El público no entiende el cine de terror más visceral y ‘Men’ es la última prueba

De todos los estrenos que renovaron la cartelera el pasado viernes, Men era el que realmente merecía la pena para quien busca películas que dejen huella. Aterrizaba tras haber dado que hablar en el Festival de Cine de Cannes y siendo de las cintas más anticipadas entre los amantes de un género tan infalible como el cine de terror.

Llegaba a los cines de España con 213 copias, una cifra competente frente a las 254 de la nueva comedia nacional, Un novio para mi mujer, y las 204 de lo nuevo de Liam Neeson, La memoria de un asesino. Y si bien ninguna de ellas pudo superar el poderío impuesto por éxitos como Padre no hay más que uno 3, Minions: El origen de Gru o Thor: Love and Thunder, que una película tan trascendental, con tantas aristas para generar conversación como Men haya sido la menos taquillera en la lista de las diez películas con mayor recaudación del fin de semana, me demuestra la falta de confianza que el público en general tiene a este subgénero del cine de terror.

Ese que invita a acercarse al cine con una mente muy abierta y dejar que te vuele la cabeza.

Jessie Buckley en 'Men' (A24, cortesía de Vértice)
Jessie Buckley en 'Men' (A24, cortesía de Vértice)

Según los datos de Comscore, Men se coló en la posición diez del ranking de recaudaciones en su primer fin de semana. Y aunque no se pueda comparar con la llegada monumental que tuvieron las líderes (Padre no hay más que uno 3 llegó el 14 de julio con 449 copias, Thor: love and thunder el día 8 con 402 y Minions el 1 con 420), no deja de ser curioso que una película de terror haya debutado a la baja cuando es un género que suele convocar adeptos sin falta. Se podría analizar si el hecho de que estemos en vacaciones de verano, con un derroche y consumo masivo de cine infantil y familiar tenga la culpa, pero ahí está la cinta de terror The black phone con Ethan Hawke manteniéndose en el ranking tras cuatro semanas en cartelera (ahora mismo en el puesto #9 después de debutar cuarta y pasar varios días subiendo y bajando contra Elvis).

Creo que, en este caso, el problema es otro y tiene que ver con la actitud reacia del público en general hacia el cine de terror con una narrativa visceral. En mi opinión, que las criticas especializadas la aplaudieran, definiéndola desde el ángulo positivo como “surrealista”, “rara” y “provocadora”, mientras advertían que se trataba de una película que impacta (para bien o para mal, según el gusto de cada uno), solo consiguió echar para atrás al público más palomitero. Ese que pide una apuesta clásica de terror, con sustos estratégicos y una historia de principio y fin claro y contundente. Para, de esta manera, salir del cine con el grato sabor salado de las palomitas y no el sabor amargo que provoca el retuerce visceral de pensamientos encontrados.

Y eso es precisamente lo que provoca la tercera película de Alex Garland, ese director visualmente sugerente que dejó huella en el género con apuestas tan refrescantes y sensoriales, que desafiaban a la audiencia con la exploración de temáticas que perduraban en el imaginario colectivo tras salir del cine. Como lo fueron Ex Machina (2014) y Aniquilación (2018).

Rory Kinnear en 'Men' (A24, cortesía de Vértice)
Rory Kinnear en 'Men' (A24, cortesía de Vértice)

Men es una película que no pretende dejarte indiferente. Puedes amarla u odiarla, pero es imposible que salgas del cine sin sentir el efecto de su idea. Ya sea por la narrativa, por el juego de géneros, por el comentario social o su impactante secuencia final, la reacción es inevitable. Y ese impacto tan visceral hace que precisamente sea una producción que requiera de un espectador que se acerque al cine con la mente abierta, dispuesto a dejarse engatusar por la propuesta, sin esperar los elementos más clásicos sino, simplemente, dejándose sorprender.

En esta historia todo comienza con una mujer, Harper -con una actuación maravillosa de Jessie Buckley (La hija oscura)-, acechada por el trauma tras ver cómo su marido, manipulador y abusivo, se suicida delante de ella. Decide huir del pasado refugiándose a solas en una casa rural bellísima, pero en el medio de la nada, con un pueblito de campesinos poco sabiondos, hombres y con la misma cara, como único contacto con el mundo exterior. De esta manera se desarrolla una primera mitad que juega entre el terror gótico, el ‘folk horror’ y el clásico ‘home invasion’. Sin embargo, Alex Garland no tarda en sentenciar que no estamos ante una película de terror al uso, sino un ejercicio del terror fantástico más surrealista que deriva en algunas de las conclusiones negativas que podemos encontrar entre los comentarios del público. Que si es un desvarío, que si no la entienden, que si es una tomadura de pelo… son muchas las reacciones extremas que ha provocado entre algunos espectadores. Comentarios que podemos encontrar en la sección para usuarios que incluye RottenTomatoes, Google y hasta en Twitter.

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Sin embargo, Men es una película inquietante que invita a reflexionar sobre las diferentes formas que adopta la toxicidad masculina y el amplio popurrí de agresiones que puede sufrir una mujer a lo largo de su vida. Desde el adolescente que da por sentado que le debe atención por hacerle un cumplido, al hombre condescendiente que la tacha de histérica o el exhibicionista abusador. Todos con el mismo rostro: la misma cara de la violencia machista en todas sus vertientes y con un mismo Rory Kinnear en los diferentes personajes (regalando una de las mejores interpretaciones de su carrera).

