Rachel Weisz: cinco de sus mejores películas para disfrutar en streaming antes del estreno de Dead Ringers
Dead Ringers, la producción de seis episodios que llega este viernes a la plataforma Amazon Prime Video y que se basa en la película de culto de David Cronenberg –conocida aquí como Pacto de amor– es un proyecto muy especial para Rachel Weisz, quien no solo encarna a los personajes centrales (las gemelas Beverly y Elliot Mantle) sino que también produce esta miniserie creada y escrita por Alice Birch, guionista de aclamadas ficciones como Normal People y Conversaciones entre amigos, y codirigida por una de las figuras indiscutidas del cine independiente norteamericano, Sean Durkin (Martha, Marcy, May Marlene; The Nest).
Con motivo de la llegada del thriller al mundo del streaming, recordamos cinco grandes trabajos de la actriz ganadora del Oscar:
1. La momia (1999)
El gran desembarco de Rachel Weisz en Hollywood se produjo con la película de aventuras escrita y dirigida por Stephen Sommers que también consagró a fines de los 90 al flamante ganador del Oscar Brendan Fraser. Si bien es fácil caer en la tentación de la nostalgia, la primera entrega de La momia ratifica que, décadas después de su exitoso estreno, todavía se mantiene como una efectiva producción, ya que lo primero que debía funcionar como un relojito, efectivamente así lo hace: la dinámica entre los personajes de Rick O’Connell (Fraser) y Evelyn Carnahan (Weisz) es el motor de la película de Sommers.
El realizador decidió aggiornar la creación de 1932 de Karl Freund, pero al mismo tiempo rendirle un merecido homenaje a una época de Hollywood en la que los intercambios con toques de screwball comedy de sus figuras centrales era la clave para que la narrativa no se desmorone. En este punto, Weisz, quien ya había demostrado su talento para historias con peso dramático como Belleza robada y El hombre que vino del mar, despuntaba como una intérprete con buen timing cómico y una presencia arrolladora.
2. Un gran chico (2002)
Conmovedora, mordaz, reflexiva, Un gran chico, la excelente adaptación que hicieron los hermanos Paul y Chris Weitz -con colaboración en el guion de Peter Hedges- de la gran novela de Nick Hornby, es una joya que aborda varias temáticas en simultáneo con la misma candidez. La historia es comandada por ese hombre cuya arrogancia lo conduce a convencerse de que puede ser una isla y, en consecuencia, desestima la importancia de los vínculos cotidianos y de la construcción de lazos significativos y perdurables.
Ese hombre, Will Freeman (Hugh Grant, en una de las mejores interpretaciones de su carrera), permanece en un lugar de comodidad, cobrando las regalías de una canción navideña compuesta por sus padres y sin demasiadas disrupciones. La alteración se produce con la llegada de Marcus (Nicholas Hoult), un niño cuya madre, Fiona, personificada por Toni Collette, sufre de depresión y no advierte que él está padeciendo bullying en el colegio, entre otras situaciones que lo sumieron en un estado de angustia.
Esa inesperada colisión provoca que Will se muestre cada vez más empático, no solo con Marcus sino también con esa madre que, al igual que él, también necesita de un confidente. El efecto dominó es lo que permite que el protagonista, cuando conoce a Rachel (Weisz), pueda interactuar normalmente con ella, tras un período de adaptación en el que pretende ser una persona que no es. Las máscaras, en tanto, no tardarán en caer, y ese vínculo romántico se fusionará con esa suerte de familia extendida que construye Will con Marcus y Fiona.
Finalmente, el protagonista advierte que ningún hombre es una isla, revelación que es registrada por los hermanos Weitz con un final que no teme ser algo cursi. En esos momentos, y también en los que Weisz comanda con Grant, Un gran chico se vuelve encantadora, una perla de los directores que nunca lograron concebir un film tan perfecto como este.
