personajes secundarios, subsecuentemente aparecen en otra serie”. Un ejemplo paradigmático y uno de los más exitosos de la historia de la televisión es Frasier, con un personaje secundario de la comedia Cheers que participó como invitado de otra sitcom, Wings, y luego tuvo su propia serie a mediados de los 90, cuyo regreso con nuevos episodios a la plataforma Paramount+ fue anunciado el mes último.

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En cambio, un revival es la continuación de una historia que terminó hace algún tiempo, con los mismos personajes y elenco, como es el caso del reciente regreso de Will & Grace, un éxito de los 90. Reboot es lo que también se conoce como remake: una utilización de la “marca” de una película o serie, con similitudes a la premisa original, pero con nuevos personajes y una nueva historia. Dentro de estas categorías puede tratarse también de secuelas, la continuación de la historia, precuelas, lo que sucedió antes de la narración original, y cualquier mezcla entre ellas. Los límites no son tan tajantes en ninguna de estas definiciones; lo principal es que todas se inspiran en mayor o menor medida en un éxito anterior.

Mucho después de que Cervantes sufriera por la continuación no deseada del Quijote, pero mucho antes de que los spin-off invadieran la TV, la idea de utilizar personajes de un programa en otro nuevo existe casi desde los comienzos del género. En la década del 50, The Gene Autrey Show fue uno de los primeros en generar un spin-off, The Adventures of Champion, centrado en el caballo del cowboy cantante; y The Honeymooners fue una legendaria comedia que surgió de The Jack Benny Show. Pero la más exitosa de esas primeras experiencias fue The Andy Griffith Show, derivada de The Danny Thomas Show, que se emitió desde 1960 hasta 1968.

Fuller House, una de las comedias familiares que volvieron adaptadas a los tiempos que corren
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Fuller House, una de las comedias familiares que volvieron adaptadas a los tiempos que corren (archivo/)

Los spin-off fueron moneda corriente durante las décadas siguientes en el género más tradicional de la televisión norteamericana, la sitcom, es decir, las comedias grabadas con múltiples cámaras, frente a un público. Además del caso emblemático de Cheers, hay muchísimos otros ejemplos de los 70, 80 y 90. The Mary Tyler Moore Show dio lugar a Rhoda, una serie centrada en la mejor amiga de la protagonista; Blanco y negro inspiró a The Facts of Life, protagonizada por la señora Garrett, ex ama de llaves del hogar de los Drummond. Ya en los 2000 hubo un intento fallido de continuar la magia de Friends con Joey, una comedia dedicada al único que quedaba soltero del grupo. Hoy, The Young Sheldon sigue la tradición como precuela de The Big Bang Theory, que cuenta la infancia del personaje más famoso de la serie.

En la era de oro de las series, la fiebre de los spin-off también alcanzó a aquellos dramas prestigiosos que elevaron el estatus cultural de la televisión en las últimas dos décadas. Uno de los ejemplos más notables es el de Breaking Bad que, a solo 13 años de su estreno y a ocho de su final, ya tiene dos spin-off. El primero fue Better Call Saul, una combinación de precuela con algunos flash-forward hacia el futuro post Breaking Bad, que cuenta la historia de cómo Jimmy McGill, un estafador de poca monta, se convierte en Saul Goodman, el abogado especializado en asesorar a criminales como Walter White. El creador de la serie, Vince Gilligan y su mano derecha del grupo de guionistas, Peter Gould, bromeaban durante el rodaje de Breaking Bad sobre hacer una serie dedicada a Goodman. La excelente interpretación de Bob Odenkirk y la popularidad que adquirió el personaje terminó de decidirlos a realizar el spin-off para Netflix, cuando la serie original llegó a su fin. “Breaking Bad es la serie que quiero grabada en mi tumba –dijo Gilligan en una entrevista de 2015 con LA NACION revista, antes del estreno de Better Call Saul–. Pero nos encanta trabajar y amamos a este personaje. ¿Va a ser tan bien recibida? Quién sabe. Probablemente no y hasta algunos tal vez la odien”.

