Premios Oscar: curiosidades, errores y anécdotas de la ceremonia, a través de los años

Los actores, en el momento de la gaffe histórica en la entrega del año pasado: anunciaron que había ganado La La Land, cuando el Oscar era de Moonlight
Los actores, en el momento de la gaffe histórica en la entrega del año pasado: anunciaron que había ganado La La Land, cuando el Oscar era de Moonlight

La historia de los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográfica de Hollywood está repleta de anécdotas, errores, olvidos y situaciones inesperadas. Estas son algunas de las anécdotas más curiosas que sucedieron a lo largo de los años.

Clásicos del cine que ni siquiera estuvieron nominados

Cuando una película no está nominada a los premios mayores, por lo general aparece en los rubros técnicos: sonido, edición, vestuario, efectos visuales, etc. Sin embargo, a lo largo de la historia del Oscar existieron títulos que ni siquiera fueron considerados, nombres que con el tiempo se transformaron en clásicos pero en su momento fueron omitidos o invisibilizados. Algunos de ellos son Arsénico y encaje antiguo (Arsenic and Old Lace, 1944), Érase una vez en América (Once Upon A Time in America, 1984), Casta de malditos (The Killing, 1955), Caracortada (Scarface, 1983), Al borde del abismo (The Big Sleep, 1946) o Simplemente sangre (Simply Blood, 1983).

También en el rubro “olvidados” aparecen nombres fundamentales del séptimo arte como Charles Chaplin, Fritz Lang o Federico Fellini que, si estuvieron nominados, nunca ganaron. Como para quedar bien, a la mayoría la Academia los condecoró -más tarde que temprano- con algún reconocimiento a la trayectoria, o galardón similar. En este apartado se dieron dos situaciones que quedaron en la historia: la de Greta Garbo, que directamente lo rechazó; y la de Alfred Hitchcock, que subió a recibir su premio honorífico y limitó su discurso a un lacónico “Gracias”.

¿La mejor película argentina era uruguaya?

A comienzos de la década del 90, la película que se enviaba a consideración de los votantes de la Academia era elegida por diferentes entidades cinematográficas locales. Una serie de internas que nunca quedaron del todo claras determinaron que la representante local de 1993 fuera El lado oscuro del corazón, de Eliseo Subiela por sobre Un lugar en el mundo, de Adolfo Aristarain.

Como la película protagonizada por Federico Luppi contaba con capitales uruguayos y la coguionista, vestuarista y esposa de Aristarain también era oriental, el equipo decidió que Un lugar en el mundo fuera enviada como representante del país vecino. La “picardía” no habría pasado a mayores si en marzo de ese año no hubiera quedado entre las cinco elegidas, anunciada como “A place in the world… Uruguay”. Finalmente la Academia decidió descalificar al film por ser “demasiado argentino”, en un hecho inédito hasta ese momento.

El año que los premios de la Academia se transmitieron desde el Teatro Colón

La primera transmisión de la década del 90 trajo como novedad que algunos premios Oscar se anunciaran en directo desde otros países, entre ellos, Argentina. Así, de la noche a la mañana el Teatro Colón se convirtió en sede de la Academia, albergando por un rato a decenas de famosos (entre los que no faltaban modelos y mediáticos de la época) vestidos de gala. Charlton Heston viajó a nuestro país para acompañar a Norma Aleandro en el escenario durante la conexión con Los Ángeles. Semejante esfuerzo quedó reducido a un par de minutos emitidos al mundo, y varias horas de cobertura local donde las figuras invitadas se dieron el gusto de hablar orgullosos ante las cámaras, como si hubieran estado en Hollywood. Por suerte, la idea nunca más se volvió a repetir.

Un hombre desnudo en el escenario

Culminaba la entrega del año 74 y sobre el escenario, David Niven se preparaba para anunciar el Oscar a la Mejor Película. De acuerdo al guion, el actor tenía que presentar a Elizabeth Taylor para, juntos, develar quién se llevaba el premio mayor de la noche. Pero de entre bambalinas no salió la diva sino un hombre totalmente desnudo que corrió por el escenario ante la sorpresa del actor inglés. Se trataba de Robert Opel, un artista y fotógrafo que había burlado la seguridad en busca de cinco segundos de fama. “¿No es fascinante pensar que la única risa que probablemente ese hombre va a conseguir en su vida sea por desnudarse y mostrar sus pequeñeces?”, reflexionó Niven, salvando la situación con flema e ironía 100 por ciento británica.