Es una idea que impacta, con una secuencia final que derrumba cualquier noción preconcebida del género, bañada de referencias bíblicas, filosóficas y hasta paganas, que genera rechazo y revoltijo de estómago. Pero que al salir del cine, y masticarla un buen rato, reflejan la audacia y valentía de un director al que nunca perder de vista. Porque ese salto de géneros dentro de una misma película, pasando de una construcción evidente a dejarnos perplejos, son precisamente el espejo del estado mental de su protagonista, una mujer acechada por el trauma provocado por la toxicidad masculina que nace y se reproduce de generación en generación.

Que Men no haya sido recibida con un interés masivo, ni en España ni en ningún otro país donde se ha estrenado, cuando genera tanta conversación entre aquellos que la han visto, me recuerda a lo que vivieron otras producciones del estilo. Porque mientras cintas de terror comerciales -en su concepción del género- como Expediente Warren ($319 millones en taquilla global, 6.1€ millones en España) o Insidious ($97 millones/5.4€ mill. en España) arrasan en el box-office, o éxitos como Un lugar tranquilo ($340 millones/2.7€ millones en España) daban la nota como fenómeno inesperado al recurrir al suspense de la vieja escuela, otras apuestas más valientes en su narrativa no disfrutaron del mismo amor comercial.

El cuento de terror folclórico que fue La Bruja arrasó en crítica en 2015, convirtiéndose en un clásico moderno con el paso del tiempo y siendo la lanzadera primordial para Anya-Taylor Joy y su director, Robert Eggers. Y aunque fue bañada de halagos con un aprobado del 90% por parte de los especialistas, el público reaccionó tibiamente en un principio. No solo con rechazo hacia su idea y desenlace, sino también con una taquilla de $40 millones en todo el mundo, de los cuales solo 1.8€ millones fueron recaudados en España.

Lo mismo pasó con Midsommar en 2019, otra apuesta de terror folclórico dirigida por Ari Aster que se convirtió en fenómeno de culto en apenas tres años pero que al llegar a la cartelera pocos vieron. También fue aplaudida por la critica (83%) mientras la audiencia la ha ido puntuando cada vez más alto con el paso de los años, pero en su momento apenas recaudó $48 millones y unos bajos 585.000 euros en España. En ambos casos son recaudaciones que generaron ganancias a raíz de sus bajos presupuestos, pero sin la repercusión que merecían ni que obtienen cintas de terror comerciales.

Y hay más. Como la provocadora X de Ti West, que se estrenó el pasado mes de abril en España recaudando apenas 314.000€, pero siendo aplaudida por la crítica de manera masiva por su homenaje al slasher con comentario social incluido. O Saint Maud, la que para mí es una de las mejores películas de terror de los últimos años, que exploraba la obsesión religiosa y las enfermedades mentales a través de un paralelismo arrollador. Tuvo la mala suerte de estrenarse en plena pandemia y apenas cosechó 217.000€ en España. Es decir, las vieron muy, pero que muy, pocos para estar tan avaladas por la crítica y la gran experiencia de terror que ofrecían.

Algo diferente pasó con Hereditary en 2018, también de Ari Aster, ya que también disfrutó de una buena recepción por parte de los especialistas pero una taquilla superior de $80 millones (1.8€ millones en España) apoyada por una fuerte campaña promocional. Sin embargo, aun recuerdo lo mucho que dio qué hablar entre espectadores que volcaban su rechazo o confusión ante la historia y su final, ganando adeptos con el paso del tiempo. Todas ellas se conocen como 'cine de terror de autor' y fueron producidas por A24, la misma compañía detrás de Men. Una productora que actualmente los amantes del cine de terror asociamos instantáneamente con el subgénero más exigente, sugerente y visceral del terror.

Con su paso por los cines recién comenzado, Men parece estar corriendo mala o peor suerte que sus compañeras. No solo por sumar una taquilla muy baja, sino porque las primeras reacciones me recuerdan justamente a lo que provocaron inicialmente las producciones mencionadas. Un rechazo que parece superar a aquellos que la alaban, que somos varios. En RottenTomatoes tiene un desaprobado del público del 39% mientras en Metacritic apenas alcanza el 5.3 y en iMDB un 6.1/10.

Algo me dice que aquellas reacciones iniciales que el público general tuvo sobre películas de la misma escuela han perdurado en el tiempo, creando una visión cerrada sobre el cine de terror y lo que debe provocar. Como si el público en masa hubiera cerrado cualquier opción a comprender que se pueden experimentar historias desde el surrealismo más sugerente, haciendo que sea más fácil rechazarlas por temor a no entenderlas que a dejarse llevar por la conclusión interna.

Como si hubieran perpetrado y contagiado una noción limitada de lo que una historia debe ofrecer y la línea cronológica previsible que debe seguir, con sustos intermedios para salir del cine contento pero terminar olvidándola fácilmente. El cine como Midsommar, La bruja, Hereditary y ahora Men exige de un espectador que vaya al cine con la mente abierta, que esté dispuesto a dejarse sorprender y salir de esa sala a oscuras haciendo una digestión lenta de lo que acaba de ver. Que no ofrezcan una experiencia clásica no significa que no sean disfrutables, sino que aportan vivencias completamente diferentes.sensorilaes

Y cuando se le da la oportunidad de esta manera, con la mente abierta y entregándonos por completo a la sorpresa más abrumadora sin expectativa alguna, películas como estas te vuelan la cabeza.

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