Que Tom Cruise no esté nominado al Óscar me parece un sacrilegio

NORTHAMPTON, ENGLAND - JULY 03: Actor Tom Cruise walks in the Paddock prior to the F1 Grand Prix of Great Britain at Silverstone on July 03, 2022 in Northampton, England. (Photo by Clive Mason/Getty Images)
NORTHAMPTON, INGLATERRA - 03 DE JULIO: El actor Tom Cruise camina en el Paddock antes del Gran Premio de F1 de Gran Bretaña en Silverstone el 03 de julio de 2022 en Northampton, Inglaterra. (Foto de Clive Mason/Getty Images)

Cinco. Es el número de actores que optan al premio Óscar en cada categoría. Parecen pocos si pensamos en la cantidad de películas que nos llegan al año, pero toca reducir para poder elegir. Sin embargo, con una selección final tan ajustada, resulta inevitable que surjan conversaciones sobre los 'olvidados' por la Academia. Esos que se quedaron fuera de las nominaciones cuando estaban entre los favoritos del público o la crítica. No obstante, la conversación no suele durar mucho. El mundo pasa página bastante rápido después del anuncio. (Digamos que no es algo que nos vaya a provocar insomnio). Pero este año sucede algo particular. Porque no recuerdo un 'olvido' o 'descarte' que nos haya decepcionado tanto como el vivido por Tom Cruise. Una sensación de injusticia popular sobre algo que el público encumbró por decisión propia a lo más alto de la taquilla mundial y que resume, en pocas palabras, la misión que se había planteado con Top Gun: Maverick. Algo que merece todo el reconocimiento artístico posible.

La secuela voladora más adrenalínica de 2022 opta a seis premios Óscar. En principio, el reconocimiento existe. Mejor guion adaptado, efectos visuales, sonido, montaje, canción original y mejor película del año con Tom Cruise nominado como productor. Sin embargo, ni el director Joseph Kosinski entró en las nominaciones después de haber creado un espectáculo visual de escándalo. Ni el director de fotografía, el chileno Claudio Miranda, por esas creaciones escénicas de luz dorada y el ojo artístico que tuvo para captar las secuencias de aviación naval. Ni Tom Cruise por su interpretación aguantando el tipo a cientos de metros en el aire, pilotando aviones de verdad. No sé a ustedes pero, a mí, todo esto me parece un sacrilegio. Sobre todo el descarte de Tom Cruise a mejor actor.

Lo sé, lo tenía difícil. Brendan Fraser nos roba el corazón en La ballena, Colin Farrell renace como uno de los mejores actores de su generación en la tragedia cómica que cuenta Los espíritus de la isla, Bill Nighy encumbra una carrera de casi cinco décadas con una interpretación inolvidable en Living mientras Austin Butler se entregó de lleno al arte de la transformación en Elvis. Los cuatro eran los nombres más activos en la temporada de premios actual, con Paul Mescal (Aftersun) -el quinto nominado al Óscar a mejor actor- sirviendo como comodín junto a Tom Hanks (Un vecino gruñón) y Tom Cruise. Sin embargo, este año, que descartaran al actor de Misión Imposible nos toca más de cerca. Incluso nos molesta y despierta un planteamiento caprichoso que cuestiona ¿de verdad no vieron la manera de incluirlo en la categoría? ¿De verdad los votantes creen que Tom Cruise no estaba a la altura de los cinco nominados?

¿Acaso no lo dio todo, como el resto, por amor al arte? Porque el compromiso actoral tiene muchas vertientes, dependiendo del género y su público. Una actuación nos puede activar el lagrimal, estrujar el corazón o emocionar en diferentes sentidos. Pero también nos puede sorprender, dejar boquiabiertos y hacernos sentir sensaciones que hacía mucho tiempo que no vivíamos en una sala de cine. Tal vez, incluso, algunos espectadores jamás las habían vivido. Eso fue lo que hizo Tom Cruise con Top Gun: Maverick: hacernos vivir una montaña rusa de adrenalina y espectáculo entregado al 100% al arte de hacer cine.

Y creo que por eso el descarte a Tom Cruise nos molesta (hablo en plural porque este sentimiento también está circulando en Twitter). Porque Top Gun: Maverick fue una experiencia global, pero también personal. Fue una experiencia cinematográfica inmersiva que nos hizo vibrar en la butaca del cine al unísono, volando junto a Pete "Maverick" Mitchell y sus compañeros, viviendo las alturas y sintiendo con ellos cada caída libre o pirueta, en la acción aérea más trepidante del cine. Cruise se propuso conseguir justamente eso. Una experiencia cinematográfica para todos los sentidos. Puso toda la carne en el asador y lo consiguió. Creó un campamento naval para sus compañeros actores, entrenó y perfeccionó sus dotes como piloto, desafió al avance del streaming y a la pandemia, plantándose firme como el héroe con capa del cine tradicional. Arriesgó y ganó. Y con él ganamos todos los que vivimos Top Gun: Maverick en una pantalla grande.

La verdad es que ninguno de los cinco candidatos se enfrentó a los límites de la física y puso su vida a la orden del público como hizo Tom Cruise. Voló aviones para la cámara y se prestó al riesgo más inmersivo del año. Pero no solo se centró en regalarnos la acción más intensa. Expandió a su personaje, nos contagió la sensación de pérdida que arrastraba desde el pasado, incluso actuó con la mirada bajo la máscara en plenas secuencias aéreas, a toda velocidad y a kilómetros de distancia de tierra firme.

Tom Cruise nunca ganó el Óscar. Estuvo nominado a mejor actor en dos ocasiones -Nacido el cuatro de julio (en 1990) y Jerry Maguire (1997)- y a mejor actor secundario por Magnolia (2000). Y ahora opta a Mejor película como productor. Pero, al final, me cuesta entender que los actores que eligen y votan a los candidatos a mejor actor y actriz, no hayan visto en Tom Cruise un logro que merecía ser reconocido. Que no quisieran celebrar al tipo que consiguió que el público volviera a los cines en masa tras la pandemia. El tipo que eleva, encumbra y defiende el arte de hacer cine. Ese que se coló en una proyección de Tenet con una cámara cuando el mundo todavía temía meterse en salas cerradas, para luego promover en sus redes sociales que era la hora de volver al cine.

Todo esto nos lleva a tener la sensación de no haber visto una injusticia tan grande en los Óscar. Aunque es una sensación aupada en la conexión que creó a través de las emociones compartidas en una sala de cine. Porque sensación de injusticia hubo muchas en la historia de los Óscar, sobre todo cuando eres fan del cine en general o sigues el camino de una película en particular. Desde la nominación que no le dieron a Leonardo DiCaprio por Django desencadenado al injusto descarte de Oscar Isaac por Balada de un hombre común, pasando por el olvido a Paterson con Adam Driver a la ceguera constante que tienen con Amy Adams. O el no darle el premio a Mejor Película a Sueño de fuga, Roma y tantas más.

Pero es que sin Tom Cruise no habría Top Gun: Maverick. Sin él la industria y las salas de cine no hubieran vivido el halo de esperanza que se tradujo en una película que se mantuvo durante meses en cartelera -algo imposible de conseguir en tiempos de inmediatez y streaming- y en 1.489 millones de dólares en la taquilla mundial. La segunda película más taquillera de 2022 a la que ni Marvel pudo siquiera pisarle los talones (cuando estrenó nada menos que tres películas en todo el año). Un logro que consiguió Tom Cruise creando magia cinematográfica y una conexión con el público basada en el espectáculo artístico. Pero también en su compromiso como actor con un personaje que exigía tanta, o más, entrega que al resto de nominados.

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