Muere Renata Flores, la villana de las telenovelas que fue rescatada de vivir en la indigencia
Renata Flores, actriz de telenovelas mexicanas como "Rosa salvaje" y "¡Vivan los niños!", falleció en la Casa del Actor, su hogar desde hacía cuatro años, cuando fue rescatada de las calles donde vivía con sus dos mascotas.
Al respecto de la C. Renata Flores, les informamos que el C. Jesús Ochoa le brinda ayuda para dejar la situación de calle mientras se espera la respuesta de La Casa del Actor a la solicitud que @andactores ya ha realizado para que la compañera sea admitida en dicha Institución. pic.twitter.com/6Cnnt7k4u7
— Asociación Nacional de Actores (@andactores) December 7, 2020
En 2020, el youtuber Alejandro Zúñiga dio a conocer que la actriz Renata Flores vivía en su auto con sus dos mascotas en la colonia Narvarte. La noticia se esparció como pólvora y finalmente la ANDA le brindó un techo en la Casa del Actor.
Quién fue Renata Flores y por qué su situación de indigencia destapó la dura realidad de los actores desempleados
La actriz y cantante, que era conocida principalmente en México por su participación en numerosas telenovelas como “Chispita” (con Lucero) “Rosa Salvaje”, “Rosalinda”, “Rebelde”, “Mar de amor”, entre otras, terminó viviendo en su coche en la calle, tras varios años de desempleo.
Una vez se corrió la voz, la Asociación Nacional de Actores tomó cartas en el asunto, ocupándose de ubicar a la actriz en la Casa del Actor, la residencia para artistas retirados, donde pueden pasar en (relativa) comodidad sus años de vejez.
Esta institución, la presidió de manera vitalicia Maty Huitrón, madre de la productora Carla Estrada, quien fuera nombrada en ese cargo por su fundador Mario Moreno, “Cantinflas”, cargo que ocupó desde 1989 hasta su fallecimiento.
Actualmente hay muchas controversias acerca de este predio (valuado en 90 millones de pesos) y varias facciones del sindicato de actores busca su control; si bien no ha dejado de operar gracias a donativos y patrocinios privados, existe la controversia que, desde hace varios años, la administración de la ANDA no ha proporcionado fondos para el sustento del asilo y sus ocupantes.
A este lugar se reportó que fue admitida Flores, por intervención directa de Jesús Ochoa, el presidente de la asociación, después de que numerosos medios hablaran acerca de la situación de la también cantante, sin especificar ni aclarar si esto era cierto, hasta que se publicó un archivo de audio, en el que la propia Renata, nacida el 28 de agosto de 1949 en Ciudad de México, daba un breve mensaje de agradecimiento. Así desmentía genéricamente los rumores y mandaba cariño a quienes se habían preocupado por ella.
Al respecto de la C. Renata Flores, les informamos que el C. Jesús Ochoa le brinda ayuda para dejar la situación de calle mientras se espera la respuesta de La Casa del Actor a la solicitud que @andactores ya ha realizado para que la compañera sea admitida en dicha Institución. pic.twitter.com/6Cnnt7k4u7
— Andactores (@andactores) December 7, 2020
Esto parece indicar que la trama –que implica que, tras muchos años (desde 2013) sin obtener trabajo fijo y sin contrato de exclusividad por parte de Televisa, Flores se vio despojada (aún sin que se sepa cómo) de su patrimonio y agotó los ahorros que tenía– tuvo un final feliz, posiblemente. Pero aún así, hay un elemento que sigue siendo un tanto enigmático: ¿quién fue realmente Renata Flores, más allá de las notas sensacionalistas que la pintaban como pordiosera de la calle?
Renata, usando su primer nombre como nombre artístico, inició su carrera en 1964, como cantante de rock and roll interpretando temas como Mi novio Juan (versión en español de My Boyfriend’s Back) y posteriormente Mi novio esquimal (que era versión de My Boy Lollipop), y aparecía regularmente en un programa llamado ‘Orfeón à-Go Gó’, bailando ritmos modernos. Al mismo tiempo, tomaba clases de actuación con Seki Sano –el acting coach más célebre en aquella época– y participó en obras de teatro experimental, como “A puerta cerrada” de Sartre, dirigida por el famoso Alfredo Gurrola.
Eventualmente Renata incursionó en la televisión: sus primeras apariciones fueron en los melodramas “Gente sin historia”, de 1967, y “Juventud, divino tesoro”, de 1968, en las que interpretó a villanas juveniles.
Era precisamente por su estatura –casi 1.80–, rasgos angulosos y voz grave, que los productores, especialmente Valentín Pimstein, que la consideraba un amuleto de la buena suerte, le ofrecían papeles de villana cómica (aunque también era una actriz dramática que interpretó obras como “La vida es sueño o “Hamlet” en teatro) que la hicieron popular en pantalla.
En 1982 tuvo su primer rol memorable: la señorita Irene, la institutriz seca y resentida (aunque no realmente perversa) de “Chispita”, la primera telenovela que protagonizó Lucero. El personaje, que acababa redimiéndose, estaba inspirado en la célebre Fräulein Rottenmeier, de la famosa novela infantil “Heidi”, y su aspecto severo, hizo que Renata se volviera muy popular entre el público infantil.
En 1987, alcanzó su mayor popularidad cuando interpretó al ama de llaves de la familia Linares, Leopoldina, en la exitosa telenovela “Rosa Salvaje”, una producción de Pimstein para Televisa, estelarizada por Verónica Castro. Su manera de caminar y hablar era el comic relief de la saga y su complicidad con la malévola Dulcina (es decir, Laura Zapata) la llevaron a ser tremendamente popular.
Después de este personaje, Renata participaría en memorables telenovelas de la década de los ochenta y noventa como “Mi querida Isabel”, “La usurpadora”, y “Rosalinda”, con Thalía. Durante los dosmiles formó parte del elenco de telenovelas infantiles y juveniles como “Carita de ángel”, “¡Vivan los niños!”, “Rebelde” y “Lola, érase una vez”. Su última aparición en televisión fue en la novela “Amores verdaderos” de 2013, donde interpretó a la socialité Imperia Roca y después, sin mucha explicación, desapareció por completo de la televisión.
La farándula es un mundo cruel. Puede ser generoso cuando se tiene un proyecto de éxito, pero puede condenar al olvido a muchos intérpretes que dan lo mejor de sí en roles de soporte. El caso de Renata Flores no es único y esto es algo realmente triste, mas no sin solución.
Si desea ayudar económicamente a actores y actrices que en décadas anteriores fueron fuente de solaz esparcimiento en tele, cine o teatro, puede hacer una aportación voluntaria a la Casa del Actor. Ellos se lo agradecerán.
Artículo elaborado con información de El Universal y la contribución de Miguel Cane.