3. El jardinero fiel (2005)
Basada en la novela de John Le Carre , El jardinero fiel significó otro acierto del cineasta brasileño Fernando Meirelles luego del fenómeno en el que se convirtió la descarnada Ciudad de Dios, estrenada tres años antes y codirigida por Kátia Lund. La coproducción entre Alemania y Reino Unido pone el foco en el derrotero de Justin Quayle (Ralph Fiennes), un diplomático que empieza a indagar en el rol de las farmacéuticas en África luego del asesinato de su esposa, Tessa (Weisz), una incansable activista que buscaba desmantelar una red de corrupción, lo que termina costándole la vida.
Por lo tanto, su marido, quien permanecía en la periferia, sin involucrarse demasiado en los negociados turbios que sí investigaba su esposa, se adentra en un terreno desconocido y va descubriendo situaciones que lo ponen en riesgo.
A pesar de la oscuridad con la que convive su personaje, Weisz debió transmitir la luminosidad de Tessa, todas las cualidades que empujaron a su marido a encontrar respuestas sobre su muerte. Así, esa mujer sobrevuela el film, como si el personaje no solo estuviera acompañando al protagonista sino al espectador mismo, incitándolo a mirar un panorama desconocido al que se debe contemplar de frente, con todo el costo que acarrea.
La interpretación de Weisz, que le valió el premio de la Academia a mejor actriz de reparto, es simplemente brillante.
4. The Deep Blue Sea (2011)
Uno de los pocos realizadores en mantener el melodrama vivo, en evocar y homenajear constantemente al inolvidable Max Ophüls, es el británico Terence Davies. El director y novelista ha gestado largometrajes donde la tristeza siempre está titilando en las fuertes historias que registra de manera impecable, como se pudo ver en la imprescindible Distant Voices, Still Lives, en su perfecta adaptación de La casa de la alegría de Edith Warthon en la que se lucía Gillian Anderson, y en la flamante Benediction, donde el amor tortuoso también está en el centro de este relato escrito por el propio director.
En 2011, el cineasta estrenó una de sus producciones más exquisitas y demoledoras, The Deep Blue Sea, basada en la obra teatral de Terence Rattigan, que había sido previamente adaptada por Anatole Litvak, con Vivien Leigh como la protagonista, la atribulada Hester Collyer, que en la versión de Davies es personificada por una Weisz que le pone su impronta a ese rol tan caleidoscópico. En clima de posguerra, Hester, una mujer casada, se enamora de Freddie Page (Tom Hiddleston) y decide abandonar a su marido por él, a pesar del contexto profundamente conservador en el que navega.
La actriz transmite con sutileza el tormento interior de Esther, una mujer escindida, cuyo amante le genera pasión pero al mismo tiempo la destrata, y cuyo marido le brinda estabilidad pero no la efervescencia que ella está buscando . Weisz recibió una candidatura a los premios Globo de Oro por su actuación, pero se quedó a las puertas de una nueva nominación al Oscar que llegaría eventualmente .
5. La favorita (2018)
Tras un excelente trabajo en el drama Desobediencia del chileno Sebastián Lelio, la actriz volvió a colaborar con el cineasta griego Yorgos Lanthimos luego de la excelente Langosta . En La favorita, Weisz se entregó a la comedia negra escrita por Deborah Davis y Tony McNamara con un personaje que, como todos los roles femeninos del film, sufre una notable metamorfosis.
La actriz interpreta a Sarah Churchill, duquesa de Marlborough, la confidente de la reina Ana que personifica a la perfección Olivia Colman (por esta actuación se llevó merecidamente el Oscar), y cuya dinámica funciona orgánicamente ante las necesidades de la monarca hasta el inesperado arribo de Abigail Masham (Emma Stone), una joven que busca obtener un rol de peso en la corte y que ocasionará fricciones entre la reina y quien fuera su gran amor.
Las tres protagonistas brindan interpretaciones extraordinarias, y Weisz recibió su segunda nominación al Oscar por esa combinación de vulnerabilidad y fortaleza de Sarah, una mujer igual de temeraria que Abigail, pero con una vida interior mucho más rica, esa que la lleva a resignar lo que más quiere y a contemplar al objeto de su afecto a la distancia, alejada de un mundo en el que ya no se reconocía.