La duda de Gilligan era lógica, sobre todo teniendo en cuenta que él había sido parte del equipo comandado por Chris Carter que intentó sin éxito aprovechar el fenómeno de Los expedientes X con el spin-off The Lone Gunmen. Pero cinco temporadas después, está claro que la recepción de Better Call Saul fue muy positiva. Gilligan y Gould lograron el complicado equilibrio de ser independientes, pero también mantener la conexión con el material original, con la inclusión de varios personajes clave como el apático Mike Ehrmantraut (Jonathan Banks) y el dueño de Los pollos hermanos, además de otras ocupaciones menos legales, Gus Fring (Giancarlo Esposito). Nuevos personajes, como la abogada Kim Wexler (Rhea Seehorn) y el hermano de Jimmy, Chuck (Michael McKean), y un tono que fluctúa entre la comedia y el drama aún más que en Breaking Bad hicieron de la serie mucho más que un derivado menor de un gran éxito. Gilligan también quiso explorar qué le sucedió a Jesse Pinkman justo después del final de Breaking Bad y es el film El camino el que cierra el relato del personaje interpretado por Aaron Paul.

El formato de película también fue elegido por David Chase para la precuela de Los Soprano, The Many Saints of Newark. Michael Gandolfini interpretará al joven Tony Soprano, el personaje que su padre, James Gandolfini, convirtió en uno de los íconos de la era dorada de la televisión. El resto del elenco incluye a nombres reconocidos como Vera Farmiga, Jon Bernthal y Ray Liotta. El film tiene fecha de estreno tentativa para septiembre de este año y lo que se sabe de su trama es que se concentrará en la vida de Tony en los años antes de llegar a ser un jefe mafioso de Nueva Jersey. El director Alan Taylor fue uno de los realizadores de Los Soprano y los guionistas son el propio Chase, creador y showrunner, junto con Lawrence Conner, uno de los escritores de la serie.

El formato de película fue elegido por David Chase para la precuela de Los Soprano, The Many Saints of Newark
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El formato de película fue elegido por David Chase para la precuela de Los Soprano, The Many Saints of Newark (archivo/)

Con el control narrativo y estético en manos de los propios creadores, como en los casos de Gilligan y Chase, los spin-off tienen mayores posibilidades de mantener cierta fidelidad a los elementos que hicieron de esas series verdaderos fenómenos internacionales que revolucionaron la televisión. Lo más importante es que se trata de talentos capaces de crear, a partir de sus trabajos anteriores, algo nuevo que funcione. Los spin-off no tienen por qué ser siempre una continuación. A veces, son también una oportunidad para reescribir la historia de los personajes originales. Técnicamente, Cobra Kai es una secuela porque continúa la historia de Karate Kid con los protagonistas ahora adultos. Pero la clave de la originalidad de la serie es aportar una nueva mirada sobre los karatekas rivales Johnny Lawrence y Daniel LaRusso, cuestionando las nociones de quién es el héroe y quién el villano.

En un episodio de How I Met Your Mother, Barney Stinson explica su curiosa interpretación de la película de 1984. Para él, el personaje de William Zabka es el héroe del film, que se defiende de un matón que seduce a su novia y le gana el torneo con una “patada ilegal” (la famosa grulla). El chiste continuó con la participación de Zabka y Ralph Macchio en episodios de la sitcom. Los creadores de Cobra Kai, Josh Heald, Jon Hurwitz y Hayden Schlossberg, niegan que esto los haya inspirado, pero explican que los incentivó a seguir trabajando sobre su proyecto porque se dieron cuenta de que no eran los únicos que seguían interesados en Karate Kid y creían que había más allí para contar.

El revisionismo en la ficción es una forma de adaptar las historias de otra época al siglo XXI. La toma de conciencia de la falta de diversidad y los cambios en la sensibilidad del público con respecto a ciertos temas provocan que muchos materiales originales necesiten bastante más que una refrescada para poder atraer al público actual. La diversidad racial, de género y orientación sexual es una deuda que los creadores de spin-off, reboots y revivals se ven obligados a pagar.

La nueva versión de la comedia One Day at a Time, por ejemplo, apostó por un elenco principal completamente latino, una comunidad cada vez más numerosa en los Estados Unidos, pero que tiene en la televisión y el cine una representación escasa y reducida a papeles de criminales, narcotraficantes o personal de servicio. One Day at a Time, en cambio, es un simpático retrato de una familia complicada como todas, pero unida por un amor inquebrantable. La serie es un reboot de la original de Norman Lear, que fue un éxito a mediados de los 70 y principios de los 80, y estuvo tres temporadas en Netflix, la cancelaron y pasó a un canal de cable básico. Nuevamente cancelada, la retomó CBS, el hogar de la versión original, en donde se emitió la cuarta temporada completa. Con una estructura de sitcom clásica, la serie no le esquiva a los temas arduos, pero siempre mantiene un espíritu de alegría. “Es que esa es mi experiencia –dice Gloria Calderón Kellet, su showrunner, en una entrevista con el New York Times–. Mi casa nunca es un lugar triste. En los medios, las familias latinas siempre están en crisis, hay violencia de pandillas, gente llorando. Eso no es lo que yo conozco. Quería reflejar mi experiencia también y agregarla al panorama”.

