Quería ser profesora de Educación Física pero fue Miss Argentina: a los 72 años, Evelyn Scheidl “patea” la pasarela como nunca
“Antes no había un culto a la delgadez y no existían las cirugías. Ninguna de nosotras tenía celulitis. Nos alimentábamos bien, la comida era casera hasta en los restaurantes”, describe Evelyn Scheidl (nacida Evelina Elena Scheidl) a LA NACIÓN y rememora los tiempos de aquella niña que se crió trepando a todos los árboles de la manzana donde se crió en Malaver, partido de San Martín, que le encantaba jugar con los varones, y que terminó siendo una de las modelos de alta costura más reconocidas de la Argentina.
“Había una gran comunidad austríaca y alemana en Malaver; viví ahí hasta que me casé a los 26 años. Con mis amigas vendíamos flores para el día de la primavera por las calles, limonada en verano, costumbres bien de barrio de esos tiempos. Cuando murieron mis padres (de origen austríaco) recién se vendió la casa”, cuenta Evelyn a este medio, y no ahorra detalles a la hora de rememora el camino de su vida.
“Fui al Colegio Hölters Schule en la primaria y secundaria. Después hice tres años de periodismo en el Instituto Mariano Moreno, pero empecé a trabajar mucho mucho como modelo y dejé. Me arrepentí porque hubiera sido fabuloso que me recibiera, principalmente para desempeñarme en la tele. Pero la vorágine del trabajo no me lo permitió”, cuenta con su sencillez habitual luego de haber deslumbrado en la pasarela, y ser una de las figuras convocadas por Laurencio Adot para la Semana Alta Costura que se realizó en el Museo de Arte Decorativo. Su agenda marca una continuidad interminable de desfiles y eventos con otros grandes de la moda que requieren su presencia y ella lo disfruta. “Todavía me doy este lujo, me fascina”, se sincera a los 72 años, más vigente que nunca.
Le divierte hablar de los tiempos de su infancia y adolescencia: “Una referente de aquellos años era Nadia Comaneci. Yo quería ser profe de educación física, hacía atletismo, entrenaba, salto en largo, en alto, carreras de cien metros llanos, paralelas, gimnasia rítmica, diez años de danza clásica, una verdadera atleta, jajaja”.
La niña que fue Miss Argentina
Luego llegó un momento determinante en su vida, cuando su mamá, que era muy amiga de Karin Pistarini, presidente de AMA –Asociación de Modelos Argentinas-, la acercó a ella “para que se destacara más su femineidad”. “Charló con ella porque me consideraba muy varonera y me puso bajo su ala. Me acuerdo que llegué un lunes y el sábado ya me llevaron a Canal 11 para el concurso de Miss Argentina. El domingo fue la selección y gané. ¡Increíble! Estaba impactada. Muchas chicas estaban desde setiembre/octubre presentándose. Esto fue en marzo del 71. Me coronó Mirta Massa, de la cual terminé siendo íntima amiga. En ese momento ella estaba de novia con el hermano de mi marido. De ahí me fui a Los Ángeles sin escalas, no lo podía creer, donde se eligió Miss Belleza Internacional. Ahí salí octava y no paré más de trabajar...”, señala sobre ese boom impensado.
-Me quedé pensando en lo que mencionó al principio respecto al tema de la celulitis...
-Es que te juro que es un tema que no existía. Para mí, y de acuerdo a nuestra experiencia en la época, es un tema exclusivo de alimentación. No estoy refiriéndome a la comida sino a los químicos que la componen. Nada es muy natural hoy. Ante hasta cuando salías a comer a algún lado todo era de elaboración casera. No recuerdo amigas y colegas con celulitis. En las playas tampoco se veía. No obsesionaba el cuerpo como ahora, éramos libres en ese sentido. Después de un desfile terminábamos tomando el té con masas. Recurríamos sí a la actividad física para estar bien, pero no solo por estética, por salud. Yo hacía deporte, tres veces por semana iba al gimnasio.