La argentinidad al palo

En 2002, Juan José Campanella se había quedado con las ganas de recibir el Oscar por El hijo de la novia. El film, nominado como mejor película en lengua no inglesa cayó frente a la excelente El último día (No Man ‘s Land) de Danis Tanovic. El argentino tuvo su revancha ocho años después con El secreto de sus ojos.

Esa noche, la nota de color la dio Guillermo Francella quien, presente en la sala cuando Pedro Almodóvar y Quentin Tarantino anunciaron el premio, gritó “¡Vamos!” en un teatro totalmente en silencio. Tan intempestiva muestra de emoción impregnada de argentinidad recorrió el mundo, pero solamente aquí reconocimos al dueño de esa voz. Otro dato curioso es que en el video que está subido en la cuenta oficial de la Academia, curiosamente no se escucha el festejo.

La película ganadora que se quedó sin premio

Otro blooper histórico al final de una ceremonia, pero en esta oportunidad no fue por apariciones inoportunas sino por un error de organización. En 2017 desde el escenario del Dolby Theatre, Faye Dunaway y Warren Beatty (la recordada dupla de Bonnie y Clyde) se reunía para anunciar el último premio de la noche. Había dos claros contendientes muy diferentes entre sí: la comedia La La Land y el drama Luz de luna (Moonlight). Beatty abrió el sobre, dio por ganador al primero y mientras sus responsables agradecían emocionados, el propio productor de la película, Jordan Horowitz tomó el micrófono y aclaró: “Perdón, hay una equivocación. Moonlight, ustedes ganaron mejor película. No es un chiste”. ¿Qué había pasado?

A Warren Beatty le habían dado por equivocación el sobre de Mejor Actriz (que sí ganó Emma Stone por La La Land), y sin saber cómo actuar se lo mostró a su compañera que simplemente leyó lo que decía. La historia terminó con muchísima gente arriba del escenario, como protagonistas de un error que quedó en la historia de los premios.

Una categoría imposible

Luego de que tanto La tregua (1974) como Camila (1984) se quedaran en el camino para darle el primer Oscar a la Argentina, La historia oficial logró la hazaña en 1986. La curiosidad llega de la mano de quiénes eran sus competidoras, obras que todavía hoy ocupan un lugar privilegiado en la cinematografía mundial. El filme de Luis Puenzo se enfrentó aquel año a Cosecha amarga, de Agnieszka Holland; Coronel Redl de István Szabó, Tres hombres y un biberón, de Coline Serreau y Papá salió en viaje de negocios, de Emir Kusturika. ¿Era La historia oficial la mejor de las cinco? Para la Academia sí lo fue.

El misterio del nombre

Otra vez la controversia rodea a los premios Oscar
Otra vez la controversia rodea a los premios Oscar


¿Por qué los Oscar se llaman Oscar?

Es uno de los misterios más antiguos en la historia de los premios. Existen varias teorías, y periódicamente aparecen nuevas evidencias que refutan las anteriores. ¿Por qué se llama Oscar? Conocidos en sus primeros años como “premios de la Academia”, la versión más difundida explica que fue Margaret Herrick, una secretaria ejecutiva de Hollywood, la que un día vio la estatuilla y dijo: “Se parece a mi tío Oscar”. Más allá de lo poco glamoroso de la anécdota, quienes están en contra de esta versión aseguran que dicho episodio data de 1931, y los premios comenzaron a llamarse así varios años después.

Otros aseguran que fue el periodista Sidney Skolsky, que los comenzó a mencionar así en sus notas; mientras que en su biografía, Bette Davis remarca que fueron bautizados en honor a su primer marido, Oscar Nelson. Finalmente hay quienes mencionan a otra empleada de los estudios, Eleanor Lilleberg, como la responsable al sorprenderse por el parecido del diseño al Rey Oscar III. Hasta Walt Disney quedó involucrado en su creación ya que, aseguran, fue quien se encargó de popularizar el nombre dentro de la industria.

No es lo mismo ganar que recibir un Oscar

“And The Winner is…” (”Y el ganador es…”), una frase que acompañó a todo amante del cine desde la niñez, o al menos, los que tienen más de treinta años. En 1989, la Academia decidió cambiar su leitmotiv por el más aséptico “And the Oscar goes to…” (”Y el Oscar es para…”). La explicación que se dio entonces fue que era una manera de que aquellos que no eran nombrados “no se sintieran perdedores”. Un cambio tendiente a no herir susceptibilidades, ni mancillar el ego de las mega estrellas que cada año se ponen su mejor ropa, escriben su mejor discurso, y se sientan a la espera de ser reconocidos como “los mejores del año”. Paradojas del mundo del cine.