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Lear, quien está involucrado en esta nueva versión, no solo fue un pionero en crear sitcoms que abordaran con humor temas álgidos que estaban en discusión en la sociedad, desde el racismo hasta el aborto, sino que también se destacó por generar numerosos spin-off de ellos, en los que fue generando espacios para mayor diversidad. Centró varias de sus series en personajes femeninos, como Maude y The Facts of Life, y décadas antes de que exista algo como el actual proyecto de hacer un reboot de Aquellos años felices con una familia afroamericana como protagonista, el creador de All in the Family tomó a la familia afroamericana vecina de los personajes centrales de esa serie y les dio su propio show, Los Jefferson.

El negocio de la nostalgia

Los cambios de tono son otra forma de adaptar series del pasado a la actualidad. La reciente Perry Mason, estrenada por HBO el año último, se tiñó de una oscuridad impensada para la serie de los 60, contando la historia de origen de uno de los abogados más famosos de la TV. Mientras que un clásico adolescente de los 90 como Beverly Hills 90210, que ya tuvo un reboot en 2008, volvió en 2019 con un nuevo concepto autorreferencial. Creada por las actrices Tori Spelling y Jennie Garth junto con los guionistas Mike Chessler y Chris Alberghini, la nueva serie reunió al elenco original con la premisa de interpretar una versión paródica de ellos mismos y narrar el intento de las exestrellas juveniles de repetir el éxito que supieron conseguir. El humor y la autoconciencia le dieron originalidad al proyecto y, sobre todo, lo hicieron más divertido para el público nostalgioso.

Esa nostalgia es un valor esencial en el negocio de los spin-off. En la actualidad, la maquinaria de Hollywood toma las series que marcaron a la Generación X y a los millennials mayores, porque son el público al que apunta, pero también porque son los que están creando y decidiendo qué se produce hoy. Hacer una versión renovada de comedias de los 80 y 90 como Full House o Saved by the Bell, con el regreso de los actores originales en su adultez y agregando nuevos personajes niños y adolescentes, es una estrategia inteligente de marketing. Así, padres que recuerdan lo que veían de chicos pueden sentarse con sus hijos frente a la pantalla y disfrutar todos juntos de un mismo programa.

Tres protagonistas de Sex and the City van por la revancha, con una nueva serie después de las películas que las caricaturizaron
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Tres protagonistas de Sex and the City van por la revancha, con una nueva serie después de las películas que las caricaturizaron (archivo/)

Respecto de los llamados revivals, estos permiten continuar la historia, como lo hicieron Murphy Brown y Arrested Development. Para algunos creadores es la oportunidad de hacer otro tipo de revisionismo, que no tiene que ver con adaptarlos a la sensibilidad actual, sino con corregir “errores” del original. Los nuevos episodios de Mad About You, Will & Grace y la secuela de Roseanne, The Conners, ignoran partes de la trama de sus finales, como muertes y separaciones, que fueron polémicos en su momento y hubieran complicado continuar estas historias. Amy Sherman-Palladino, que se retiró por problemas contractuales antes de terminar Gilmore Girls, se dio el gusto en la continuación de utilizar las cuatro palabras finales que había planeado desde que creó la serie.

Darren Star tendrá la oportunidad de borrar el sabor amargo que dejaron las películas de Sex and the City, meras caricaturas de una serie que supo ser revolucionaria. Su nuevo revival, titulado And Just Like That, continuará la historia de Carrie Bradshaw y sus amigas Miranda y Charlotte, con el regreso de Sarah Jessica Parker, Cinthia Nixon y Kristin Davis en sus roles originales. El gran interrogante es cómo incluirán la ausencia de Samantha, ya que la actriz Kim Catrall se negó a repetir su papel. No todos quieren volver al pasado.

Pensar que revisitar a personajes y universos de series exitosas se debe a falta de ideas es reducir una tendencia que no es nueva, ni tampoco implica solo repetir fórmulas. Los spin-off son una estrategia para tener un público asegurado que se va a acercar a ver qué hicieron con su serie favorita. Pero también implica un desafío creativo para no decepcionar a esos espectadores y ganar nuevos.

En el final de la segunda parte de Don Quijote (*alerta de spoiler*), Cervantes mató a su protagonista. Es probable que pensara que así se aseguraba que ningún osado continuara su historia. Lo que no sabía el autor es que ni la muerte puede salvar a un personaje de una precuela, un spin-off o un reboot.