-¿Qué puede contar respecto al tema de las cirugías estéticas tan cuestionadas hoy?
-No existían, directamente. Con el tiempo reconozco que me hice retoques, pero cosas chiquitas, algo en párpados, lolas (porque tuve cinco hijos y los tres primeros muy seguidos en el 80, 81 y 83). Trabajaba hasta embarazada. Cuando nació mi último hijo, mi marido se infartó (Fernando Diez, dueño de la zapatería Boticelli) y baje ocho kilos estando de seis meses por el disgusto. Le pasó en Punta del Este. Lo trasladamos a Buenos Aires, le hicieron tres by pass, pero le tuvieron que haber hecho siete; no pudieron por el riesgo que implicaba. Estuvo muy muy grave. Siguió viviendo con un cuarto de corazón pero nunca lo supo, no se lo dijimos. Vivió muchos años así, diecisiete, pero no le daban más de cinco de expectativa. Igual se fue muy joven, a los 61.
-No fue la única situación límite que le tocó vivir.
-No, para nada. Puedo escribir un libro. Por eso me sorprendo cuando me dicen: “Qué vida tranquila tuviste”. Lo del incendio en mi casa en 2014 fue tremendo. Ocurrió por un cortocircuito en un cuarto con un enchufe. Los placares estaban recubiertos en madera y detrás había un toma corriente que provocó el fuego. Decí que fue de día y yo estaba con uno de mis hijos. Si nos encontraba durmiendo no sé cómo terminaba, un desastre. En dos minutos ardió todo. Lo superé, como un ave fénix, no me quedó otra.
-¿Cómo le resultó incursionar en la TV y en el cine?
-Muy positivo todo. Tuve mi programa, un magazine, pero lo producíamos nosotros y nos costaba mantenerlo, no estábamos contratados, pero me encantó hacerlo. Me encantaría volver, es una linda cuenta pendiente. También participé en Corazón de León con Guillermo Francella y Julieta Diaz. Como soy muy amiga de Graciela Borges, en mi casa se grabó Viudas y uno de mis hijos fue meritorio. Ahí lo conocí a Marcos Carnevale y me convocó para participar en la película. También hice varios capítulos de la serie Heidi. Es sacrificado. La productora era Marcela Citterio, gran guionista también de Patito Feo, entre otros éxitos. Yo era la madrastra. Me decía que era muy histriónica, que debía aprovechar eso. Me divertí mucho. No te conté que cuando tenía 20 ó 22, años Pepe Parada me propuso ser vedette. Dije que no. Mi marido no me lo hubiese permitido, era remachista. Todos los hombres lo siguen siendo, ahora un poco menos. Lo de actriz fue ya de grande. Lo de vedette fue solo una propuesta. Pero podría haber sido, como ocurrió con Adriana Aguirre que era compañera mía cuando hacíamos producciones de fotos juntas para la revista Claudia. Fijate qué carrera terminó haciendo ella.
-Televisión volvió a hacer en Las Rubias, con Marcela Tinayre.
-Sí, lamentablemente lo de Las Rubias no funcionó, estuve tres años. La quiero mucho a Marcela, conmigo se ha portado muy bien.
-¿Se reencuentra con colegas amigas de épocas exitosas en la pasarela o fuera de ella?
-Por supuesto, quiero mucho a Teresa Calandra, Marcela Gotlib, Silvia Peralta, Nequi Galotti, Carlos Di Doménico, que nos dejó; ahora Claudio Cosano, Fabián Zita y tantos divinos. No me quiero olvidar de decir que adoro a Susana Giménez, La Chiqui Legrand y Gra Borges, que la admiro porque siempre tiene la palabra justa. Y confesarles mi amor a mis tres nietos, Santiago de 14, Génesis de 4 y Benjamín de tres meses. Aunque ellos ya lo saben porque lo repito todo el tiempo, jajaja .